19.

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- Entonces supongo que ya está.

Mis palabras hacen que Timothée levante la mirada del suelo rápidamente.

- Tu tienes tu vida en Nueva York, yo tengo mi trabajo y mi familia en Barcelona...

Chalamet se limita a mirarme y asentir ligeramente con la cabeza. Siento como los ojos se me empiezan a empañar.

- ¿Es que no tienes nada que decir?
- ¿Qué quieres que diga?
- No sé chico, reacciona. Estoy diciendo que lo nuestro no va a resultar y ni siquiera eres capaz de luchar o esforzarte para que funcione... ¿Tan poco te importa?
- No digas eso, por favor.
- ¿Y por qué estoy hablando sólo yo?

Nada. Ni una palabra. Sé lo mucho que le cuesta exteriorizar los sentimientos pero que no sea capaz de pronunciarse en una situación así, me pone de los nervios.

- Que te den - de un empujón lo aparto de mi camino. - Disfruta de tu noche - suelto al marcharme.

Salgo llorando del edificio, cojo el primer taxi que encuentro hasta llegar al hotel.

- Buenas noches, señorita - comenta el recepcionista al verme cruzar la puerta. - Ha vuelto usted antes de lo previsto.
- Ya...
- ¿Dónde está su acompañante? - pregunta mirando a mi alrededor.
- Él llegará más tarde - admito mordiéndome el labio inferior con un intento de reprimir mis lágrimas.
- Entiendo - dice. - Dígame, ¿en qué puedo ayudarla?
- Necesito un taxi para que me lleve al aeropuerto en veinte minutos. ¿Le importaría...?
- Sin problemas.
- Gracias.

Sin nada más que añadir subo a mi habitación, me quito el vestido y meto todas mis cosas rápidamente en la maleta. Mientras recojo no puedo evitar pensar en reacción de mierda que ha tenido Timothée al decirle que me iba. Yo tampoco quiero eso, pero llegados a este punto, ¿qué otra opción nos queda?

Siento las lágrimas bajar otra vez por mis mejillas. Le quiero. Estos últimos meses he estado viviendo en una burbuja. Ni en mis mejores sueños habría imaginado que algo así iba sucederme.
Quizás no era una relación perfecta, al fin y al cabo tuvimos que aprender a sobrellevar la distáncia, pero éramos felices. O al menos yo lo era. Me gustaría pensar que él también lo ha sido pero después de ver su actuación de esta noche, una tiene sus dudas.

Suena el teléfono. Un taxi me está esperando en la puerta del hotel.

Tiene que saber que nunca voy a ignorar el tiempo que hemos compartido juntos. Rápidamente arranco un papel de mi bloc de notas y cojo un bolígrafo de la mesilla.

"No voy a olvidarte. Jamás.
Te quiero. Siempre".
Gigi xxx

Delicadamente dejo el mensaje encima de las almohadas de la cama, agarro mi maleta y cierro la puerta.

A estas horas de la noche apenas hay tráfico y en poco más de media hora estoy en el aeropuerto de Niza-Costa azul. Tiempo suficiente de cabrearme porque mi teléfono ha muerto y no sé cómo voy a poder recoger mi billete de avión; y sobretodo, tiempo para llorar.

En cuanto pongo un pie en la terminal, voy directamente en puesto de información para poder subirme al avión. Con la tarjeta de embarque en mano y pasados los controles, decido sentarme en un bar y pedirme un café mientras espero más información de mi vuelo.

- ¿Está usted bien, señorita? - pregunta un hombre mayor sentado a un par de sillas lejos de mí.

Claro, sólo estoy teniendo la peor noche de mi vida, pienso.

- Sí, gracias - miento forzando la sonrisa.
- No se preocupe. Sea lo que sea estoy seguro que se va a solucionar - garantiza el hombre con una sonrisa.

Decisive project.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora