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A la mañana siguiente me desperté con el rayo del sol que ingresaba por la ventana de la habitación. Gruñendo por tanta luz me quise levantar a cerrar la cortina pero unos brazos me lo impidieron.
Mierda. Lo olvidé.
Tenía a Hunter sin camiseta durmiendo pacíficamente junto a mí. Estábamos prácticamente abrazados y con nuestras piernas entrelazadas entre sí.
¿En qué momento terminamos así?
Sonrojada por toda la situación me acomodé bien la camiseta que traía puesta, que por cierto no es mía sino de Hunter, e intenté desenredarme de las sábanas y de sus brazos. El intento no funcionó así que eche un vistazo desde la cama al reloj colgado en la pared. Era demasiado temprano aún. El clima cambió drásticamente y hoy hacía más frío así que me acurruqué nuevamente en el espacio vacío de la cama pero esta vez en dirección a Hunter quién se había girado y ahora se encontraba boca arriba. Cerré los ojos e intenté dormir al menos unas horas más. Hunter ocupaba la mayor parte de la cama.
Pocos minutos después sentí a Hunter girarse en dirección hacia mí que también me encontraba de costado. Cuando se giró abrí los ojos y me topé con su rostro que había quedado a escasos centímetros del mío. Sentí mis mejillas arder cuando Hunter abrió sus preciosos ojos. Ninguno de los dos dijo nada, simplemente nos miramos. Su cabello alborotado junto a sus ojos que tenían un brillo especial le daban un aspecto de ternura y de niño pequeño.
Apenas Hunter cerró los ojos nuevamente lo miré detenidamente pero cuando me enfoqué en sus pestañas abrió de nuevo sus ojos.
-¿Piensas seguir mirándome todo el maldito tiempo?
-No te estaba mirando.- respondí y sentí mis mejillas arder.
-Además de usurpadora de cama y de camisetas eres mentirosa.- me acusó con voz ronca.
-No es mi culpa que tu cama sea cómoda y que yo no tenga una.- me golpeé mentalmente cuando mis palabras sonaron más infantiles de lo que creí.
-La cama es mía y no me gusta compartir lo que es mío.- lo que dijo provocó una sensación difícil de explicar.
Estaba tan distraída mirándolo que no me di cuenta que el sol desapareció y que se escuchaba algún que otro trueno. Miré el enorme ventanal y si, se aproximaba una tormenta.
Me levanté con la mirada de Hunter puesta en cada maldito movimiento que hacía y fui hacia la ventana. Cuando estuve por cerrar la ventana, la brisa fría me estremeció por completo así que en puntitas de pie me apresuré a volver a la cama.
-¿Qué pasa? - pregunté nerviosa cuando no despegó los ojos de mí.
-¿Con qué?
-Deja de mirarme.- solté sonrojada intentando cubrirme el cuerpo con las sábanas pero no pude. Hunter había tirado las sábanas para su lado. Con frío y con una simple camiseta de mangas cortas me acurruqué de costado.
-Te sonrojaste.- sonrió con malicia. Desde que lo conocí no lo vi sonreír y mucho menos demasiado cerca de mi rostro.
-No me sonrojé.- contradije, sonrió y desvió la mirada hacia el techo.
Nos quedamos en silencio por unos segundos hasta que lo oí nuevamente.
-¿Tienes frío?- posó su mirada directo a mis ojos.
-No.- mentí
-¿No? - susurró.
-Tal vez.
-¿Y por qué no te cubres con las sábanas?.
-¿Es joda? Las tiraste para tu lado.- lo fulminé.
-Puedes quitármelas.- su sonrisa se ensanchó.
Sonrojada por sus palabras me giré hacia el otro lado y le di la espalda.
De repente sentí la cama moverse y poco después unos fuertes brazos rodeándome la cintura para luego atraerme hacia su pecho y taparnos a ambos con la sábana.
-No te acostumbres.- oí su voz ronca cerca de mi oído antes de caer nuevamente dormida.
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