CAPÍTULO 1: LA VIDA CAMBIA

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CAPÍTULO 1: LA VIDA CAMBIA

Blaine terminaba las clases por ese día. No era feliz y hacía mucho tiempo que no lo era. Todo había comenzado cuando salió del armario. Con 14 años, había sido inocente al pensar que, como la mayor parte de la sociedad apoyaba su orientación sexual, sus padres también lo harían. Fueron tres años duros, en los que intentó agradar a sus padres. Su hermano Cooper había decidido que quería ser actor y había sido una decepción para los Anderson, que querían que su otro hijo siguiera con el negocio familiar.

Blaine sabía que se habían aprovechado de él, que no habían aceptado su homosexualidad y que sólo lo habían chantajeado ofreciéndole amor a cambio de que se hiciera cargo de la empresa de los Anderson. Sin embargo, lo necesitaba tanto que lo había aceptado.

Al salir, se sorprendió al ver al coche de su padre. Normalmente le esperaba un coche para llevarlo cuanto antes a la empresa, pero no solía ser él. Compaginaba sus estudios con trabajar para su progenitor. Tenía que aprender a manejar la empresa y James había tenido la brillante idea de que empezara desde abajo, con los operarios que se encargaban de empaquetar la mercancía.

–Buenas tardes, hijo.

–Buenas tardes, padre. ¿A qué debo el honor? –El joven preguntó intrigado.

–Tenemos que hablar, monta.

El estudiante obedeció y entró al coche. El chófer comenzó a conducir sin prestarles mucha atención. Estaba acostumbrado a que ocurrieran conversaciones importantes mientras él trabajaba, pero sabía que no podía contar nada a nadie.

–¿Vas a decirme por qué has venido a buscarme? –Blaine cuestionó.

–Te he encontrado un futuro marido. –James informó.

–¿Disculpa? –El estudiante estaba sorprendido.

–No os vais a casar ya, la prensa se daría cuenta... Pero en seis meses os comprometeréis y antes de un año os casaréis...

–¿De qué hablas? –El joven no entendía nada.

–Voy a apoyar a un político porque creo que va a llegar a ser presidente. –El padre explicó.

–No es la primera vez... Pero, ¿qué tiene que ver eso con que yo me case?

–Tiene treinta años y no ha encontrado una pareja estable. Sabes como es la política, van a empezar a dudar que sea buen candidato si no tiene una familia... Digamos que tú vas a ser la persona con la que se va a casar. –El mayor miró por la ventana para comprobar que aún les quedaba para llegar al almacén de la empresa, donde su hijo tendría que trabajar.

–¿Y por qué aceptaría yo eso? –Blaine desafió, no quería casarse con alguien porque se lo decían sus padres. Podía ser que ya no creyese en el amor, después de lo de Kurt, pero no iba a arruinar su vida por un capricho de sus progenitores.

–Bueno... Si a Sebastian no le va bien, necesitará trabajar en algo... Podrías dejarlo que sea él quien se encargue de la empresa mientras tú intentas cumplir tus sueños... –James comentó indiferente. Sabía qué teclas tocar para que su hijo hiciera lo que él quería. Había hecho que renunciara a una vida como cantante o actor de musicales gracias a los problemas que habían tenido cuando había salido del armario. En ese momento, sabía que era su mejor baza para convencerlo de un matrimonio sin amor. Sabía que, si el indeseable de Kurt no se hubiera marchado, no lo habría conseguido. Pero, como siempre, él había ido por delante. Al poner a su hijo como operario y pagándole como a cualquiera de sus compañeros en el almacén, Hummel no aguantaría mucho tiempo. Un cazafortunas como él no tiene mucha paciencia y él le dio a entender que pasaría mucho tiempo antes de que fueran a vivir una vida cómoda. Como consecuencia, desapareció de sus vidas.

–¿De verdad lo crees? –Blaine lo miró ilusionado. Por un momento, se vislumbró a sí mismo sobre un escenario. Le encantaría poder vivir así.

–Claro... Pero todavía tienes que seguir trabajando... Esta noche, Sebastian pasará a buscarte a tu casa. Viste elegante, iréis a un buen restaurante y luego a la ópera. –El padre ordenó.

–Por supuesto.

El joven se bajó del coche para entrar en el almacén. Aún le quedaba alguna hora trabajando antes de irse a casa para prepararse para su nueva cita.

Blaine esperaba nervioso mientras se ajustaba la pajarita frente al espejo. Faltaban cinco minutos para la hora acordada para que Sebastian pasara a buscarlo. Si era sincero, empezaba a arrepentirse de haber aceptado. Iba a estar durante mucho tiempo deseando que alguien fracasara en cumplir sus sueños para que él sí pudiera conseguirlos. Le parecía algo egoísta. El timbre sonó y se puso un poco de colonia antes de ir a la puerta. Inspiró profundamente antes de abrir, intentando disipar sus nervios.

Sintió como si su corazón hubiera dejado de latir al ver a uno de los hombres más hermosos que había visto. Iba muy elegante con su traje gris marengo, camisa blanca y una corbata roja. Sin embargo, sus ojos verdes y su sonrisa encantadora destacaban más que cualquier prenda que luciera.

–Hola... Supongo que eres Blaine. –El castaño preguntó. Él no conocía la historia que hacía que ese joven deseara casarse con él y vivir a su lado al menos hasta que termine su presidencia. Le intrigaba y le fascinaba... Además, si su marido iba a ser así de atractivo, no iba a protestar.

–Sí... ¿Tú eres Sebastian? –El moreno lo miró con una sonrisa.

–Ese soy yo. ¿Estás listo? Tenemos la reserva para la cena en 20 minutos y no quiero llegar tarde... No quiero que nos perdamos la ópera. –El más alto comentó.

–Sí, ya estoy... ¿Nos vamos?

A Anderson le gustó que Smythe hubiera subido a buscarlo en vez de esperarlo en el portal. Él vivía en un tercero y no tenía portero. Era lo que podía permitirse, sus padres le pagaban la matrícula del master y el un poco de dinero que le permitía pagar ese lugar. Lo que cobraba trabajando lo usaba para los gastos y para algún capricho.

Bajaron las escaleras en silencio y, cuando llegaron abajo, el castaño se apresuró para abrir la puerta. El moreno se sintió halagado, normalmente era él quién tenía esos gestos hacia Kurt, por lo que recibía con agrado que lo cuidaran a él por una vez.

Había un coche lujoso con chófer frente al edificio y, por segunda vez, Sebastian abrió la puerta para que Blaine entrara. Los dos eran conscientes de que era una primera cita, tal vez poco típica, pero una primera cita al fin y al cabo. Tenían que conocerse mejor, que ver si congeniaban y si podían ser un buen matrimonio.

Matrimonio Por Conveniencia (Glee Seblaine boyxboy)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora