CAPÍTULO 9: CONFESIONES

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CAPÍTULO 9: CONFESIONES

Sebastian salió corriendo del baño mientras se ponía la camisa porque alguien había llamado la puerta. No le importaba que su pelo estuviera todavía húmedo por la ducha que acababa de darse o estar todavía abrochándose los botones de la camisa, sabía que era su padre que iba a hablar con él.

La noche anterior había sido una locura. Blaine y él habían seguido en la fiesta y, fiel a lo que le había dicho el moreno, cada vez que un camarero pasaba, el estudiante cogía una copa de champán para celebrar el éxito de su prometido.

Eso había conseguido que el castaño decidiera no dejarlo pasar la noche solo por si necesitaba algo. Eso había conseguido que lo llevara a su casa y, como no esperaba invitados, la única cama que estaba preparada era la suya propia. Decidió que dormirían juntos, esperaba que el otro no pensara nada malo porque su intención no era otra que cuidarlo en la resaca cuando se despertara.

Intentó ponerle algo de ropa para dormir, pero como no pudo, decidió que él durmiera en calzoncillos y ropa interior. Esperaba que el otro no se enfadara porque le quitara la ropa, pero no quería que durmiera incómodo con el pantalón del traje y la camisa.

–Hola, papá. –El joven saludó a su progenitor.

–Hola, hijo. ¿Qué tal acabasteis ayer? –El mayor preguntó mientras se quitaba la chaqueta y la colgaba en el perchero de la entrada.

–Bueno... Blaine disfrutó mucho, esto te lo aseguro. –Sebastian sonrió mientras caminaban al salón.

–¿Has hablado con él? –Xavier preguntó, pero se sorprendió al recibir una respuesta que no provenía de su hijo.

–¿De qué tenía que hablar conmigo? –Blaine preguntó mientras salía de la habitación donde había dormido, con unos pantalones que claramente pertenecían a alguien más alto que él y en camiseta interior.

–Vaya... No sabía que habíais pasado la noche juntos... –El mayor se sintió algo cohibido porque hasta ese momento había evitado cualquier relación con los amantes de su hijo y no sabía cómo debía reaccionar en situaciones así.

–No es lo que piensas, papá. Blaine no se encontraba bien y decidí traerlo aquí... No quería que estuviera en su casa solo... –Sebastian parecía algo molesto y se volvió para hablar con su prometido. –Blaine... ¿Necesitas algo? ¿Una pastilla para el dolor de cabeza? ¿Algo de comer?

–¿Me trajiste a tu casa porque estaba borracho y no querías que estuviera solo? –El moreno cuestionó. Si su mente estuviera despejada, jamás habría reconocido su estado la noche anterior, pero todavía estaba algo desubicado.

–Eres mi prometido, tengo que cuidar de ti. ¿Recuerdas que ayer te dije que tenía que hablar contigo? Mi padre ha venido a ver si lo había hecho. Luego, cuando te encuentres mejor, te cuento todo... Pero, ahora, yo me sentiría mejor si desayunas un poco. ¿Te apetece algo en especial? –El candidato a congresista preguntó.

–Bueno... Me gustaría tomar café, si puede ser. –Anderson pidió algo avergonzado.

–Claro que tengo café... La asistenta ha ido a comprar croissants, tengo pan para hacer tostadas, fruta y cereales... ¿Qué te apetece? –Sebastian sonrió con dulzura.

–Algo de fruta y un croissant estará bien... Y una pastilla para el dolor de cabeza, si puede ser. –El moreno se sonrojó porque no le gustaba pedir cosas, se había acostumbrado a conseguirlas por sí mismo.

Los dos acompañaron al más joven a la cocina y esperaron a que desayunara para hablar de lo que realmente les importaba. Mientras comía, los otros dos intentaron mantener una conversación relajada.

Cuando Anderson terminó, se dirigieron al salón para tener esa conversación que tanto les interesaba. Blaine se sentó junto a Sebastian y decidió apoyarse en el hombro del otro, estaba demasiado cansado y solo quería sentir la proximidad de otra persona.

La noche anterior se había sentido bien al recibir el cariño de su prometido, extrañaba sentirse tan cerca de alguien. Kurt había sido un novio distante, muy poco dado a demostrar su amor. Tal vez ese cambio le aportaría más cosas de las que pensaba en un momento.

Al sentir al otro tan cerca, el candidato a congresista pasó su brazo por la espalda del otro para sostenerlo todo lo cerca que podía. Sabía que ya no tenía sentido negar lo que sentía y, aunque sabía que sus sentimientos todavía no eran correspondidos, sabía que existía la posibilidad de conquistar al hombre que tenía a su lado y se iba a esforzar para conseguirlo. Tal vez, en algún momento, su relación no sería una farsa y conseguirían ser completamente felices en su matrimonio.

–Ayer vino Cooper a la celebración. –Xavier le explicó.

–¿Cooper? –Blaine tardó unos segundos en darse cuenta a quién se refería. –¿Cooper Anderson?

–Sí, tu hermano Cooper... –El expresidente confirmó. –Nos comentó unas cosas que nos preocupan...

–¿Os ha chantajeado? No sabe nada de mí desde hace más de diez años... ¡Si se habrá enterado de mi sexualidad por la prensa! Sea lo que sea lo que ha dicho que quiere, no le creáis. Nunca ha querido saber nada de la familia... –El moreno negó con la cabeza.

–Eso no es del todo cierto... Al menos su versión, algo que me encaja con lo que sé sobre tu padre. Tus padres lo echaron de casa porque no quiso dedicarse al negocio familiar y le prohibieron tener contacto contigo porque creían que podría ser un mal ejemplo para ti. ¿Los crees capaces de hacer algo así? –Sebastian preguntó.

Xavier vio como el joven bajaba la mirada, algo que para su hijo era imposible de notar porque Anderson seguía con su cabeza apoyada en el hombro del político. Empezó a darse cuenta de que Cooper tenía más razón de la que ellos pensaban.

–Blaine, puedes confiar en nosotros, no vamos a juzgarte. Solo queremos ayudarte. –El mayor explicó.

–¿Me prometéis que, os cuente lo que os cuente, no os enfadaréis conmigo? –El moreno preguntó y los otros dos se miraron asustados. ¿Qué podía ser tan malo para que pensara que iban a enfadarse con él?

–Lo prometo. –Sebastian besó el pelo del otro con dulzura, esperaba poder protegerlo de todo.

–Yo también lo prometo. –Xavier sabía que necesitaban escuchar lo que fuera a contar.

–Mis padres no llevaron nada bien cuando salí del armario. Son homófobos, por mucho que últimamente tengan que ocultar su opinión porque sus creencias no son tan fuertes como su ambición. Llevan años apoyando candidatos que creen que pueden tener éxito para poder contar con algún tipo de privilegio, pero su apoyo sólo dura mientras crean que pueden tener beneficio. Desde que salí del armario, empezaron a distanciarse de mí. Debí haberlo imaginado, no iban a consentir que su hijo fuera lo que ellos consideraban una deshonra. Cuando cumplí dieciocho años, les dije que quería ser cantante y que me encantaría contar con su apoyo. Al día siguiente, mi padre trajo la solicitud para estudiar Administración de empresas aquí en Washington y me dijo que, si quería seguir siendo su hijo, debía dedicarme a los negocios familiares. Tenía dudas, así que hablé con el que era mi novio. Kurt me dijo que debía ser inteligente, que tenía que mirar por mi futuro. Dijo que tenía ante mí la oportunidad de garantizar mi futuro y el de mi familia. Me presionaron tanto que decidí aceptarlo y olvidar mis sueños... Hasta que mi padre me dijo que debía comprometerme contigo. Ahí me convenció de era mi oportunidad para convertirme en lo que yo quisiera. Siento no haberte contado mis verdaderos motivos para comprometerme contigo, pero temía que me rechazaras por eso. –Blaine escondió su cara en el hombro del otro, avergonzado por lo que acababa de confesar.

–No tienes que disculparte, no me conocías y te estaban forzando a hacer algo que no querías... Si quieres, podemos romper el compromiso. No quiero que te sientas obligado o que hagas algo que no quieres... –Sebastian contuvo la respiración, no sabía cuál sería la respuesta del otro. Aun así, quería que fuera totalmente libre para decidir.

Matrimonio Por Conveniencia (Glee Seblaine boyxboy)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora