-Así que aquí es dónde vives...- Sam se metió a mi habitación.
-¿Qué haces aquí?- le repetí y él se puso frente a mí.
-Quería asegurarme de que llegaras bien a casa, entonces te seguí- respondió con una sonrisa, pero luego esta se desvaneció-. ¿Qué te pasó en los brazos?
-Nada- fruncí el ceño, pero Sam los tomó y los observó detenidamente.
-Tienes unos dedos marcados aquí- dijo él con seriedad-. ¿Quién te hizo esto?
-Nadie.
-Katrina...
-Estaba jugando con mi hermano, ¿sí?- me inventé-. Es pequeño, se le debe haber pasado la mano.
-¿Qué tan pequeño?- Sam enarcó una ceja-. Tiene unas manos gigantes.
-Bueno, ya basta- me solté de él-. Llegué a casa, estoy bien, ya puedes irte.
-¿Con quién hablabas por videollamada?
-¿Por qué me haces tantas preguntas?- lo miré a los ojos y él encogió los hombros-. Debes irte, si alguien te ve, estaré muerta.
-Pero quería hablar contigo un rato.
-Pues háblame el lunes en la escuela. O mejor aún, en un millón de años.
-No- Sam tomó mi rostro entre sus manos y yo me quedé inmóvil-. Tiene que ser ahora, es importante.
-Ya te dije que no, en cualquier momen...
-¿Katrina?- tía Mel tocó la puerta-. ¿Todo bien?
-Vete, vete, vete- le susurré a Sam, pero él negó con la cabeza.
Entonces lo lancé al suelo y lo metí debajo de mi cama para que se escondiera, el único problema era que este no se dejaba de reír como desquiciado.
-Ya- lo callé-. Ni una palabra, ¿me oíste?
Sam se cubrió la boca con ambas manos y entonces, fui a abrirle a tía Mel.
-¿Si?- le sonreí.
-Me pareció escuchar unas voces- tía Mel entró a mi habitación y empezó a recorrerla lentamente-. Tardaste en abrir.
-Ah, es que estaba hablando con Stephanie- mentí y me salió tan bien que de seguro se me había pegado el talento de los Prescott.
-Entiendo- ella se detuvo en la ventana-. ¿Qué hace esto abierto? Hace mucho frío, te puedes resfriar.
-Tan solo quería un poco de aire fresco- fui con ella y la cerré-. Listo.
-¿Todo bien? Estás toda roja- tía Mel tocó mi frente-. Y también estás caliente, ¿no será que tienes fiebre?
-Tía Mel- saqué sus manos de mi cara-. Será mejor que te vayas.
-Solo... Solo me preocupo por ti.
-Pues lo hubieras hecho allá afuera- le mostré mis brazos y ella se quedó callada-. Por favor, déjame sola.
-Lo haré- tía Mel se dirigió a la puerta, pero antes de salir, volteó hacia mí-. Lo siento tanto, Katrina.
-Con que cuides de Tommy mientras no estoy es suficiente.
-Lo hago, te prometo que Pat ni se le acerca.
-Y que así siga siendo. ¿Ya te vas?
-Sí, pero antes, puedo... ¿Puedo darte un abrazo?- preguntó con lágrimas en los ojos y yo asentí.
Me acerqué a ella para abrazarla y así estuvimos unos segundos hasta que a Sam se le ocurrió estornudar, por lo que de inmediato me puse a toser como si me hubiese atragantado con algo para disimular.