Carta a Bea

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Querida Bea,

Espero que algún día puedas perdonarme, de veras que sí.

No sé cuándo estaré de vuelta y probablemente, no vayas a saber de mí en mucho, pero mucho tiempo. Pero quiero que sepas que, mientras yo siga con vida, sea como sea, esté en donde esté, me aseguraré de que no le suceda nada a Leah porque te lo prometí y así será.

Te quiero como no tienes idea, hermanita, y que decir de lo orgullosa que estoy de ti y de la persona en la que te has convertido. Y es que eres brillante y eso es algo que desde muy pequeña he admirado (y envidiado) de ti. No cabe duda que siempre la que más ha sobresalido entre las dos has sido tú y no tengo ningún problema en admitirlo porque no es solo un don el que tienes, sino cientos de miles. Como aquella vez que te memorizaste una canción entera de Abba en cuatro minutos para el recital de tercer grado. O cuando obtuviste una calificación perfecta en física, química y matemáticas en noveno, y el primer ministro nos invitó a cenar a su casa.

Recuerdo que me enamoré platónicamente de su hijo, quien fue tu novio por unas cuantas semanas, claro.

Sé muy bien lo capaz que serás de graduarte con honores de la universidad en unos cuantos años y a la vez, la mejor mamá del universo.

Estoy dejando en mi habitación algunas cosas para Leah, entre ello, los cuentos del abuelo que me solías leer a los seis años cuando aprendiste antes que yo. Cuéntaselos a ella y por favor, hazle saber lo mucho que la quiero. Hazle saber que tiene a una tía que anda viajando por el mundo y que cuando ella menos lo espere, tocará a la puerta y se quedará.

Te voy a extrañar, Beatrice, y no habrá día en el que no piense en ti, en papá, en Tommy y en Leah. Extrañare nuestras discusiones cotidianas, tu estúpido reality canadiense que no tiene fin, tus zapatos de fiesta que siempre usaba a escondidas, tu mal gusto en esmalte de uñas, verte estudiando a mitad de la noche sin razón alguna, tus tirones de cabello, tus ronquidos capaces de despertar a medio planeta, tus constantes bromas sin sentido, lo mal que cantas, lo bien que preparas postres, lo mal que me caes a veces y la falta que me haces cuando no estás en casa.

Y sé que nunca te lo he dicho, pero eres la mejor hermana que pude haber tenido y no puedo esperar a volverte a ver.

Con amor,

Katrina F.



Prohibido SoñarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora