Navidad.
Eran las vacaciones de invierno y la primera semana, me la pasé encerrada en mi habitación hablando con Stephanie, Charlie y en ocasiones con Barbara ya que no tenía nada mejor que hacer. En la biblioteca, la señorita Maggie también me había dado unos días libres hasta retomar la escuela, cosa que me dejo más horas de ocio y aburrimiento. No había visto a Sam desde el último día de clases, pero si hablábamos de vez en cuando por mensajes de texto.
Llegó Noche Buena y todo el día me la pase con Tommy recorriendo el Times Square y patinando sobre hielo en el Rockefeller Center, lugares que, a pesar de vivir en la mismísima ciudad de Nueva York, nunca solíamos visitar.
A eso de las cinco de la tarde, ambos volvimos a casa y al entrar a mi habitación, me encontré con nada más y nada menos que un Sam bronceado sentado en el marco de mi ventana.
-¿Qué haces aquí?- le pregunté con una sonrisa y él se acercó a mí para abrazarme.
-Te extrañe.
-Yo no- lo aparte por el pecho-. ¿Cuándo volviste de México?
-Hace un par de horas. Por cierto, te traje esto de Cancún- él sacó de su bolsillo una pulsera y cogió mi muñeca para ponérmela.
-No tenías que traerme nada, Sam.
-Estuve pensando en ti. ¿Qué esperabas?- él sonrió-. Vine por esto y además, para invitarte a la cena de Navidad que ofrecerá mi familia esta noche.
-Sam, no lo sé...
-Mi mamá insiste en que asistas. Y yo también.
-Sabes que Pat está loco y tía Mel no querrá ir sin él.
-Katrina, a mí no me interesa ese idiota, me interesas tú y si eso implica su asistencia, tendré que aceptarlo. Y contenerme de golpearlo.
-Sam...
-Tocaré la puerta principal e invitaré a tu tía yo mismo, ¿sí?
Antes de poder decir otra cosa, él salió por la ventana y en menos de un minuto, oí como se abría la puerta de la cocina y no tardé en salir a su encuentro. Tía Mel lo había hecho pasar a la sala principal y él al verme, me sonrió.
-Hola, Kat.
-Hola. ¿Qué pasa?- le pregunté y Sam se rio de mi pésima actuación.
-La familia de Sam nos invitó a una cena Navideña- me dijo tía Mel con una sonrisa y al mirarla, pude notar el entusiasmo en sus ojos.
-Lamento avisarles sin la anticipación adecuada, pero fue de último minuto- se disculpó Sam-. Mi familia y yo estuvimos fuera del país.
-Sí, eso ya lo notamos- señalé su rostro naranja y tanto él como mi tía se rieron.
-¿Podremos contar con su asistencia?
-Por supuesto- confirmó tía Mel sin darle rodeos al asunto-. Muchas gracias, Sam.
-Los veré ahí- él se despidió de ella y luego se acercó a mí para besar mi mejilla.
Él se fue y antes que yo pudiera correr a mi habitación, mi tía inició el interrogatorio que sin duda, me quería ahorrar. Pero ya era tarde.
-¿Ustedes dos son novios, verdad?
-¿Qué? No- fruncí el ceño-. Tan solo somos amigos.
-Vaya que es muy encantador. ¿No te gusta?