El domingo dediqué mi mañana entera a hacer tareas, completar proyectos y demás por lo mal que me había ido el último mes en la escuela. Sam también hizo lo mismo e incluso me ayudo un par de horas con matemáticas y todo eso, en mi habitación.
-Llevamos cinco horas haciendo esto, Kat. Apuesto a que estas al día- me dijo Sam cogiendo mi mano-. ¿Vamos ya a mi casa? Muero de hambre.
-De hecho... ¿No quieres quedarte a almorzar?- le pregunté con una sonrisa y es que por más escandalosa que sea tía Mel respecto a los chicos, quería que ambos se conocieran mejor.
-Pues me gustaría- Sam asintió-. Iré a tocar la puerta, ¿sí?
-Si.
Él besó mi cabeza y salió por la ventana. Yo esperé unos segundos a que sonará el timbre y corrí a la cocina en donde tía Mel lo saludaba con un abrazo.
-Hola, Kat- me saludó él y me reí, cosa que pudo delatar mi mala actuación, pero mi tía no era muy observadora que digamos.
-Tía Mel, olvidé mencionarte que invité a Sam a comer- le dije y ella junto sus manos con una sonrisa.
-Me parece genial. Eres bienvenido cuando quieras, Sam.
-Gracias, señora Mel.
-Oh, llámame Mel. Sólo Mel.
-De acuerdo... Mel.
-Bueno, Sam y yo estaremos en...
-En la sala- completó mi tía y yo asentí.
Ambos pasamos a la sala principal y ahí encendí la televisión para luego aumentarle el volumen.
-Tía Mel no deja pasar a chicos a mi habitación así nomás- le dije poniendo mis ojos en blanco y Sam se rio.
-Si supiera que hasta hemos dormido juntos...
-Ni se te ocurra mencionarlo. Cualquiera y en especial tía Mel pensaría en...
-Sexo- me interrumpió y yo golpeé su brazo al ver a Tommy que acababa de sentarse con nosotros en el sofá.
-Hola, Tom- le pasé el control remoto de la televisión y mi hermano cambió de canal a uno de sus partidos de futbol que tanto le gustaban.
-Hola, amigo- Sam sacudió su cabello-. ¿Qué equipo crees que gane?
Tommy le señaló un jugador de camiseta blanca y Sam asintió.
-Creo lo mismo, ese tipo es muy bueno. ¿Sí que te gusta el futbol, eh?
-Le encanta- respondí por Tommy-. Y juega muy bien.
-Apuesto a que sí.
-¡A comer!- gritó tía Mel y los tres entramos a la cocina donde, lamentablemente, estaba Pat.
Él ni si quiera saludo a Sam al vernos y empezó a comer como si no lo hubiera hecho en siglos, cosa que me avergonzó bastante. Durante todo el almuerzo, traté de evitarlo creando nuevos temas de conversación cada cinco minutos y cada vez que Sam hablaba animadamente con tía Mel, Pat lo fulminaba con la mirada.
-¿Acaso son novios?- preguntó él de repente interrumpiendo a Sam y yo me atraganté con la comida que tenía en la boca.
-Pat...- tía Mel cogió su brazo-. Qué preguntas haces.
-Debo saberlo. Ya sabes, como nuevo padre de Katty.
-No me gusta que me llamen "Katty" y no eres mi nuevo "padre"- le dije con el ceño fruncido-. Y no lo serás nunca.