-¿Se podría saber cuánto te costó todo esto?- le pregunté a Sam al entrar a la habitación del lujoso hotel en el que estábamos.
-No te voy a decir- respondió él con una sonrisa-. Solo sé que mis papás me van a asesinar cuando vean el estado de mi tarjeta.
-Sam...
-Descuida, Kat.
-¿No pudimos haber ido a un hotel más... Sencillo?
-No- él se lanzó a la gran cama matrimonial y yo crucé los brazos negando con la cabeza.
-Bien, duérmete. Yo iré a darme una ducha.
-De acuerdo- Sam bostezó y cerró los ojos.
Me metí al baño y al mirarme al espejo, solté un bufido. Lucía terrible. Por suerte, tenía mi bolso con ropa limpia y maquillaje, así que después de tomarme una ducha de treinta minutos, probablemente la más larga de toda mi vida, me tome el tiempo de arreglar mi cabello y mis cejas que no tenían forma alguna.
-Hey, ¿Qué haces despierto?- le pregunté a Sam al salir a la habitación.
-No puedo dormir.
-¿Por qué?- me senté a su lado y pase mi mano por su cabello.
-No lo sé.
-Pensé que te habías quedado dormido cuando me metí a bañarme.
-Y yo, pero tan solo estuve así cinco minutos- él se incorporó en la cama-. ¿Tú no tienes sueño?
-Un poco- curvé los labios.
-¿Sabes? Creo que debería tomar una ducha.
-Sí, yo también lo creo- le dije y él se rio.
-Ya vuelvo.
Sam se levantó de la cama y se metió al baño, y a diferencia mía, se tardó tan solo diez minutos en salir.
-Esta calefacción me está matando- dijo él acercándose a mí, estaba sin camiseta y lucía descomunalmente guapo-. ¿Qué pasa?
-¿Por qué te fijaste en mí?- le pregunté.
-¿A qué viene eso?- se sentó a mi lado.
-A que todas las chicas de la escuela mueren por salir contigo y muchas son el doble o triple de bonitas que yo.
-¿Y crees que eso basta para captar mi atención?
-Bueno...
-Katrina, todas ellas no son ni la mitad de brillantes que tú- Sam cogió mi mejilla-. Y eres preciosa, ya te lo he dicho.
-Y tú también, por eso es que me cuestiono.
-Kat, siente esto- él cogió mi mano y se la llevó a su pecho-. ¿Crees que todos tenemos la suerte de tener tan vivo el corazón?
-Pues... No lo sé.
-La respuesta es no. Y es por eso que me tienes loco.
Sam se inclinó a mí hasta besarme y aunque al principio íbamos lento como todas las veces, acabamos yendo tan rápido, que al separarnos, yo estaba debajo de él. Sam empezó a besar mi cuello y pude sentir sus manos escurrirse dentro de mi suéter, entonces él me quitó la camiseta y ahí fue que sentí un nudo tan grande en la garganta, que decidí detenerlo.
-Sam- cogí su rostro y lo miré a los ojos-. No estoy lista.
-Katrina, yo...
-Sé que estas cosas son normales para ti, pero yo nunca... Ya sabes, he hecho esto. Lo siento.