K a t r i n a
-¿Pero qué pasó ahí?- le preguntó su madre a Sam una vez que este se acercó a nosotros.
Todos habíamos presenciado cómo Summer lo había besado y segundos después, se había puesto llorar por algo que él le había dicho.
-Nada- contestó de lo más tranquilo y luego, volteó a mirarme con una sonrisa-. Kat, viniste a verme.
-De hecho, vine por...
-Ellos son Ben, Lily y Lulú- me interrumpió para presentarme a cada uno de sus hermanos-. Y bueno, a Natalie ya la conoces.
-¡Buen partido, hermano mayor!- las gemelas se lanzaron a sus brazos y Sam las levantó a ambas a la vez.
Diablos, o ellas pesaban muy poco o él era realmente fuerte.
-Le hablábamos a Katrina de nuestra tradición de ir a comer pizza después de cada partido tuyo- dijo la directora-. A que debería acompañarnos esta noche.
-Justo eso le iba a preguntar- Sam tocó mi hombro-. Ven con nosotros, Kit Kat.
-No- quité su mano, pero le sonreí amablemente a su madre para no quedar como una maleducada-. Lo lamento, pero no puedo, debo regresar a casa temprano.
Y vaya que lo lamentaba, pues moría de hambre, pero más era mi preocupación por Tommy y el asegurarme de que estuviera bien.
-Entiendo- ella asintió-. ¿Deseas que te llevemos a casa?
-Muchas gracias, pero un amigo lo hará.
-¿Qué amigo?- preguntó Sam y sus hermanos se rieron.
-Pues Charlie, quién más- puse los ojos en blanco.
-Bien, pero no se vayan por ahí que mañana pasaré por ti y tu hermano a las ocho en punto.
-El que no debería irse por ahí eres tú- vacilé y él me iba a contestar, pero su madre se le adelantó.
-¿Tus padres ya saben que vendrán con nosotros al partido?- me preguntó.
-Sí... Bueno, no- arrugué la nariz-. Es que vivo con mis tíos, pero estoy segura de que no tendrán problema con dejarnos ir.
-¿Segura? Puedo llamar a tu casa si deseas.
-No, no es necesario- negué con la cabeza, qué tal y si le contestaba Pat.
-Lo hará de todas formas, ¿sabes?- me dijo Sam entre risas y aunque traté de disimular, el nudo que se me hizo en la garganta me impidió hablar por unos segundos hasta que a lo lejos, vi a Charlie haciéndome señas.
-Ya debo irme- me levanté de la tribuna y aunque Sam me ofreció su mano para ayudarme a bajar los escalones, yo opté por saltar y vaya que fue una mala, pésima idea.
-Wow, tranquila, Spiderman- me dijo Sam que había amortiguado mi caída tomándome de los brazos.
-Gracias- le agradecí de lo más avergonzada y me despedí de toda su familia.
-Hasta mañana- me dijeron todos al unísono como si lo hubieran ensayado con anticipación y fui con Charlie y Levi que no paraban de reírse como un par de hienas-. ¿Qué?
-Que sólo a ti se te ocurre saltar semejante altura- me contestó Charlie-. Si no hubiera sido por tu príncipe azul...
-Si te callaras la boca...- lo fulminé con la mirada y con ambos aun riéndose de mí, nos dirigimos al estacionamiento.
-Oigan, ¿les importaría darme un aventón?- nos preguntó Levi una vez que llegamos al majestuoso Porsche que algún día sería de Charlie.
-Claro, pon tu dirección aquí- Charlie le dio su celular y los tres nos subimos al auto.