25.

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k a t r i n a

Seguía cayendo, cuando de pronto, todo pareció detenerse y una soga cayó por el precipicio, y por un segundo, creí que esta me había susurrado "sujétate". Y lo hice, sin pensarlo dos veces, empecé a trepar la soga y aunque estuve a punto de caer innumerables veces, llegué al gran destello de luz en medio de toda esa oscuridad.

Ahí fue que desperté de aquella pesadilla.

No podía moverme, no podía si quiera respirar con normalidad y cuando la silueta de un hombre apareció frente a mí, tuve que parpadear varias veces para poder verlo con claridad.

-Sam- murmuré y él me sonrió.

-Despertaste... ¡Despertaste!- exclamó levantándose de la silla en la que estaba y tocó mi rostro.

-¿Qué paso?- quité el tubo que tenía en la boca y sentí ardor en mi pecho.

-No, no, no- Sam me soltó y volvió a colocar el tubo donde estaba anteriormente.

Cerré los ojos por lo mucho que me pesaban los párpados y al abrirlos, el sol que entraba por la ventana ya no estaba ahí, me había quedado dormida.

-Hola, Katrina. ¿Cómo te sientes?- me preguntó el papá de Sam y yo toqué mi boca, el tubo ya no estaba ahí.

-Confundida. Muy confundida- respondí frunciendo el sueño y miré a mí alrededor-. ¿Dónde está Sam?

-No tarda en llegar.

-¿Dónde estoy?

-En la clínica.

-¿Qué? ¿Qué me paso?- intenté incorporarme en la cama, pero se me hizo imposible-. ¿Por qué no puedo moverme?

-Tuviste un accidente. Dime, ¿Qué es lo último que recuerdas?

-Pues... Caí de las escaleras, Pat me empujó- respondí tratando de hacer memoria, la cabeza me dolía-. ¿Qué paso exactamente conmigo, señor Prescott?

-Estuviste en coma dos meses.

-No puede ser...- sentí mi corazón latir rápidamente y el miedo se apoderó de todo mi cuerpo-. Tengo que ver a mi hermano y a mi tía, tengo que...

-Tranquila, ellos están bien- el papá de Sam tocó mi brazo-. Respira profundo, vamos.

Yo inhale, exhalé y después de unos segundos, sentí como mi cuello empezó a relajarse sobre la almohada que tenía debajo.

-Intenta mover los dedos.

-De acuerdo- dije posando la mirada en mis manos y con mucha concentración, lo logré.

-Muy bien- él anotó algo en el bloc de hojas que traía en la mano y entonces, con la misma determinación con la que pude mover los dedos, giré mi cabeza hacia la ventana y al ver mi reflejo, solté un grito ahogado.

-¿Qué paso con mi cabello?- pregunté.

-Fue necesario raparte para la operación.

-Dios mío.

-Crecerá, Katrina.

-Lo sé- asentí y lleve mis manos a mis mejillas para limpiarme las lágrimas.

Entonces, Sam entró a la habitación y ni bien lo hizo, corrió a abrazarme.

-Estás bien- murmuró él en mi oído-. Estás bien.

-Volveré enseguida- dijo su papá y salió de la habitación.

-¿Te duele algo?- Sam se separó de mí y yo negué con la cabeza.

Prohibido SoñarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora