Días antes de la partida de Sam a la universidad, decidí escribirle una carta explicándole el porqué de mi futura desaparición, el por qué ya no podía seguir con él y mil y un mentiras más que inventé las noches que no podía conciliar el sueño ni con pastillas.
Hasta que llegó el último día.
Sam me llamó para que lo ayudase a empacar ya que aún no tenía nada listo y yo, como no quería desperdiciar ni una sola hora que me quedaba con él, fui a su casa a las siete de la mañana sin desayunar ni nada por miedo a vomitarlo todo de los nervios.
Pero en eso, cuando iba caminando a la casa de los Prescott, alguien tiró de mí hacia un callejón y al ver de quien se trataba, ni me molesté en golpearlo o algo por el estilo ya que ya estaba lo suficientemente herido.
Manny llevaba la cara ensangrentada y llena de moretones.
-Parece que ya estamos en la cuenta regresiva, Kat- me dijo él con una sonrisa, sus dientes también estaban teñidos de rojo.
-Aún me quedan cuatro días- mascullé.
-Hablo de la cuenta regresiva para que tu noviecito se vaya con esa linda chica prodigio.
-¿Y tú como sabes eso?- le recriminé, pero él me ignoró.
-¿Ya tienes el dinero?
-No le pienso robar a nadie. Y mucho menos a mi papá.
-Pues déjame decirte que yo ya tengo mi parte.
-¿De qué hablas?
-¿No lo sabías? Seremos compañeros de viaje, primita.
-No, no, no- negué con la cabeza-. Eso no estaba dentro del trato.
-Tampoco que se llevaría a mi mamá y que me amenazaría con matarla si es que no me largo contigo, pero ya sabes, nada es justo en esta vida.
-¿Él te hizo eso?- señalé su rostro y Manny se rio.
-Sugiero Goa, India- dijo él, nuevamente, evadiendo mi pregunta-. Pero eso lo discutiremos luego de que Sammy se vaya. Solo consigue $15,000 cuanto antes.
-Pero...
-Anda, el niño rico te debe estar esperando.
Manny retrocedió unos cuantos pasos y por primera vez, sentí más lástima que odio por él.
Seguí con mi camino a casa de Sam y al llegar, fue su mamá quien me abrió la puerta y me dejo pasar.
-Estoy tan emocionada- me dijo ella con una sonrisa mientras me guiaba a la habitación de su hijo-. Tan solo fue ayer cuando se le cayó el primer diente...
-Debe estar muy orgullosa de él- toqué su brazo.
-Pero por supuesto, como no tienes idea- asintió-. Y de ti también, apuesto a que veré tus libros más seguido en las estanterías.
-Eso espero- curvé los labios y espere a que ella mirase a otro lado para cerrar los ojos con fuerza ya que se me habían llenado de lágrimas.
Y es que ya le había comunicado a la universidad que no estudiaría ahí ni este semestre, ni el próximo y probablemente, nunca.
Llegamos a la habitación de Sam y su mamá se fue a la suya justo cuando él me abrió y me besó rápidamente.
-¿Cómo estás?- le pregunté y Sam tomo mi rostro entre sus manos-. ¿Nervioso?