-Cómo… ¿Ya lo saben? –Me preguntó Nicole en la segunda clase del día, álgebra.
-Sip. Beth todo, Kate lo principal –contesté, intentando concentrarme en lo que la profesora decía, fracasando estrepitosamente. Dejé el cuaderno a un lado, viendo que no fui la única.
-¿Lo aceptaron? –Insistió.
-Sí. De hecho… –busqué en los bolsillos del bolso hasta dar con un papel arrugado –. Mis hermanas quedan eliminadas. Ahora queda… un montón de gente.
Nos quedamos un momento en silencio, rodeadas por los murmullos constantes de los demás alumnos. Entonces, recordé algo.
-¿Cómo te fue con el ginecólogo? –El domingo había intentado comunicarme con ella, pero su celular había fallecido durante la noche.
-Nada en especial. Preguntas incómodas, ya sabes, como ¿Has tenido relaciones? Mi mamá estaba allí… creo que se relajó cuando dije que no –rodó los ojos –. Estoy segura que el ginecólogo era una excusa para sacar sus estúpidas sospechas.
En la siguiente clase estaba absolutamente sola. Unas crecientes ganas de hacer pis fueron aumentando hasta convertirse en insoportable. Sabía que el profesor Howard no era muy partidario de ir al baño en medio de las clases, pero podría hacer una excepción ¿Cierto?
-Sr. Howard, ¿Puedo ir al baño? –Hice mi mueca más incómoda sin mucho esfuerzo.
-Ya sabes cuáles son mis reglas, Jones –contestó frío, escribiendo en la pizarra unos ejercicios de química.
-Sí… pero esto es un problema… femenino –vale, en estos casos, me alegraba un montón ser mujer. Y no estaba mintiendo del todo, embarazarse precisamente no lo hacía un hombre.
El profesor me miró con horror.
-Que no se vuelva a repetir. Puede ir.
Feliz como una perdiz, salí del salón de clases y troté lo más rápido que pude hasta el baño. Completamente relajada volví a clases, pasando junto a la oficina del director. No era una condicional cotilla, pero había que aprovechar la oportunidad cuando las paredes eran transparentes. El director estaba allí, con su panza tan enorme que me compadecí de la pobre silla. Y frente a él, dos chicos completamente desconocidos para mí.
Decidí alejarme de ese lugar y volver al salón de química. Cuando ya había avanzado dos pasos, el timbre ya había sonado. Genial, ahora tenía que ir a buscar mi bolso. ¿Por qué no hacía como Niki y lo guardaba en el casillero? Entré al aula y busque entre las mesas hasta dar con él. Lo cogí y volví a salir, estrellándome con Nicole.
-¡Te estaba buscando! –Exclamó, con una sonrisa tranquila –. Escuché que se unieron a la escuela dos personas.
La miré simulando interés.
-Creo que los vi en la oficina del director –dije.
-¡¿De verdad?! –Comenzamos a ir juntas al salón de matemáticas –. ¿Y cómo eran? No, espera, allí están.
Era cierto, una chica de piel morena reía junto a un chico realmente alto, que le sacaba dos cabezas al menos. Arrastré a Niki al salón antes de que me dejara en vergüenza, acercándose a ellos y comenzar a hacerles una entrevista completa.
-Estás me las pagarás –gruñó mi amiga, con los brazos cruzados y un puchero.
-No seas infantil –rodé mis ojos.
A Nicole se le había pasado el enojo cuando íbamos caminando hacia la cafetería. No me había encontrado con Raf desde la mañana y Niki estaba impaciente por contarle de la nueva noticia. Sin embargo, no fue necesario, ya que en la mesa en que generalmente nos sentábamos, estaba él, su novia Kim y los dos nuevos. ¿Teníamos compañía? Eso era raro.
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Destino
RomanceVeamos, por un lado, tenemos a la hija de una madre obsesionada con su peso y encontrar otro esposo perfecto. Un chico que quería aprender secretamente a ser hacker. La novia de este, una perra con coeficiencia mental menos quinientos, y su versión...