Confesión.

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Me encontraba caminando por los pasillos de la facultad, más precisamente por los pasillos del área de economía. Me siento nerviosa, pero intento controlarme, lo que menos quiero es un ataque de nauseas cuando le cuente las buenas nuevas a Esteban (Nótese el sarcasmo).
Al llegar al aula donde cursa en este momento, me asomo y lo veo tomando nota de lo que dice el profesor. Como aún faltan un par de minutos para que su clase termine, decido esperarlo en uno de los asientos que hay en la pared.

Quince minutos después, lo veo salir por la puerta, me levanto como un rayo y lo tomo por el brazo desde atrás.
-Magalí, ¿Qué haces aquí? -pregunta volteandose confundido.
-Vine por que necesito hablar contigo. -Digo aún con mi mamo en su brazo.
-No puedo en este momento. -Suelta girándose y comienza a marcharse.
-Estoy embarazada. -Suelto sin poder contenerme, gracias a alguna intervención divina, cuando lo dije ya estábamos solos en el pasillo.
-¿Qué acabas de decir?, ¿Embarazada? -pregunta girándose rápidamente y volviendo sobre sus pasos hasta donde estaba yo- ¿De qué estás hablando? 
-Si, veras... -Digo algo nerviosa, pero me obligo a terminar con esto- Hace unos días que estoy teniendo nauseas y cuando consulté mi calendario... Llevo tres semanas de retraso, dentro de nueve meses tendremos un bebé. -Finalizo mientras siento que parte de la tensión se aligera, aunque no por mucho tiempo.
-¿Estas segura de eso? -pregunta algo pálido.
-Si, el test dio positivo. -Respondo tragando con dificultad.
-Lo siento, pero no te puedo ayudar con esto. -Responde alejándose- Será algo con lo que tendrás que lidiar sola. -Suelta y siento como todo se desmorona.
-¿Qué estás queriendo decir? -Digo mientras siento como un nudo se forma en mi estomago.
-Eso, no puedo hacerme cargo de ese bebé. -Responde esta vez frío y distante.
-¿Cómo? -Digo sin poder creerlo- El bebé que estoy esperando es tanto tuyo como mío.
-Eso debiste pensarlo antes de quedarte embarazada. -Suelta molesto.
-Eres un imbécil Esteban. -Digo con las lágrimas ya rodando por mis mejillas. Sin esperar respuesta, di media vuelta y me alejé de allí sintiéndome más sola que nunca, va sola no, sola con mi bebé.

Llegué a la pensión, y al entrar a mi cuarto, cerré la puerta y me tiré en mi cama a liberar la bola de emociones que tenía contenidas en mi interior.

-¡Maga! -Siento que Marianela se desliza por el cuarto a toda velocidad y se agacha a mi lado- ¿Qué pasó? ¿Por qué lloras?
Me incorporo en la cama y luego de cruzarme de piernas, me seco las lágrimas que ruedan por mis mejilla.
-Hablé con Esteban. -Digo tomando un pañuelo descartable que me pasó Patri.
-¿Y qué te dijo? -pregunta Mari sentándose a mi lado.
-No se va a ver cargo del bebé. -Digo mientras nuevas lágrimas comienzan a rodar por mis mejillas.
-Shhhh, no estas sola, nos tienes a nosotras. -Dice mientras me abraza.
-Te... Tengo que hablar con mi madre. -Digo incorporándome- No voy a poder mantener este secreto por mucho tiempo sin que se de cuenta. Prefiero decírselo yo misma a que se entere cuando me crezca la barriga.
-¿Quieres que te acompañemos? -pregunta Patricia desde la puerta de nuestra habitación.
-Gracias chicas, pero es algo que debo hacer sola. -Respondo poniéndome de pie y tomando mi mochila, guardo un par de cosas en ella- Cualquier cosa me avisan, yo más tarde vuelvo.

Un papá para mi bebé®✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora