—¡Hey, más cuidado! —exclamó Priscila después de que la misma señora que la había estado molestando durante los últimos veinte minutos, accidentalmente le tirara encima la bolsa de palomitas que había introducido a escondidas.
Lo único que le molestaba era la humedad en el aire y aquella señora que no había dejado de hablar de sus gatos desde que había llegado.
Las gradas estaban llenas, gente de todos los estados había asistido a observar la última competencia de 200m libres de los nacionales de natación. Ese año su ciudad fue cede del evento que pretendía premiar a los mejores de todo el país en aquel deporte, y como era de esperar mucha gente estaba ansiosa por conocerlos.
La rubia estaba sentada en una de las gradas más cercanas a la orilla de la alberca, Tara se encontraba a un lado de ella, bebiendo lo que parecía un delicioso smoothie, ni siquiera parecía importarle que toda la boca se le hubiera pintado de un color azul intenso.
—¿Cuándo va empezar? —preguntó su hermana pequeña—. Llevamos esperado mucho tiempo.
Antes de que Priscila le pudiera contestar, pudo observar como todos los competidores se comenzaban a posicionar en su respectivo lugar, solo así pudo finalmente identificar a Lander, que estaba acomodando sus goggles y mantenía la vista fija en su objetivo.
El corazón de la chica dio un vuelco inesperado, verlo allí de pie le recordaba tantos momentos que pasaron juntos, sin embargo seguía sabiendo que ella nunca lo iba a querer de la misma manera que él.
Las voces y murmullos disminuyeron considerablemente una vez que la señal de salida se hizo sonar. Todos los competidores se lanzaron al agua y comenzaron lo que habían estado preparando durante meses.
Ya en la segunda vuelta se empezaban a notar las diferencias de posiciones, Lander estaba a la par con otro chico. El cuerpo de Priscila se llenó de adrenalina una vez que dieron la vuelta para regresar de nuevo, estaban tan parejos que no podía adivinar lo que iba a pasar, sin embargo una vez que cruzaron la mitad de la alberca, Lander comenzó a ganar ventaja y no la dejó ir hasta que terminó su recorrido por completo.
Y así fue como uno de sus sueños se hizo realidad, en casi dos minutos terminó con lo que se había propuesto desde hace tiempo atrás, en menos de dos minutos se había convertido en el ganador de 200m libres, y Priscila se sentía tan contenta de ello.
—¿Eso es todo, ya ganó? —cuestionó Tara, sin saber exactamente qué era lo que estaba pasando a su alrededor.
—Sí, lo hizo —respondió la rubia, con una enorme sonrisa en el rostro y sin dejar de ver como Lander celebraba junto a su entrenador.
La gente se comenzó a disipar, ya no quedaba nada más que ver, así que ahora iban a festejar junto con sus familiares y amigos. Priscila se dispuso a hacer lo mismo, así que tomó a Tara del hombro y la dirigió hasta donde el castaño se encontraba dando cortas entrevistas a los medios de comunicación que habían asistido. En cuanto Lander la vio su expresión cambió por completo, así que se disculpó con la reportera y se acercó cautelosamente a ella.
—Felicidades, sabía que lo ibas a lograr —confesó la rubia, privándose de su deseo por abrazarlo.
—Gracias, pero, ¿qué haces aquí? Pensé que acordamos darnos un tiempo.
Tara observaba silenciosamente el incómodo momento, así que dio unos pasos atrás, alejándose un poco y dándoles espacio suficiente para discutir algo que no entendía del todo.
—Vine a apoyarte, prometí que lo iba a hacer y aquí estoy —respondió—. Y también porque no me gusta estar así contigo, puede que hayamos terminado y que probablemente me odies, pero quiero arreglar las cosas.
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Persiguiendo la popularidad
Teen FictionPriscila tenía la vida ganada, o al menos hasta que terminara la preparatoria. Físico envidiable, calificaciones perfectas y por novio al chico más deseado por todas sus compañeras. Camila, por otro lado, era la chica buena de la historia. Nunca sal...