Nuevamente lunes. Las vacaciones de invierno se sentían cada vez más cerca, sin embargo todavía faltaba la semana de exámenes para los alumnos de la preparatoria Bizet.
El conformismo era el estado que había invadido a todos los estudiantes. Ya ni siquiera les importaba una buena nota, lo único que querían era salir de allí lo más pronto posible.
Naturalmente, Priscila Benzal se encontraba sentada en su lugar habitual, sus amigas ya habían llegado y trataban de no mencionar el asunto de Lander. Pero aquello no era una tarea fácil, pues justamente esa mañana era uno de los chismes más llamativos en la preparatoria, seguido del escándalo del rompimiento de la pareja ideal, Loan Crestán y Camila Lloret.
La rubia no sabía cómo se sentía al respecto, es decir, le alegraba que finalmente ellos dos se hubieran separado, no obstante ella conocía a la perfección el sentimiento de una ruptura amorosa, y no se lo deseaba a nadie.
Estando a solo unos minutos de comenzar con la clase de literatura, Camila cruzó la puerta del aula, pero se le veía diferente. Las ojeras eran visibles a pesar de la enorme cantidad de maquillaje que usó para tratar de ocultarlas. La mirada la mantenía abajo, no quería enfrentarse a las miradas de lástima que todo el mundo le lanzaba. Volvía a ser la misma chica tímida de hace unas semanas.
Sin cruzar la vista con nadie, Camila tomó asiento en lo que antes era su lugar, justo en la esquina del salón.
—Buenos días, jóvenes —saludó con gran entusiasmo su profesor—. Bien, todos saquen el ensayo donde estuvimos trabajando ayer, porque...
Unos golpes huecos interrumpieron la explicación del docente. Todos los presentes giraron hacia la puerta, que era el lugar de donde procedían.
—Lo lamento, maestro Ledezma —se disculpó su directora—, pero necesito que la señorita Benzal y la señorita Lloret salgan por unos minutos.
El resto de sus compañeros comenzaron a lanzar comentarios fuera de lugar, mientras el profesor solo asentía, permitiendo que las solicitadas salieran.
—Pensé que estaba claro lo del castigo —comenzó su autoridad una vez que se encontraron fuera de todos aquellos ojos curiosos—. Debo admitir que me decepcionó no verlas el viernes.
Ambas chicas desviaron la mirada, no pensaban que aquello fuera a ser un problema, en realidad no creían que faltar un día a su "servicio comunitario" fuera algo que se tomara en cuenta, ahora sabían que se habían equivocado.
—En verdad lo siento, directora Amez —se disculpó Priscila, llevándose una mano al pecho para darle más dramatismo—, pero tuve que atender algunos asuntos familiares, puede corroborarlo con mi madre si así lo desea.
—Así lo haré, Priscila —aceptó—. Y usted, señorita Lloret, ¿cuál es su excusa?
Camila abrió la boca, pero ninguna palabra salió de ella, esta vez no tenía ninguna.
—Lamento tener que decirles esto, pero no me dejan otras opciones —su directora se cruzó de brazos, luciendo intimidante ante ambas chicas—. Si no las veo el siguiente viernes, tendré que levantarles un reporte directo a su expediente.
Los ojos de Camila se abrieron como platos, durante toda su vida escolar, nunca había recibido un reporte, y ahora tampoco planeaba hacerlo.
Priscila asintió firmemente ante la amenaza, se le veía tranquila y despreocupada, todo lo contrario a la castaña. La directora Amez se alejó del lugar tras estar segura que todo había quedado claro y en orden.
—¿Vas a entrar, o qué? —cuestionó Priscila.
Por primera vez en mucho tiempo, Camila no le puso objeciones, simplemente le contestó con una mirada de aprobación y se adentró de regreso al salón.
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Persiguiendo la popularidad
Novela JuvenilPriscila tenía la vida ganada, o al menos hasta que terminara la preparatoria. Físico envidiable, calificaciones perfectas y por novio al chico más deseado por todas sus compañeras. Camila, por otro lado, era la chica buena de la historia. Nunca sal...