Hablar, ese era el primer paso en el "brillante" plan de Aaron, sin embargo Priscila no pudo poner objeciones, él había usado un buen argumento a su favor, "Mantén a tus amigos cerca y a tus enemigos aún más cerca". Así que ahora tenía que buscar una buena manera de acercarse a Camila, a partir de ahora todos los pasos de daría tendrían que ser perfectamente planeados, cualquier paso en falso podría llegar a convertirse en su fin.
Eran las ocho de la mañana, Priscila necesitaba algo más potente que un baño con agua fría para mantenerse despierta en lo que restaba de clases, así que aprovechó su hora libre y salió del campus. Se subió a su automóvil y se dirigió a su cafetería favorita, Coffe MOT.
Encontrar estacionamiento fue un problema, al igual que ella había muchas personas que necesitaban con urgencia un incentivo para evitar quedarse dormidos, sin embargo después de dar varias vueltas por el lugar, finalmente encontró el lugar perfecto. Priscila bajó de su auto y con cartera en mano entró al establecimiento.
— ¿Qué le vamos a servir? –preguntó amablemente la cajera en turno.
—Solo un café negro grande. –respondió la rubia, sacando un billete para pagar su orden.
La chica del mostrador ingresó su pedido y extendió la mano para recibir el dinero de Priscila, sin embargo alguien interrumpió el acto.
—Yo pago. –Priscila volteó rápidamente hacia aquella voz desconocida.
—No tienes que hacerlo, creo que puedo pagarme un café. –se defendió la rubia, sin embargo deseó no haberlo hecho, ya que cuando el chico volteó a verla descubrió lo atractivo que era.
—Una chica tan bonita como tú no debería pagar por cosas tan simples. –argumentó, con una sonrisa tan hermosa como el resto de él, no obstante Priscila no se dejaba avergonzar por cumplidos como ese, ya tenía experiencia al respecto.
—Lo tendré en cuenta, te llamaré cuando salga de compras. –el chico castaño pagó el café y se volvió a dirigir hacia Priscila.
—Para eso vas a necesitar mi número. –pretendió con aquella voz aterciopelada que le encantaba a la rubia.
La cajera interrumpió su extraño coqueteo al entregarle la orden correspondiente a Priscila, quien lo aceptó con un "gracias", posteriormente se dirigió a la entrada, con el castaño pisándole los talones.
—Espera, por lo menos dime cómo te llamas. –pidió el chico, sosteniéndola por su hombro derecho.
—Priscila. –respondió la rubia con una sonrisa de picardía cruzándole el rostro.
Sin nada más que añadir atravesó la salida principal y desapareció de la vista del chico, dejándolo con ganas de más.
Priscila no había visto a Camila en todo el día, su tiempo se estaba agotando, tenía que hablar con ella rápido, antes de que actuara antes que ella.
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Persiguiendo la popularidad
Fiksi RemajaPriscila tenía la vida ganada, o al menos hasta que terminara la preparatoria. Físico envidiable, calificaciones perfectas y por novio al chico más deseado por todas sus compañeras. Camila, por otro lado, era la chica buena de la historia. Nunca sal...