Capítulo 18: A último momento

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La casa de los Benzal se encontraba en completo silencio, todavía era de madrugada, así que Priscila entró a hurtadillas, lo que menos quería en esos momentos era despertar a su madre e iniciar una pelea a las seis de la mañana.

Con cuidado se quitó los tacones que traía puestos y los llevó cargando escaleras arriba. El suelo estaba tremendamente helado, la chica trataba de caminar lo más rápido posible para llegar a su habitación y pretender que nada había pasado.

—Buenos días, pensé que llegarías más tarde.

Priscila se quedó paralizada justo a la mitad de los escalones, la habían descubierto y esta vez no tenía ninguna excusa aceptable a su favor.

—Abuela –saludó, dando media vuelta para quedar de frente a ella—, ¿qué haces despierta tan temprano?

—A esta edad ya no es tan fácil dormir hasta tarde –respondió, acercándose más a la rubia, quien seguía sin moverse de donde estaba—. Pero dime, ¿te divertiste con tu amigo?

Priscila abrió los ojos como platos, si de preguntas incómodas se tratara, su abuela ganaría el primer lugar. Sin embargo no le quedaba de otra más que responder.

—Se llama Aaron, su abuela me invitó a comer y después vimos una película, pero me quedé dormida –se justificó sin dar tantos rodeos—. ¿Mi madre preguntó por mí?

Valentina se adelantó a su nieta y terminó de subir las escaleras, Priscila fue tras de ella, algo le decía que todavía tenía mucho que decir.

Juntas entraron al cuarto de la rubia, cerraron la puerta para evitar ser escuchadas y tomaron asiento en el pequeño sillón de la habitación.

—Tu madre piensa que estuviste aquí toda la noche, pero que no querías ver a nadie.

—¿Qué sucedió después de que me fui? –cuestionó la chica, esa pregunta había estado rodeando por su cabeza desde horas atrás, tenía la esperanza de que alguien la respondiera.

—Lo que usualmente pasa con los eventos de ese nivel —aclaró—. Sigues con el show, ignoras lo que sucedió y terminas lo que empezaste.

Priscila se deshizo de su vestido y comenzó a preparar sus cosas para darse una merecida ducha, mientras tanto su abuela seguía hablando.

— ¿Quieres contarme a qué se referían esos folletos? —Insistió su abuela, cruzándose de brazos—, últimamente no sé nada de tu vida, ya no es como cuando eras una niña.

—Eso fue hace años, abuela —se defendió la chica, deteniendo por un momento su rutina de baño—, las cosas ya no son así de sencillas.

—Tal vez sea diferente y más complicado, pero sigo siendo tu familia, mi responsabilidad es escuchar y ayudarte en lo que necesites.

Priscila recapacitó aquellas palabras, tal vez sí necesitaba alguien cercano a ella que la escuchara y aconsejara, tal vez eso era lo único que en realidad quería, un poco de atención de las personas correctas.

—Hace unas semanas descubrí a Loan engañándome con una chica de la escuela, Camila Lloret —comenzó con la historia—. Ellos me juraron que no había sido su intención, pero claramente Camila tenía otros planes.

Su abuela escuchaba aquella extraña historia con atención, eran raras las veces que veía a sus nietas, sin embargo eso no rompía la buena relación que mantenían.

—Camila está más que dispuesta a quitarme todo, ya tiene a mí novio, ahora lo está haciendo con mis amigos —continuó la chica, sentándose en el borde de su cama—, así que yo haré lo mismo.

Persiguiendo la popularidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora