— ¿Me necesitabas, Pris? –preguntó Liz, de pie frente a la rubia, quien mantenía la mirada en una revista de moda, hojeándola sin prestarle demasiada atención.
—Siéntate, tenemos que hablar. –ordenó la chica, cruzando su pierna.
La castaña tragó saliva, pocas eran las veces en las que Priscila la convocaba a ella sola, generalmente iba acompañada de Catalina o alguna otra chica, sin embargo sabía que lo que le tenía que decir no iba a ser nada bueno, al fin de cuentas, estaba hablando de Priscila Benzal.
Cuando finalmente tomó asiento Priscila cerró de un manotazo la revista que estaba leyendo, eso provocó que Liz diera un pequeño sobresalto.
—Necesito que me hagas un favor. –comentó la rubia, recargando sus codos en el escritorio del salón de cómputo, era el único lugar desocupado a esa hora, solo allí podían charlar a solas. –Pero antes necesito saber qué tanto puedo confiar en ti.
Eso puso aún más nerviosa a Liz, quien no paraba de juguetear con los anillos que portaba en sus delgados dedos, honestamente estaba nerviosa de lo que pudiera pasar, no estaba lista para enfrentarse cara a cara con Priscila, se sentía totalmente indefensa y vulnerable.
—Voy a ir directo al grano. –prosiguió la rubia. – ¿En qué equipo estás dispuesta a jugar, Liz?
—No entiendo a qué te refieres. –confesó la chica, torciendo la boca.
Priscila se levantó de su lugar y comenzó a caminar alrededor de su amiga, la escena se asemejaba mucho a un felino examinando a su presa, en cualquier momento dispuesto a atacar.
— ¿Acaso no te has dado cuenta? –le susurró en el oído. –Camila Lloret ha creado una ridícula revolución social, cree que por ser novia de Loan automáticamente tomará mi lugar.
La piel de Liz se le erizó, se sentía incómoda, escuchar a Priscila hablar con ese tono de voz la hacía pensar en que definitivamente las cosas no estaban bien, y ahora, de alguna u otra forma, ella se encontraba involucrada.
—Pero las cosas no son así de sencillas. –continuó hablando, esta vez desde un rincón del aula. –Así que te vuelvo a preguntar, ¿de qué lado estás?
La castaña no se atrevía a responder, no estaba segura cuál era su respuesta, es decir, estar con Priscila era un privilegio que muy pocos podían gozar, con ella se sentía querida, envidiada, deseada, pero por otro lado, Camila era una de las mejores personas que había conocido, amable, solidaria, respetuosa, con ella se sentía escuchada, aceptada tal y como era.
—Solo toma en cuenta que quien resulte perdedora va a pasar su último año de la preparatoria en el olvido, no habrá más fiestas, chicos guapos, adiós popularidad. –recordó Priscila, sabiendo muy bien que la estrategia utilizada iba a ser exitosa.
—Bien, ¿qué es lo que necesitas? –preguntó Liz, rindiéndose ante las palabras de su líder, no se iba a arriesgar a ganarse el odio de la chica, al menos no hasta que saliera finalmente de la escuela.
Una sonrisa de complicidad se apoderó del rostro de Priscila, le alegraba saber que a pesar de todo, todavía podía llegar a mantener a las personas de su lado.
—El viernes, cuando haga mi fiesta, quiero ver a Lander allí. –expresó la rubia, ahora de pie frente a Liz.
— ¿Quién es Lander? –preguntó la castaña, por un momento Priscila olvidó que al parecer solo ella conocía al chico.
—El hermano de Camila. –contestó seriamente. –No sé cómo lograrás que vaya, pero lo quiero allí esa noche, cueste lo que cueste.
Liz asintió rápidamente, sus peticiones le habían quedado muy claras, no podía defraudar a Priscila, iba a mover cielo, mar y tierra con tal de lograr que aquel chico se presentara ese día a lo que iba a ser la fiesta del año.
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Persiguiendo la popularidad
Novela JuvenilPriscila tenía la vida ganada, o al menos hasta que terminara la preparatoria. Físico envidiable, calificaciones perfectas y por novio al chico más deseado por todas sus compañeras. Camila, por otro lado, era la chica buena de la historia. Nunca sal...