Capítulo 2: Este fue el comienzo

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     Al llegar al estacionamiento, paso cuidadosamente mi mirada a cada     carro esperando a que Fredy me dijera  cual de todos era, pero no decía nada. Íbamos justo hacia dos carros, estaba   segura que alguno de esos era, pues habíamos llegado al final del  estacionamiento. 

  —Bueno, ese es —apunta con su dedo índice a un Alfa Romeo Giulia Sprint, pero no es uno de las versiones modernas, sino uno de como el año 1967.

No puedo evitarlo y suelto una carcajada.

  —Adelante, ríete como Jirafa epiléptica, pero al menos yo tengo carro y tu ni manejar sabes.

¿Acaso sabe como se ríe una jirafa mientras le da un ataque epiléptico para que me llame así? Aquello hizo que me riera aún más.

  —Pensé que ya no hacían más de esos —digo, el se acerca y me da un zape en la cabeza —¡Hey! Solo estaba bromeando, tu carro es genial —comento sarcásticamente.

  —Pues aunque te burles, esta nena te llevará a casa, así que sube ya —me ordena—Después de usted damisela—Abre  la puerta del carro haciéndome un ademán para que entre.

—Oh, que amable es usted —me guiña el ojo y cierra la puerta ya que entro.

(...)

  Después de 30 minutos de camino, por fin llego a salvo a casa, el carro de Fredy no está tan mal después de todo, me sentía de película en aquel carro como en los viejos tiempos donde las mujeres vestían largas faldas, con colas altas y pañoletas amarradas en sus cuellos, bailando al son de la música oldie, esa si era música.

—¿Hola? ¿Mamá? —pregunto al entrar a la casa, al no obtener respuesta deduzco que no hay nadie. —Bueno casa sola.

—Nope, lamento decir lo contrario —Era Mike, que a su vez le daba una mordida a su manzana.

  Mike se había vuelto mi hermanastro desde que mamá se había relacionado con Simon, hacia ya un año y medio que mamá había empezado a salir con este señor. Papá engañó a mamá con otra mujer y poco a poco el interés se perdió hasta que se divorciaron.

El ahora comparte su vida con esa mujer y dos hijos más que son mis hermanastros, jamás e tenido el gusto de conocerlos ni lo tendré, me basta con el que tengo en casa, y mi mamá ahora comparte su vida con Simon, al principio no estuve de acuerdo, ver a mamá con alguien que no fuera papá me ponía mal, pero después vi que el la hacía muy feliz y ver feliz a mamá me pone feliz a mi también, así que poco a poco me acostumbre a su presencia y ni hablar de Mike, a pesar de llevarme tres años actúa como un niño de trece, jamás e tenido problemas con el, siempre nos hemos entendido y de alguna forma a sido el hermano que nunca tuve y yo la hermana que nunca tuvo.

—Tu no cuentas ¿Okey? —Mike me saca el dedo—¿Dónde está mamá? —cuestiono.

—Fueron a... —se detuvo antes de finalizar la oración, pensando alguna mentira que sustituyera la verdad y efectivamente así fue —Se fueron al parque.

Me cruzo de brazos y lo miro de forma acusadora. —Hasta para mentir eres malo ¿lo sabías?

—No miento —exclamó —solo no quiero arruinar la sorpresa.

Algo en su tono de voz no me gustaba, quise usar mi mirada fulminante para que me dijera que era lo que pasaba, pero lo único que logré fue que me mirara seriamente mientras le daba otra mordida a su manzana, escuchar el crujir de sus dientes triturando la manzana hizo que me diera ñañaras, era repugnante.

—Aunque me mires de esa forma no te lo diré, creo que es algo que no me corresponde —Y antes de contestarle algo, salió corriendo por las escaleras, quizá porque sabía que si se quedaba lo iba a golpear hasta que me dijera todo.

Maldito Mike.

No tuve de otra más que ir a mi cuarto y recostarme a esperar a que mi mamá llegara junto con Simon, tenía la curiosidad de saber que "sorpresa" me tenían.

Estaba dispuesta a dormir solo quince minutos, dormir por las tardes es algo que nunca me a gustado a menos que de plano este muy cansada y esta era una de esas veces. No sé en qué momento me dormí que cuando desperté eran las 6:54 pm, ¿Cómo rayos me había quedado dormida casi cuatro horas?

—Joder —maldije entre dientes.

Al verme al espejo pude ver mi cabello hecho un caos y una fina línea blanca de baba seca que bajaba desde mi comisura del labio hasta el cuello, que asco, el día que llegara a tener novio —osea nunca—iba a evitar quedarme dormida frente a el.

Todavía un poco atontada por el sueño, bajé rápido las escaleras para ver si ya había llegado Mamá y Simon, pero no sin antes lavarme la cara y peinarme un poco el cabello. Mientras bajaba pude escuchar voces que provenían de la cocina, efectivamente, ya habían llegado.

—Hola cariño, que bueno que bajas —Era mamá que se encontraba sentada en el comedor — Simon y yo tenemos algo que decirte —me indica con los ojos que tome asiento en una de las sillas, lance un bostezo aún adormilada mientras me sentaba.—La verdad no sabemos como lo vayas a tomar pero solo queremos lo mejor para ti.

Simon se aproximó con una carpeta que cargaba en sus manos, al abrirla me llevé una gran sorpresa.

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Cielo GrisDonde viven las historias. Descúbrelo ahora