Llevo diez minutos trepada en el auto de Jake sin querer bajar.Estamos frente a su casa ahora, la contemplo y deseo internamente —aunque sé que no pasará— que huyamos y cenemos algo en cualquier lugar menos aquí.
—Lisa, por el amor de Dios baja ya —Jake está tomándose el puente de su nariz con su pulgar e índice mientras inhala con irritación. Es la vigésima vez que dice lo mismo.
—No.
—Te ves como esas niñas berrinchudas de los shows de televisión. Baja ya —bufó con exasperación.
—¿Y si mejor vamos por una hamburguesa?
—¡Lisa!
—Está bien, lo siento —guardo silencio unos segundos —. ¿Seguro que no quieres una hamburguesa? —sugerí de nuevo, pero Jake me miró serio —. Okey, de acuerdo. Hamburguesa no.
El silencio se hace, y escucho como el chico a mi lado suspira con pesadez. Sé que está tratando de mantener su paciencia a raya a pesar de que no coopero.
—Amor, ¿qué pasa? Luces hermosa. Eres hermosa —aquello último suena más a una afirmación para sí mismo —. ¿Por qué tanta inseguridad?
Mis ojos dejan de ver al exterior para hallar los suyos. Luce impaciente aunque trate de mostrar lo contrario, pero más allá de eso, puedo notar que está preocupado.
Muerdo mi mejilla interna y me remuevo incómoda sobre el asiento; mis muslos han comenzado a sudar.
—Sólo tengo miedo —me encojo de hombros —. ¿Y si no soy lo que tus papás esperan?
Jake suspira y me ve con esa expresión que dice que está a punto de darme un sermón.
—Amor, el que es tu novio soy yo, no ellos. Lo que terminen pensando o diciendo de ti a mí me va a importar tres hectáreas de verdolaga, porque para mí ya eres perfecta —sus palabras me regocijan de sobre manera; son tan cliché, lindas y honestas que no hago otra cosa más que arder en amor —. Pero eso no pasará porque sé que serán capaces de ver lo que yo lo que yo veo cuando te miro —estira su brazo hacia mi rostro para ahuecar en un tacto cálido, mi rostro con su mano —. Eres hermosa, no hace falta que te lo mencione, además, sería una lástima que no presumieras ese vestido —él deja de sostenerme, y se lleva ambas manos por detrás de su cabeza para bufar y abrir sus ojos con admiración a mi figura —. Cielos, luces muy sexy.
El calor sube a mis mejillas y todo mi estómago se revuelve por las estúpidas mariposas que mo dejan de revolotear. Un sabor dulce se instala en la punta de mi lengua y me permito saborearlo. Trato de hacer una copia y registro a todo lo que ha dicho, pero me resulta imposible, así que sólo me quedo con la indescriptible sensación que sus palabras han dejado en mí.
Jake tiende su mano hacia mí, y con tono afable me inquiere:
—¿Nos vamos?
No hace falta que responda, simplemente la tomo. Nos sostenemos la mirada unos segundos, dejando que nuestros ojos recompensen aquello que las palabras no pueden hacer y, que además, saldrían de sobra.
Y lo que hago a continuación es bajar del auto y rodearlo para abrir la puerta para Jake.
Deslumbré una sonrisa reprimida en su rostro cuanto abrí la puerta y lo observé estar desde el interior con aire divertido viéndome.
—¿Acaso hemos invertido papeles? —chistó sin perder aquel aire divertido.
—No necesitas ser una mujer para recibir el mismo trato de una —dije con simpleza encogiendo de hombros —. El hecho de que seas un hombre no me limita a romper con los estereotipos y ser atenta con mi novio así como él lo es conmigo.
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Cielo Gris
Dla nastolatkówMe negaba a verlo, no podía hacerlo. El nudo en mi garganta ahogaba mi voz y mi vista ya era nula por las lágrimas. - Veme por favor - me dijo una vez más. No le respondí, mi mirada seguía fija en el suelo. - Veme - me tomó de la barbilla y me gi...