Lo que estaba leyendo no podía ser posible, no es de las sorpresas que te causan esa sensación de felicidad y emoción.
Pude sentir como el estómago se me revolvía a pesar de que no había comido nada aún, mis mejillas empezaron a arder y mis ojos se humedecieron, no quería llorar, quería mantenerme firme y hablar, pero el nudo en mi garganta me lo impedía.
—Pe... ¿pero, porqué hicieron esto? —dije, mi voz entre cortada.
—Lisa vas para la universidad, —comienza mamá —debes estar en un lugar de prestigio y de mayor calidad que en el que estás, se que no es fácil para ti en estos momentos este cambio tan repentino, pero es lo mejor, créeme —Me regala una sonrisa tierna, pero al ver mi cara inexpresiva, esta se esfuma.
—Ustedes no saben que es lo mejor para mí, solo lo hacen por mi enfermedad, porque temen que un día ya no despierte— espeto, las lágrimas me salían a más no poder.
—¡LISA! —me había gritado mi mamá ya sin paciencia, sus ojos lo decían.
—Lisa no te enojes con tu mamá, todo fue idea mía —era la calmada voz de Simon hablándome, ¿Cómo podía verse tan calmado viendo que estaba hecha una fiera? —Lo hice pensando en tu bienestar, por favor, no te enojes.
Oh era demasiado tarde
para decir eso...—Eso es algo que no le corresponde a usted —mi mirada se clavó en el, a pesar de que no paraba de llorar me mantuve firme. —Si en verdad quieren mi bienestar, regrésenme a mi antigua prepa y no a esta de niños ricos y mimados.
—Es muy tarde para eso, el lunes inicias tus clases —me dijo mi mamá con firmeza y cierta frialdad.
Ante aquello solo pude quedarme observándolos sin emitir ninguna palabra, no sabía que decir, no entendía la verdadera razón del porque me habían cambiado de preparatoria cuando solo me quedaban meses para concluir mi ultimo año, la cabeza empezaba a dolerme, no si era por llorar tanto en estos dos minutos o por el ataque de cólera que me estaba dando.
Rápido, subí a mi cuarto y azote la puerta tan fuerte que toda la casa retumbó. Me eché a llorar en mi cama como una niña pequeña que acababa de perder su muñeca preferida, maldita enfermedad. Desde que me habían diagnosticado Lupus hace 2 años, mi vida se había vuelto mucho más difícil, había dejado de sonreír casi por completo, había días en los que la depresión se apoderaba de mí completamente y lo único que quería era llorar hasta quedarme dormida.
Cada noche, irme a dormir sin la seguridad de saber si despertaría o no para un nuevo día era horrible, esta enfermedad me lo había quitado casi todo y ahora me separaba del lugar donde me mantenía despejada la mayor parte del día, el lugar donde estaba Fredy, mi Fredy, el que me hacía reír como Jirafa epiléptica y lograba que olvidara por un momento mi dolor, ahora eso ya no sería posible porque a mi mamá se le ocurrió la maravillosa idea de cambiarme de preparatoria por mi "Bienestar".
Las lágrimas no dejaban de correrme, no se si eran de tristeza o coraje, quizá una combinación de ambas.
Lo único que se me ocurrió fue llamarle a la única persona que podía escuchar y entenderme.
—¿Hola?
—Fredy, ¿estás ocupado? —le pregunté con cautela.
—Pues estaba en medio de mi juego Rise and fall — al fondo pude escuchar el sonido de las balas que proyectaba el juego —Pero dime, ¿Qué pasa?
Mi voz se empezó a cortar entre sollozos y comencé a llorar, demonios me sentí tonta pero no pude evitarlo. A la otra línea ya no escuchaba el sonido de las balas, seguramente porque le puso pausa al juego.
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Cielo Gris
Novela JuvenilMe negaba a verlo, no podía hacerlo. El nudo en mi garganta ahogaba mi voz y mi vista ya era nula por las lágrimas. - Veme por favor - me dijo una vez más. No le respondí, mi mirada seguía fija en el suelo. - Veme - me tomó de la barbilla y me gi...