Habían pasado dos días desde la última vez que había visto a Fredy, el enojo con mi mamá se había ido pero el resentimiento no. Los días aunque parecieron eternos pasaron.
Me sentía nerviosa, muy nerviosa para ser sincera pero no había marcha atrás, el simple hecho de saber que iría a una preparatoria de niños ricos me asustaba. No vengo de una familia adinerada y si voy a estudiar en este lugar carísimo es gracias a Simon que tiene mucho dinero, por lo que e escuchado, ahí las chicas son hermosas, vistiendo ropas de marca, con bolsos caros y vehículos muy costosos, en cambio yo soy solo una simple chica que usa pantalones rotos, las mismas sudaderas de siempre, los mismos tenis, que lleva los audífonos a todo volumen la mayor parte del tiempo y usa el transporte público de la escuela o se va caminando, no me considero atractiva, lo último que quiero es llamar la atención de un muchacho, enamorarme no es lo mío, eso si que no.
Siempre he pasado desapercibida entre las personas, buscar la aprobación de los demás y tener muchos amigos no me interesa, con Fredy es más que suficiente, prefiero tener una amistad sincera y única a muchas falsas y comunes.
Simplemente este nuevo lugar al que iría no era para mí y me rehusaba a ir, pero mi mamá me había amenazado en que si no iba me mandaría a un convento de monjas y de eso a mi nueva preparatoria, preferí la preparatoria y conociendo a mi mamá si lo haría.
Sumergí mi cara en el cojín con el fin de suicidarme y morir por asfixia... okey no, solo lance un gruñido de frustración y enojo, me hice bolita y resguardé mi cara en el cojín. Por un momento me sentí segura en aquel cojín pequeño aunque sabía que no podía huir de mi futuro.
Maldita sea, odio mi vida.
—¿Crees que escondiéndote en un cojín solucionaras tus problemas? —Era Mike que se encontraba sentado en la esquina de mi cama.
¿En qué momento había entrado? Mike aveces podía ser como la humedad, aparecía sin dar aviso.
—¿Ah caso te di permiso de entrar? —le pregunté.
—No ocupo pedirte permiso —dijo regalándome una sonrisa fugaz.
— ¿Qué es lo que quieres? —no me molesté en ocultar el fastidio de mi voz.
—Oye, no porque estés de mal humor me vas a tratar mal —suelta un suspiro —Mira se que no es fácil para ti, pero te irás acostumbrando poco a poco, ya lo verás.
—Lo dices de una forma tan sencilla que lo haces ver fácil —resoplé incorporando mi postura.
— ¿Porqué tienes tanto miedo? —me preguntó, mientras me miraba fijamente.
Su pregunta me tomó por sorpresa, ¿Mike haciendo preguntas serías? Por un momento no supe que responder, mi mente estaba en blanco, ¿En verdad sentía miedo? Ni siquiera yo sabía lo que sentía.
—No tengo miedo —fue lo único que supe decir.
—Se que lo tienes, pero no debes —tomó mi mano que estaba extendida en la cama— Lisa eres una gran chica, no te dejes intimidar por nadie ni nada, conocerás más personas, el ambiente no es tan malo, además yo estaré contigo, no vas a estar sola.
—Prácticamente si lo voy a estar, ya casi estás por concluir la universidad—Rodeé los ojos.
Su comentario había sido tonto, el tenía veinte años, correspondía al grado de universitarios y yo tenía diecisiete años, apenas iba a entrar a esa etapa, iríamos en salones y clases diferentes, si algo llegase a pasarme el no estaría para defenderme y no era que ocupara su ayuda, podía defenderme sola pero literalmente me encontraría sola en ese lugar para niños presumidos.
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Cielo Gris
Teen FictionMe negaba a verlo, no podía hacerlo. El nudo en mi garganta ahogaba mi voz y mi vista ya era nula por las lágrimas. - Veme por favor - me dijo una vez más. No le respondí, mi mirada seguía fija en el suelo. - Veme - me tomó de la barbilla y me gi...