Cielo Gris

Capítulo 19: La noche que terminó en un caos

Laura:

Alcohol...

Baile...

Sudor...

Risas...

Estaba tan feliz en la pista de baile, danzando y moviéndome al ritmo de la música que me olvidé del mundo por un momento. Muy pocas veces salgo y me emborracho en fiestas, pero cuando lo hago doy lo mejor de mi y me la paso a todo dar sea con quien sea dónde sea.

Entre toda la gente, siento que algo me falta, más bien alguien.

Trato de recordar su nombre, pero estoy tan pasada de copas que no puedo hacerlo, algo así como Lina, Lija, Elisa.... LISA!!!!

¿Y ella? Me había olvidado que existía.

Me apresuré a salir de la multitud, tambaleando y chocando con las personas, cuando un silencio se apodera del lugar. La gente cesa, ya no bailan ni ríen, solo guardan silencio absoluto.

Estoy tan atrás que no puedo ver con claridad lo que todos ven al frente, solo puedo apreciar tres siluetas borrosas y distorsionadas. Una de las siluetas le pega un puñetazos a la otra silueta que me imagino que a de ser una persona.

Mierda que golpe, fue fantástico.

Ah pesar de estar bajo los efectos del alcohol, mi corto momento de lucidez me permitió apreciar el gran golpe que esta persona le había propinado a la otra, tumbándola de una al suelo.
Todos guardaban silencio, observando con atención la escena, incluyéndome.

¿Dónde diablos estaba Lisa? Hubiera disfrutado mucho ver el espectáculo con su compañía, ahora más que nunca me decido a buscarla para contarle el chisme.

La gente comienza a bailar de nuevo como si nada hubiera pasado, yo me escabullo entre estas para salir de la pista. Me dirijo hacia la barra de bebidas pero no está, la busco con la mirada y me tallo los ojos para ver mejor pero no está. Voy al baño y reviso cada cubículo pero tampoco está, solo hay un grupo de chicas que me miran raro, seguramente porque estoy actuando como una loca.

—Que tanto miran —les digo tomándolas por sorpresa, ellas solo desvían sus venenosas miradas.—Babosas —murmuro y salgo del baño.

El efecto del alcohol poco a poco se desvanece y una preocupación comienza a oprimir mi pecho, no la encuentro y no veo indicios de que esté aquí, pero sería absurdo que se fuera y me dejara, ella no haría eso, mucho menos sola.

Me peino mi alborotado cabello hacia atrás y vuelvo a mirar con impaciencia el lugar con la esperanza de encontrarla, entonces mi vista se fija en la barra de bebidas: nuestros bolsos. Corro y los tomo, sin duda son los nuestros, pero ¿Porqué están aquí? Se supone que Lisa debería estarlos cuidando.

—¿Buscas a tu amiga? —Una voz masculina me hace girar sobresaltada.

Es el chico que observaba a Lisa antes de que me fuera y vaya que es guapo.
Cubre con un papel lleno de de sangre su nariz, ¿Pero que rayos?

—¿Dónde está mi amiga? ¿Qué le hiciste? —la rabia se apodera de mí y me acerco a él peligrosamente.

—Tranquila bonita, ella está bien.