Capítulo 55: Antes de las doce

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El miedo que se ha instalado en mis venas, crispa todos mis nervios y, por un momento, me encuentro anhelado ser tragada por la tierra. Ya no me siento tan dispuesta. La valentía se ha drenado de mi sistema y lo único que quiero es hacerme un ovillo hasta que todo pase.

La ansiedad comienza a agolparse en mi torrente sanguíneo, el sudor moja mis palmas y las tallo a mis costados con el fin de aminorar, aunque sea un poco, los nervios que me corroen.

Los únicos que quedamos en la estancia ahora, somos Fredy, Laura y yo; Jake hace menos de un minuto que salió cuando se lo pedí. Sentía que debía hacer esto por mi propia cuenta; a solas con ellos, pero ahora sin su presencia, me siento sola y extrañamente vacía.

Tenía todo planeado para cuando tuviera que hablar con Laura y Fredy, pero jamás anticipé hacer esto con ellos dos- juntos. El que Laura hubiera declinado mi invitación, me hizo sentir de cierto modo aliviada, en parte porque así me daría más tiempo de planear las cosas y escoger las palabras correctas para un buen argumento; sin embargo, su visita imprevista ha hecho que todo se vaya a la borda. No me siento capaz de hacerlo, ni siquiera sé que demonios voy a decir para comenzar, pero tampoco puedo postergarlo más.

La mirada curiosa- medio preocupada- llena de incertidumbre que mis amigos me dedican, hace que mi inseguridad aumente, y que el pánico me traicione una vez más.

«Es ahora o nunca» susurra la voz en mi interior.

Tomo una profunda inspiración y cierro mis ojos unos segundos antes de dejar ir el aire con pesadez.

«¡Ahora! »

¿Qué es lo que pasa, Lisa? —la rubia a mi lado habla, y dejo que mis oídos noten como la preocupación se filtra poco a poco en su voz.

—Es mejor que tomemos asiento —pido con voz neutra, su ceño se frunce con más confusión, pero obedece sin decir nada.

Mis pasos la siguen en silencio hasta que tomamos asiento: ella se ha sentado en el sillón más grande y yo en el de en medio, de modo que los tres estamos separados y tienen una vista perfecta hacia mí.

—¿Y bien? —presiona Laura. Mis ojos la recorren hasta posarse en Fredy , quien extrañamente, no ha dicho nada.

—Yo... —las palabras quedan suspendidas unos segundos —, necesito decirles algo. Pensaba hacerlo después, pero dado a que están aquí, juntos, lo haré ahora —aclaro mi garganta antes de bufar y liberar todo el aire retenido.

Mis pulmones toman todo el aire posible a los segundos que lo dejo ir, y me preparo para el estallido de la bomba que voy a soltar.

—Voy a morir.

El rostro de Laura pasa por una y mil facetas hasta terminar riendo a carcajadas. Fredy permanece en silencio, pero una chispa de incredulidad a cruzado por su rostro; no me creen.

—Eso fue gracioso, pero ahora si dinos la verdad —dice medio riendo, después de recuperar -sólo un poco- la compostura.

—Esa es la verdad —no trato de sonar severa ni tajante, pero lo hago. La diversión se esfuma lentamente de su rostro, y su sonrisa poco a poco pierde enfoque. Quisiera decirle que no es cierto, que todo es mentira y terminar riendo como en las películas después de una de esas bromas pesadas, pero lamentablemente esto no es un filme, es la realidad; mi realidad.

Un nudo se instala en mi garganta y ya no me siento capaz de continuar. El pesar me hunde y se siente tan jodido sobre mis hombros, que ni siquiera me atrevo a mirarlos.

—Dime que no es cierto —pide Laura con un hilo de voz, mi silencio es su respuesta —. Dios mío, ¿cómo? —las lágrimas aún sin derramar cristalizan sus ojos cuando la veo.

Cielo GrisDonde viven las historias. Descúbrelo ahora