Prosas del Parque

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Jehan era un fiel creyente del amor, pero sentirlo, era otra cosa, aunque al menos lo conocía, sabía detectarlo cuando se ponía frente a él. Las miradas llenas de ilusión, los suspiros inconscientes en los enamorados, la melancolía de la lejanía del ser querido y otros síntomas menos novelescos y más reales que los contados en libros, y hace un tiempo le notaba algunos de ellos a Grantaire. Días así, quería preguntar, saber su nombre, no es que le importara, pero algo iluminaba los días del pintor y... se alegraba por él, así de simple. Lo miró con cuidado, ya se había dormido, así que anotó en su libreta tras tener que aplazar su ida esa noche, por el torrencial que cayó repentinamente alcanzando a empaparle habiendo avanzado pocas calles

"La primavera es época de amor, de ser víctimas del certero flechazo...

Y ni siquiera los marginales, se salvan.

Debo ir a ver el amor en el aire, pero verlo desde la distancia por prevención al alado dios,

Me espera el parque de los cisnes, viéndolo posiblemente desde el parque del lado

Para evitar correr riesgos"

Dejó anotado y se fue a dormir sintiendo rápidamente como Dante lo seguía y subía primero a la cama

-Ah claro, ahora si vienes- le echó en cara y el animal solo se acomodó en la cama- noches- despidió y el día siguiente le pidió indicativos a Grantaire de cómo llegar antes que cada quien se fuera. Dejó abierta una ventana y comida suficiente para el felino- no me esperes hoy, salgo del trabajo a clases, de ahí, de regreso al trabajo y finalmente, voy a ir a ver los parques- le dejó dicho al felino que solo movió las orejas negándose a dejar de dormitar sobre la biblioteca, cerró y cumplió su rutina al pie de la letra, sin saber lo que hizo por pensar en ir al parque

Y todo esperaba, menos encontrar rostros conocidos en ese lugar, ¿Quién era la muchacha que parecía danzar al andar a su lado? No lo sabía, pero reconocía esa mirada de astucia felina tan propia de Courfeyrac que le hablaba al oído a la anónima, prometiendo este mundo y el otro. Desde el jardín del lado, Jehan anotó en su libreta un cuestionamiento

"¿Puede el amor ser tan grande como para compartirlo, porque una sola persona no puede con tanto o son enamoramientos pasajeros?, ¿cómo explicar el sentimiento caótico? A cuantas se le habrá prometido amor eterno y ser una añoranza efímera. Dime ladrón de suspiros íntimos... ¿te permites sentir algo similar a lo que te confiesan esos ojos llenitos de ilusión que consigues con tanta facilidad?"

No juzgaba, pero si le causaba curiosidad del modo tan rápido que Courfeyrac parecía superar a alguien como si no la hubiese visto jamás y tal como si le invocara, después de pasadas las ocho, vio llegar al sitio al compañero de conquista de competencia a casanova del ojiverde, "¡ah peligrosas personalidades capaces de embaucar a quien se pusiera en su camino!" alcanzó a pensar Jehan aprovechando ser una sombra omnipresente para verles sin ser visto

Bahorel le hablaba vanidosamente alguna hazaña a la rubia a su lado que se maravillaba de oírlo, la muchacha tenía la misma mirada que le dedicaban sus "palomas" a Courfeyrac y que Jehan sabía bien, no pasaban desapercibida, pero fingían no notarla... "cosas de abogados" dejó escrito en el papel, convenciendose que no podía ser coincidencia que justo los casanovas del grupo, fueran justamente estudiantes de derecho

Definitivamente estar en el parque del lado y no en el jardín de los cisnes era un buen lugar para jugar a ser dios, darse cuenta de todo sin que nadie se percatara de su presencia y tal como le escribió a Courfeyrac, tuvo que hacerlo a Bahorel

La Bitacora de Jehan [Completa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora