Distintas decisiones llevan a distintos caminos, y el de más de uno ya estaba tomado. Aveces son las decisiones de otras personas las que influyen poco o mucho en nuestro camino y a otros simplemente se les niega el derecho a decidir desde antes de nacer.
Había sido un fin de semana largo y pesado para ambos y con ambos se refería a el y su hijo, su pequeño hijo. Mantenía ambas manos sobre su vientre un poco plano, al mismo tiempo, miraba la luna a través de la ventana. No recuerda cómo llego hasta su habitación, pero si la discusión con su hermano, y lo que le había pedido.
Aún no amanecía, y el esperaba que así siguiera, de esa forma podría saber que era sólo un sueño. Aunque la idea de estar esperando un hijo de Jean no le desagradaba en lo absoluto.
Suspiro profundamente al tiempo que cerraba los ojos con fuerza.—Tu padre nos ayudara a salir de esto.— susurraba a su hijo nonato.
Sabía perfectamente que Jean lo quería tanto cómo él, y estaba más que seguro de que los defendería de todos. Claro que la idea de condenar a su hermano no le hacia gracia, pero era su hijo o él.
Abrió los ojos, de los cuales salían lágrimas desde que se había despertado. Su intención no era lastimar a nadie, sin embargo lo había hecho. Ahora no le quedaba nada más que Jean y su hijo, pero ellos bastaban.
Con su diestra se limpio las lágrimas, la decisión estaba tomada. Se escaparía con Jean, se irían lejos, donde nadie los conociera, donde las leyes no existieran, donde pudieran amarse y ver crecer a su hijo; Australia. El único país autónomo. Sin embargo, sabía que probablemente su hermano pagaría con su vida, pero ya no daría marcha atrás, su felicidad estaba de por medio.
Todo requería un sacrificio, y el seguiría luchando, luchar era la única opción, si no luchaba no tendría derecho a vivir.Los primeros rayos del sol comenzaban a salir. Iluminaban sus facciones abriéndose paso entre los vidrios de la ventana, reflejándose en sus ojos verdoso, mismo que se notaba la fortaleza del moreno,nada podría detenerlo...
Por otra parte...
—Mgh.— gruñía mientras se cubría los ojos con su antebrazo, pues la luz del sol le lastimaba. —Mgh... Ahhg, mierda.. — se quejaba a ceño fruncido. —¡Ahg! Mi cabeza.. — el bicolor se disponía a levantarse, sin embargo un punzante dolor de cabeza se lo impidió, sin dejar de lado un terrible mareo.
Mantenía los ojos entrecerrados ya que la luz del sol parecía querer cegarlo. Inspeccionó su alrededor con cuidado, notando así que se encontraba en la sala. También notó las botellas, los vidrios rotos y el enorme desastre; entonces lo recordó todo.—Maldito...— gruño entre dientes mientras apretaba los puños con fuerza. —Te haré pagar lo que has hecho. — aseguraba con iracundia. Su orgullo estaba herido, y no solo eso, sus sentimientos. —Te arrepentirás de haber nacido. Lo juro Eren Jeager. No se quedara así. — un alfa era peligroso, y uno enfadado peor.
La resaca pasó a segundo término, pues el bicolor se dispuso a planear su venganza, si, se sentía traicionado de la forma más vil. De igual manera comenzó a asearse, no es que tuviera ganas de hacerlo, sin embargo no permitiría que Jeager lo viera en un estado tan fatídico, que tuviera el gusto siquiera de burlarse de él una vez más. Bien desconocía el hecho de si sabía o no que lo había ido a ver, pero ese no era motivo para no seguir.
Una vez salió del baño con la toalla enredada en la cintura, tomó su celular y envió un mensaje a Connie, pidiéndole un favor. Por consiguiente dejo su celular por la paz y se dispuso a portar su uniforme, incluso se tomo la molestia de arreglarse un poco más.
Si bien en su rostro las ojeras delataban la mala noche, él se empeño en disimularlo lo mejor posible.
Se miró al espejo con semblante serio, al mismo tiempo apoyo ambas manos sobre la madera que servía de soporte del mismo, su reflejo lo decía todo; lo odia. Lo odia por haberlo lastimado, pero más aún por haberlo engañado, eso era algo que no pasaría por alto, nunca. Después de todo era un alfa, y esta vez lo dejaría claro, Jeager no era el único que sabía jugar.
Llevo su diestra a entre su cabello, peinándolo hacia atrás, agitó la cabeza y se dispuso a bajar.
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Limerencia
ФанфикDespués de un experimento fallido, que desato un virus cambiando los instintos humanos y así formando tres castas, las cuales se dividían en Alfas, Omegas y Betas. Todas esta conviven en abundancia, pese a llo hay cosas que simplemente no se les per...