Capítulo XV

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Antes que  nada una disculpa por la super demora, y por lo decadente del capitulo.
Por otra parte, perdonenme por él Riren... Es mi primer riren.
Espera disfruten del capitulo.


Tres días enteros habían transcurrido. Tres días determinaron todo, absolutamente todo...

Él bicolor se encontraba bajo el árbol más grande del jardín, recostado sobre las piernas de su pareja, quién acariciaba sus cabellos con ternura.
A pesar de tantas atenciones prestadas por parte de Marco, Jean sentía un enorme vacío, se sentía incompleto; como suspendido en el aire. Inconscientemente dejo salir un largo suspiro, mismo que llamó la atención del moreno.

—¿Jean?— inquirió con una sonrisa, mientras esperaba respuesta. —¡¿Jean?!— exclamó al ver los ojos cristalizados del oji-miel tan pronto le sostuvo la mirada. Solo recibió una sonrisa ciertamente melancolíca, por parte del bicolor, procediendo así a envolverlo en un abrazo. —¿Qué sucede amor?

El bicolor respondió al gesto, sin embargo cambio su actitud para no levantar sospechas. —¿Huh?— musitó junto a una mueca de confusión. —Nada, ¿Por qué?— replicó al tiempo que rompía el abrazo y posaba su atención sobre el moreno.

Marco solo sonrió, lo que menos quería era incomodar a su novio. —Nada Jean, solo quería abrasarte.— respondió con calidez al tiempo que depositaba un pequeño beso en la frente del contrario.

Jean sonrió, a fin de cuentas, estar con Marco le ayudaba mucho, el era tan atento a sus necesidades.

Pronto sonó el timbre de entrada, que indicaba que las clases comenzaron. El bicolor fue el primero en levantarse, por consiguiente le ayudo a su pareja a levantarse. Entrelazaron sus manos, demostrado su "amor" de esa forma, y así, se dirigieron a clases. Llamando la atención de todos, pues más de uno envidiaba tan bonita relación.

Por otra parte...

—Eren, ¿No crees que debes pensarlo mejor?— cuestionó con inseguridad. Nunca había visto a su amigo en un estado tan fatídico. Solo estaba ahí, mirando del otro lado del tragaluz con ambas manos sobre su abdomen.

—Ya lo pensé lo suficiente.— replicó con voz gélida sin siquiera inmutarse. —Es la mejor solución. Para mí, y para él.— continuó, sin embargo esta vez bajo la mirada hacia su vientre, enternecido. Por consiguiente miró a su amigo con sonrisa melancolíca.

Armin sonrió sutilmente, sabía que su amigo no cambiaría de opinión; es muy obstinado. Sin embargo los ojos del oji-verde no le mentian del todo. No quería hacerlo, era más por su nonato, sin embargo lo entendía. —Eren...— musitó al verlo volver a su cama y sentarse al borde de esta.
El castaño le miró al oírlo, sin embargo el blondo se vio incapaz de articular palabra.

—Estare bien.— respondió el castaño con una sonrisa que era acompañada de amargas lágrimas. —Se que lo estaré.— repuso mientras se limpiaba las lágrimas vanamente, ya que estás se negaban a cesar.

No era necesario decir palabras, ambos sabían a que se debía dicho sentimiento, no había más que consuelo en un abrazo y desdicha en llanto.
Compartieron un abrazo amargo, triste, pero también de apoyo.
—Eren, sabes que Mikasa y yo te ayudaremos, aun que tus decisiones no sean las correctas. — animaba a su amigo, pero a pesar de todo era cierto, los tres se conocían desde la infancia, y sin duda lo harían.

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