Capítulo XVI

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Él castaño yacía entre sus brazos. Tan vulnerable. Tenía las ojeras más visibles que nunca, su tez era pálida a pesar de su tono acanelado. Sin embargo, había algo que ocupaba su mente más que cualquier cosa. Ese nombre, el cuál repitió más de una vez. Jean. ¿Seria acaso él mismo Jean, con el que una vez lo encontró en el baño besándose?
Agitó la cabeza negando tales posibilidades.

—Eren sería incapaz.— musitó entre dientes mientras que con su diestra peinaba la melena enmarañada del menor, al mismo tiempo divisaba el semblante más bello para sus ojos.

No obstante, su concentración se vio interrumpida al escuchar las sirenas de ambulancias y patrullas. Levanto él rostro como si pudiese adivinar él origen, aunque lo que más le preocupo fue que por dicho escándalo, el menor comenzaba a despertar entre jadeos.

—Mgh..~— jadeaba levemente mientras abría los ojos de par en par, siendo cegado por la luz entrante.

Levi lo miraba con ojos enternecidos. Bien estaba hecho un lío debido a lo recién ocurrido, a decir verdad no había explicaciones justas para ello, sin embargo se negaba a creer en algo concreto.

—¿Levi?— musitó a lo bajo tan pronto sintió el tacto ajeno sobre su frente. —Perdón.— mencionó con la mirada gacha. Sabía lo que había hecho, así como también sabía que había colapsado. ¿estrés? ¿dolor? No lo sabe, y no quiere indagar en ello.

Un silencio se apoderó de la escena. Ambos sabían lo que significaba esa palabra. Él azabache permaneció serio, desvío la mirada, no podía verlo. No es que estuviera molesto, pero su postura era vacilante en esos momentos.

—¿Levi?— lo llamó al verle callar y distante.  Apretó los cojines debajo de él, al igual que su mandíbula. Restaban las explicaciones, los por menores estaba ya dictados. —Si quieres dejarme... Puedes hacerlo. Él también lo hizo.— mencionó con la voz rota.
Ambos estaban tan sumidos en ellos, que los sonidos de afuera pasaron desapercibidos.

Levi se quedó callado. Miro a la nada y después sin más, le abrazo. —Yo jamás te dejaría. — confesó mientras depositaba un beso en la base de su cabeza. — Yo si te amo.

Eren lloró con ganas, al mismo tiempo se lanzó a entre sus brazos; como fui tan tonto, pensó. Con Levi lo tenía todo, todo. Sin embargo ahora debía decirle lo de su nonato, y eso si era un problema, lo sabía.
Por su parte, él azabache se dedico a consolarle. No se sentía bien, era claro. No le agradaba nada saber que su mocoso no era del todo suyo, sin embargo hayaria la forma de hacerle pagar al equino ese.

Por lo contrario...~

Él rubio se incorporaba en breve, y se disponía a seguirle, sabía que él bicolor seria capaz de cualquier cosa, y él debía impedirlo; por supuesto.
La condición física no era lo suyo, sin embargo se hizo de los medios para alcanzarle, no faltaba más que un par de cuadras. No obstante, tan pronto avanzo, pudo escuchar todo un escándalo.
Su corazon se detuvo, y es que podía deducir lo ocurrido. Una ola de culpabilidad recorrió su cuerpo, ¿Cómo le explicaría a Eren?
Más por inercia que nada, se dirigió corriendo a la zona. Nunca sintió el tiempo pasar tan lento. Conforme se acercaba su corazón se comprimía cada vez más. Podía notar incluso la mirada de desconocidos sobre él, la presión.

Se quedo sin aire al llegar, flexiono sus rodillas y se recargo sobre ellas tomando aire. Tan pronto cómo se incorporó subió la vista, sin embargo lo que vio le dejo horrorizado.
A unos metros de distancia, pudo ver el auto plateado del bicolor, de cabeza, junto a otro auto no muy lejos. Pero lo que más captó la atención del blondo, fue el charco de sangre proveniente de este.

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