Capítulo XVIII

175 15 15
                                    

  

Un sueño profundo fue interrumpido por un pequeño llanto. Un parpadeo tras otro, y lo recordó.

—Ethan..— susurro al tiempo que volteaba hacia el cunero que yacía a un lado de la camilla.
Tomó a su hijo entre sus manos con sumo cuidado, como si un mal roce entre sus manos lo pudiese romper en mil pedazos, como si él universo dependiera de él, de su pequeño.
Lo acogió entre sus manos, cerca de su pecho.

—Ethan.. Mi pequeño.— manifestó con dulzura al tiempo que lo alimentaba.
Un suspiro escapó de sus labios. Se digno a despeinar la rubia cabellera ceniza de su hijo.
Pasó su diestra sobre su pequeño rostro, tan suave y cálido al tacto. Su hijo.

Sonrió con nostalgia, y es que a pesar de tener en  cuenta la realidad, no puede dejar de pensar en que las cosas pudieron ser distintas.
Pero él hubiera no existe.

Pasados unos momentos, entró Levi con el desayuno. Los miro enternecido.

—Levi, quiero ir con Jean. — manifestó sus deseos sin precaución alguna. —Siento que debe conocer a su hijo.

Levi lo miró con severidad, y es que aunque llevase la sangre del bicolor, era su hijo, suyo.

—Es la última vez. — sentenció. —Iré por la silla de ruedas. — sin más, salió de la habitación.

El castaño trago saliva con dificultad, sabía que hablaba en serio, sería la última vez, al menos hasta que despertara, si lo hace, por supuesto.

Se quedó a solas con el menor, y no desaprovechó tan íntimo momento. Admiraba su semblante iluminado por la luz que se colaba entre las ventanas.

Sus ojos resplandecían como el sol, dorados con destellos verdoso.

Sonrió inconscientemente, cuidadosamente depósito un sutil beso en la pequeña frente.

Momentos después llegó el azabache. —Vamos. Todo está listo. — señaló al tiempo que dejaba la silla de ruedas al lado de la camilla. Tomo al menor, le miró embelesado por unos instantes, posteriormente lo colocó en el cunero. Por consiguiente, ayudó al menor a sentarse. Ambos listos, y con el bebé en brazos, llegaron a la habitación del bicolor.

El menor había estado llorando, y Levi quiso regresar en más de una ocasión, pero fueron vanos intentos. Nada retracto al castaño, es que es tan obstinado.

—Entrare solo.— señaló al ver la puerta abierta.

Levi no dijo nada, solo lo condujo hasta adentro, y se retiró.

Él castaño se abrió paso hasta la orilla de la cama, le mostró al pequeño, mismo que se calmó al ver al extraño. Soltó un pequeño bostezo, él le miró embelesado.

Necesitaba fotografiar ese momento, lastima, no llevaba nada para ello, si memoria sería basto por el momento.

Platico con él acerca de su padre y de que no lo volvería a ver.

Ellos deberían ser la familia perfecta, pero el destino tenía todo planeado.

Después de cierto tiempo se retiró, pero no sin antes ver como él pequeño en un descuido se aferraba al dedo del bicolor, que estaba bastante cerca de su alcance. Le fue imposible no llorar, y es que estaba seguro de lo feliz que estaría el bicolor con su hijo, o al menos eso pensaba.

Sin más, se retiró de la habitación, no sin antes besar esos labios. Es que esto era el fin. Eren debía continuar, Ethan merecía una vida normal, un padre y una madre, un hogar, y era su deber otorgarle eso a su hijo, su vitalidad y fortaleza de ahora en adelante.

Limerencia Donde viven las historias. Descúbrelo ahora