Capítulo XVII

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Antes que nada, un disculpa por la demora, eh de objeto que se deben a las múltiples actividades que se me han presentado.
También debo aclarar, que a pesar de ellos no pienso dejar la historia, si o si, hay final XD
Gracias por su espera, espero él capítulo sea de su agrado.

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Entro sin siquiera poder levantar la mirada, no podia verlo, o se rompería en mil pedazos.
Cerro la puerta detrás, y avanzó con la mirada fija en el suelo.
Se guió hasta la camilla torpemente. Sus lágrimas ya estaban brotando sin permiso alguno.
Solo veía la mano del bicolor.
Por fin se atrevió a mirar y rompió en llanto.
Le era doloroso verlo conectado a un respirador, imposibilitado a vivir por si mismo; casi muerto.

—¡Perdóname!— gritó con ganas mientras caía sobre sus rodillas. —¡Ódiame! ¡Mátame! ¡Pero por favor abre tus ojos! ¡Abrelos! ¡Mírame una vez más! ¡Solo hazlo! ¡Solo mírame una vez más! — imploraba consciente de que eso no  pasaría, de que pedia imposibles.

—Por favor Jean, vive. No soportaría verte morir. No por mi culpa. — continuaba mientras lo tomaba de su mano y la entrelazaba a la de él. — Jean, por favor. No me dejes. No, nos dejes. — hablo en plural al tiempo que tomaba la mano del bicolor y lo colocaba sobre su vientre. —Es nuestro hijo. Tuyo y mío. Nuestro. No puedes dejarlo, no puedes dejarme. Te necesitamos. — hablaba al viento, sin recibir respuesta. —¿Recuerdas que dijiste que querias hijos nuestros? Esta aquí.— señalo con la mano del bicolor sobre su vientre, y la suya sobre la de él. —Debes conocerlo... te amara tanto como yo.

Calló, no pudo articular palabra. Solo se lazo a abrazarlo. Coloco su oido sobre su pecho, y escucho su suave latir.
—"Aún late" –dijo para sus adentros, mientras esbozaba una sonrisa entre las lágrimas. —Tús latidos se escuchan tan diferente a los demás. — solo se aferro al cuerpo del bicolor como si la vida se le fuera en ello.

Transcurrida la media hora, los médicos fueron a para con él, pues ya había pasado él tiempo acordado.
Se quedaron embelesados por la escena, y no sólo ellos, sino Levi, que los acompañó  por si era necesario.
Lo vio dormido sobre él, con las manos entrelazadas.
Levi apretó los puños y la mandíbula. Lo odiaba, odiaba que ni estando en manos de la muerte le arrebatara el amor de la persona que ama. ¿Cuándo me amara así? Tan incondicionalmente, se preguntaba.
Sin embargo su aura altero a los médicos, pues notaban lo enfadado que estaba; celoso.
Llamenlo egoísta, pero prefiere verlo muerto, y es que ese joven había sido la razón principal de la tristeza de su amado omega.

Se acerco sin decir nada hacia él menor, coloco su mano en él hombro de este, y lo agito con suavidad. —Eren..— susurro en su oído. —Debemos irnos.— señaló, pues hace no mucho había recibido llamadas por parte de su hermano mayor; su cuñado.

—Mgh..— se removía el castaño con la gracia de un infante. —No..— musitó con los ojos entrecerrados y aferrándose al castaño. —Él me necesita.

A Levi se le comprimió él corazón, un vacío en él estómago se hizo presente, las palabras y los sentimientos morían en su garganta. Él también lo necesitaba. No solo Jean estaba herido, no solo él perdía la vida, y es que él también lo estaba haciendo.
¿No lo nota? Se esta muriendo, necesita sus brazos, ¿no lo nota? Se esta perdiendo, necesita ser buscado, lo necesita, él también lo necesita.

—Eren..— lo llamo nuevamente, esta vez vaciló. Era fuerte, estoico para muchos, pero no ante él, no ante el mocoso que había cautivado su alma, una palabra por él adverso podía cambiar su vida de manera inimaginable.

Él castaño entendió, había venido por una razón, pero su corazón término tomando el control de la situación. Lo lamenta, y mucho.
Incapaz de retenerle la mira, le paso por alto. —Entiendo.— balbuceo al tiempo que se separaba del bicolor con toda su fuerza de voluntad. —Espera...— añadió antes de emprender su camino.
Lo que haría quizá le rompería el corazón a Levi, lo tenía más que claro, pero sería la última vez, intentara que así sea.

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