Capítulo XX

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Han pasado cinco años desde el accidente de Jean…

… Y casi dos años desde su muerte.

¿Cómo llego hasta aquí? Bien, eso es algo que ignora, o que prefiere mantener así. Sin indagaciones, pues en cada una de ellas el resulta culpable en toda la extensión de la palabra, y no, no está exagerando, lo sabe. Así como sabe que vivir nunca fue igual desde que lo conoció, desde que sus padres murieron, desde que su vida dio un vuelco.

Si, tiene la culpa, pero también está consciente de que las circunstancias lo llevaron a eso, también fue un víctima.

Claro que quería estar con Jean, lo amaba, no quería que muriera, no así.

Pero la vida sigue, y no hará caso omiso a la persona que yace a su lado sin tener que hacerlo, que se ha convertido en su soporte, en su muro para evitar que cayera al precipicio de la locura. Quién le extendió la mano y lo acogió entre sus brazos sin pedir nada a cambio, Levi merecía ser feliz, y él no podía arrebatarle ese derecho.

En su diestra sostenía un sobre, hace un par de semanas acudió al laboratorio por cierta fatiga que presentaba días atrás, algo poco común considerando lo hiperactivo que era.

«Felicidades, usted esperaba un bebé.»

Fueron las palabras del médico. Su gesto se tornó suave al contacto con las palabras.

—Un bebé.— repitió en voz suave. —Un hijo mío y de Levi.— añadió. La vida le daba una nueva oportunidad. Podía ser feliz.

Recibió las indicaciones del médico y partió hacia el jardín de niños. Ethan estaba por salir. No demoró mucho para llegar. Aparcó en la entrada como solía hacerlo, esperó recargado sobre el auto.

Lo niños salían uno tras otro, cada uno con sus respectivas madres. Los ojos turquesas del moreno se iluminaron al ver a su hijo entre el montón correr a su encuentro. Se agachó con los brazos abiertos para recibirlo con un abrazo.

—¡Mami!— exclamó el menor, al mismo tiempo, depósito un sutil beso en la mejilla de su madre. Eren, le devolvió el gesto.

—Ethan, vamos, sube al auto.— señaló una vez rompió el abrazo. Abrió la puerta trasera y esperó a que el menor ingresara. Le puso el cinturón de seguridad y más tarde se volvió a su lugar en el auto.

Ethan, canto durante todo el transcurso, el castaño lo acompañó con tarareos. Al cabo de unos minutos llegaron a casa. Ambos bajaron del auto e ingresaron a la casa tomados de la mano. Eren lo soltó al tirar la llaves.

—¡Papi!—  corrió al ver a su padre sentado en la sala, algo extraño, considerando que siempre llegaba hasta la noche.

Al oji-verde le fue imposible no llevar su atención sobre ambos. Al rato, se reunió con ellos.

—Eren.— saludo con un corto beso en los labios ajenos.

—Bienvenido.— manifestó con un aire dulce.

—Hueles demasiado bien últimamente.— afirmó sin separarse de su pareja.

El castaño desvío la mirada ante las palabras. Antes de que siquiera pudiera objetar, el menor se metió entre ellos.

—Aún estoy aquí.— reprochó entre los pies de sus padres. Ambos adultos soltaron una carcajada.

—Voy a calentar la comida.— anunció, para después perderse en la cocina.

Levi y Ethan jugaron mientras tanto. El juego del avión, era el favorito del menor. Las carcajadas pronto inundaron la casa. Eren, observaba de reojo lo mucho que Ethan quería a su padre.

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⏰ Última actualización: Aug 05, 2018 ⏰

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