VII.

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VII.

-Nora –llamó Kaya a mi amiga antes de nosotros abandonar el apartamento. La rubia se giró, mostrando unas notables ojeras. Me tensé, ella debía estar demasiado cansada, y yo pude haberla ayudado-. Gracias por todo esto –susurró la morena acariciando su brazo derecho nerviosa e incubando un poco su cuerpo, y sonrió acercándose a la otra chica. Ambas se abrazaron, y puedo jurar que fue un sentimiento sincero que no esperaba para nada. Al menos sacamos algo bueno de estos días, al parecer. Y es que ver cómo dos personas tan importantes en mi vida se fundían en un abrazo dejando atrás sus diferencias me hacía pensar que después de la tormenta llegaba la calma.

Mientras ellas entablaban una conversación monótona sobre cremas y medicamentos que necesitaría, yo me acerqué a mi mejor amigo. El cual parecía estar aún dolorido. Daniel se encontraba tirado en el sofá. Su pierna derecha estaba apoyada sobre un cojín y su brazo izquierdo colgaba por detrás el sofá. Estudié su rostro, aun tenía cicatriz, y seguro le durarían más tiempo del que desearíamos. Dejando una insatisfactoria marca.

-Eh, tío –susurré sentándome a su lado-. Solucionaré esto, ¿está bien? –lo señalé de arriba abajo y él asintió. Obviamente Daniel no se enteraría de mi nueva vida nocturna, pues seguramente mi amigo se involucraría de la peor manera. Aun que para mí todo esto estuviera siendo una consecuencia, para él sería algo más divertido. Arriesgar por vivir experiencias y así ganar toda la adrenalina que necesitas para seguir adelante. Para él todo esto sería la droga mortal que todo yonkie necesita para rozar sus límites y tristemente esa era la manera de sobrevivir de Daniel. Llegaba hasta el final de la situación más oscura para luchar contra ella, y en caso de ganar, sentirse terriblemente realizado y con ganas para continuar viviendo.

-¿Te gusta? –quiso saber cuando de reojo no perdía de vista a Kaya. Lo observé, estaba volviendo a su expresión picarona y divertida que había añorado estos días. Elevó ambas cejas repetidamente y yo giré mi cabeza de nuevo a donde se encontraban mis amigas. Suspiré y sentí como el castaño se acercaba a mí y con su codo golpeaba mi cadera.

-No sé de qué me hablas.

-Kaya –ambos la miramos, mi cuerpo no se tenso al verla, al contrario. Sonreí. Me tranquilicé. Como si el tiempo se parara y nunca corriera en mi contra. Como si el reloj me diese todo el tiempo del mundo para perder mi mirada en ella hasta hundirla en su interior-. Estás jodidamente enamorado –espetó en voz alta mi amigo entre risas y golpeé su hombro empujándolo hacía atrás chasqueando mi lengua por su actitud inmadura. Provoqué un gemido de dolor en sus labios que él exageró llamando la atención de las chicas y recibiendo cientos de gruñidos y cejas fruncidas por parte de Nora.

-Y tú, ¿eh? ¿Qué tienes con ella? –hice un movimiento de cabeza señalando de nuevo a la rubia y a la morena. Noté como Daniel se sonrojaba y mordía su labio inferior. Adiviné que lo que tenía con Nora no se trataba de algo que él tuviera con cualquiera. No se trataba de solo sexo, de solo amigos con derecho. Pues si de eso se tratase él, con tranquilidad, con normalidad, estaría describiendo cada mínimo detalla de sus relaciones sexuales. En las que hacía comparaciones con antiguas personas que habían estado en su cama o incluso les otorgaba un número como si la nota del examen final se tratase. A pesar de lo sexista que podría sonar, esa no era su real intención.

-Nos besamos, ni siquiera sé como paso –admitió, sonreí y encarné mis cejas. Apostaba a que ambos habían deseado hacerlo en más de una ocasión, pero como he dicho antes. Los peores momentos traen las mejores recompensas-. No me mires con esa cara, joder –se quejó y estallé en una carcajada llamando la atención, de nuevo, de los otros dos individuos de la casa. Daniel me lanzó el cojín donde apoyaba su brazo y lo esquivé haciendo que cayera al suelo.

Infierno Helado (TERMINADA en edición)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora