Este capítulo tiene: 2137 palabras
Veo que en los comentarios a veces descifráis un poco el fin del capítulo, por favor, ¡no hagáis spoilers! y dejar disfrutar a los nuevos lectores. ♡
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XI.
-¿Puedo utilizar el baño? –preguntó un tímido Michael cuando bajamos del coche. Miré el piso de arriba abajo y asentí, sintiendo que esto no estaba bien. Michael llevó la mano a su nuca y dio una palmada en mi espalda cuando pasó por mi lado. Su olor a tabaco atravesó mis fosas nasales. Lo seguí con la mirada hasta que llegó al ascensor. Donde se apoyó, esperando al moreno y a mí. Levanté la mirada hacía Harry, quien se había apoyado en su coche. Asentí, informándole de que podía pasar también. A pesar de que su bienvenida no era nada agradable.
-Venga ya –habló una cansada Kaya. Llevaba los tacones en la mano y mi chaqueta sobre sus hombros. A pesar de todo, ella se seguía viendo muy bien. Comenzó a hacer pucheros en mi dirección cuando veía que no me acercaba. Negué con la cabeza, pasé mi brazo por encima de sus hombros mientras sonreía y entré en el ascensor con ellos.
Al llegar arriba toqué la puerta. Nora nos abrió entre risas y dejó que entráramos. Ni siquiera se percató de que veníamos más personas que de costumbre y que ella no tenía ni idea de su existencia. Gracioso, por que mis compañeros si sabían de la de ella. El fuerte olor a marihuana me hizo saber que ellos habían estado fumando porros. Rodé mis ojos e indiqué al rubio, quien comenzaba a maldecirme, dónde estaba el baño. Daniel se encontraba en el sofá, sin camiseta y con sus pies sobre la mesita que estaba frente a la tele. En una de sus manos sostenía una cerveza. En el brazo del sofá se encontraba un cenicero, imaginaba qué había dentro. Mi amiga llevaba el vestido levantado, dejando a la vista su roja ropa interior. Vi como Harry no apartaba la mirada de ella y relamía sus labios, gruñí. Golpeé el hombro de Kaya y señalé en dirección de la chica rubia que había cogido las que parecían las últimas cervezas de la nevera. La morena rodó sus ojos, bufó y fue a ponerle bien el vestido. Sonreí de lado y fijé mi vista en su trasero. No me había fijado nunca de lo bonito que se veía con ese vestido. Cuando levanté la vista ella se encontraba frente a mí con ambos brazos cruzados sobre su pecho, y en con sus débiles dedos sostenía dos cervezas. Encarnó una ceja y aguantó una risa. Encogí de hombros, admitiendo que mi vista estaba posada en esa dirección. Me acerqué al frigorífico para comprobar si quedaba alguna cerveza libre para el moreno que se había quedado a un lado. Para su suerte, había una. Ambos nos quedamos sentados en la barra americana de la cocina. Decidí quedarme con él, a pesar de que Harry seguro no haría lo mismo por mí. Bebiendo y observando las acciones de todos. Volví a fijarme en el morado que el moreno tenía en su mejilla. Mordí mi labio inferior y negué para mí mismo. No iba a sentirme culpable. Él sabía que no podía acercarse. Realmente, entre todas las señales de golpes, Harry podía camuflar lo que yo le había dejado.
-Es guapa –susurró de manera que solo yo pudiera escucharlo. Suspiré e ignoré el comentario. Llevé el botellín a mis labios y con fuerza lo volví a dejar sobre la mesa. Me golpeó con su codo llamando mi atención.
-Si lo que quieres es provocarme, ni lo intentes.
-No pensaba tocarla, novato–me hizo saber mientras daba el primer sorbo a su bebida. Lo miré sin expresión alguna en mi rostro esperando que él continuara hablando-. No lo entiendes, ¿eh? –sonrió de lado achicando sus ojos. Torcí un poco la cabeza en su dirección. Su voz estaba más tranquila, él parecía estar más relajado- Nos has recordado unas cuantas veces que no te gusta esa chica, pero mierda Levinson, te encanta –cuestionó y agaché mi mirada. Observaba el botellín que tenía entre mis manos-. Y ya veo el porqué -sonrió de lado y bufé-. No engañas a nadie, deja de intentarlo a ti mismo, tío –aconsejó, y puedo jurar que sonaba como un hermano mayor. Recordé el monólogo de Michael de la noche anterior. Él llevaba razón en su descripción del Harry tranquilo.
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Infierno Helado (TERMINADA en edición)
Teen FictionMe mandaste al infierno, y es por eso por lo que ahora te beso. Tu lengua quema pero, seguro la herida duele menos que la cicatriz de este corazón roto. Hablo del mío, porque apuesto a que tú helaste el tuyo. --------- Un grupo de edades entre 17 y...