Este capítulo tiene: 2189 palabras
Veo que en los comentarios a veces descifráis un poco el fin del capítulo, por favor, ¡no hagáis spoilers! y dejar disfrutar a los nuevos lectores. ♡
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XX.
-No os preocupéis... -trataba de tranquilizar a mis amigos los cuales estaban al borde de un ataque de nervios dando vueltas por todo el salón del apartamento de Nora- Os dije que esto pasaría... -espeté sabiendo que no me escuchaban. Rodaba mis ojos cada vez que uno de ellos soltaba comentarios del estilo ''voy a acabar en la cárcel'' y mordían sus uñas divagando su mirada por todo el lugar sin mantener un punto fijo. Me encontraba sentado con ambos codos apoyados en las rodillas y las manos sujetando mi cara. Bufaba cada vez que intentaba comenzar una frase y que ellos no me dejaban acabar- Tenéis que... ¡Santa mierda, quietos! -grité levantándome del sillón. Nora, Daniel y Jodie frenaron en seco sus movimientos y se quedaron en el sitio. Uno más lejos que el anterior. Llevé la mano al puente de mi nariz y apreté la zona obligándome a no perder los papeles con ellos siendo yo, de nuevo, el responsable de mantener la calma y el control-. Necesito que me contéis uno por uno qué hablasteis y qué dijisteis -pedí con tranquilidad señalándolos. Los tres asintieron y se sentaron en el sofá frente a mí.
Tras la charla con Kaya, había pasado el resto de la tarde con ella poniéndonos al día por estos meses de distancia. Fue la sensación más rara del mundo, sentirla tan cercana como una extraña me estaba matando más lentamente que mi secreto inconfesable. Todo parecía ir bien entre nosotros hasta que una Nora descontrolada me llamó pidiendo que por favor fuera al apartamento resumiendo el asunto en la palabra: problemas.
Pareciera que se había convertido en mi segundo nombre.
Había dejado a la morena en su casa y he de admitir que hizo volar el tiempo. La echaba de menos. La quería. Y que triste que solo pudiera decírselo en mi mente. Pero no se trataba de eso, en mi vida no podía entrar lo sentimental, pues mi cabeza estaba perdida, y mis emociones junto a ella.
Cuando llegué al piso me sorprendió encontrar a Jodie allí por lo que lo primero que se me pasó por la cabeza fue que se trataba de una encerrona en la que mis empalagosos amigos nos ayudarían a hablar. Aquel pensamiento desapareció en el momento que encontré sus tres, frías, asustadas y llenas de inseguridades, miradas sobre mí. Sus ojos pedían ayudan a gritos y el hinchazón de aquellos me afirmaban que alguno de ellos había llorado. En el segundo que cerré la puerta detrás de mí y pregunté qué sucedía, comenzaron a lanzar historias y especulaciones sobre su tarde. Una tarde que los tres habían compartido en comisaría. Al parecer Fred, el inspector, los había citado a los tres para un pequeño y, seguro abrumador, interrogatorio en el que los forzaría a hablar. Fruncí el ceño al descubrir aquello pues pensé que ellos no entraban en la lista de sospechosos, al menos no como primera opción. No lograba entender sus explicaciones pues una se superponía a la otra hasta el punto de que casi parecía sacada de una película. Había intentado tranquilizarlos pero en el momento que la castaña, Jodie, mencionó la cárcel, sus nervios salieron a flote. Me culparon, me insultaron, se disculparon, vi como alguno derramaba otra lágrima y yo me dedicaba a observarles. Me agarraba a la frase de que su reacción podría haber sido peor que esta. Pues, al fin y al cabo, la mía fue igual pero siendo esta sucedida en un silencio absoluto. Primero culpando a los meses compartidos con Rodriguez, seguidamente a Kaya por meterse en el lío aquella noche, finalmente me otorgué la culpa. No derramé lágrimas, pero si me ahogó el mar que tenía en mi interior.
-Empiezo yo -se ofreció Daniel una vez todos habían logrado mantener una respiración sin ajetreos. Él era el único que se veía más tranquilo, pudiendo sobrellevar mejor la situación-. Me ha preguntado la misma mierda que en las películas, ya sabes, donde estaba la noche de la desaparición, cuándo fue la última vez que lo vi, cuál era mi relación con él... -restaba importancia y yo tragué saliva sonoramente esperando que él me hubiera sacado de su coartada puesto que yo no los metí a ellos y fue la única cosa que les había pedido tiempo atrás- Tranquilo, no te he mencionado -sonrió de lado averiguando mi preocupación e imité su acción-. Iba bien, la verdad es que ese hombre no da el más mínimo miedo, pero, había algo raro... -acarició su barbilla, intentando encontrar una manera de explicarlo- Era como si no le diera importancia al tema y su punto de inflexión fuera otro totalmente distinto.
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Infierno Helado (TERMINADA en edición)
Подростковая литератураMe mandaste al infierno, y es por eso por lo que ahora te beso. Tu lengua quema pero, seguro la herida duele menos que la cicatriz de este corazón roto. Hablo del mío, porque apuesto a que tú helaste el tuyo. --------- Un grupo de edades entre 17 y...