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______ se despertó desorientada. ¿Dónde estaba? Se levantó para ir al baño y, cuando se tropezó con su maleta, se acordó.

Londres. Luke.

Bueno, tenía que ducharse, cepillarse los dientes e intentar disimular las ojeras que seguro tenía. Sus dos hermanas, Martina y Helena, se despertaban siempre frescas como una rosa, herencia de su abuela materna. Pero lo único que ______ había heredado de su abuela era su afición al chocolate. La genética tiene un extraño sentido del humor. Abrió la maleta y rebuscó entre su ropa hasta encontrar el neceser; cogió lo que necesitaba y se dirigió al baño. Cuando abrió la puerta, se despertó de golpe.

—Buenos días. ¿Has dormido bien?

Luke estaba de pie delante del espejo, afeitándose, recién duchado. Llevaba únicamente una toalla atada a la cintura. Por la mente de ______ empezaron a desfilar imágenes de anuncios de colonias, de 9 semanas y media y de Dirty Dancing. Tenía que contestar algo, pero con aquellas gotas de agua que resbalaban por la espalda de Luke reclamando su atención no tenía ni idea de lo que él le había preguntado. Ante la duda, optó por lo seguro, no contestar nada.

—Buenos días. Iba a ducharme. Volveré más tarde —dijo ella dándose ya media vuelta.

—No te preocupes, yo ya me iba. Pasa. Entra y dúchate tranquila mientras yo preparo el desayuno. ¿De acuerdo?

Luke se echó agua en la cara, cerró el grifo y salió sin esperar a que ______ le contestara.

«______, tienes que serenarte —pensó ella para sí misma—. Martina y Helena tienen razón, hace demasiado tiempo que no sales con chicos; basta con que veas a uno medio desnudo para que no sepas ni caminar. Claro está que el espécimen que tienes delante es extraordinario. Menuda espalda, eso debería estar prohibido. En fin, lo mejor que puedes hacer es ducharte.»

Mientras seguía aleccionándose a media voz, se fue desnudando, y sólo calló para abrir el agua. Tenía que hacer un esfuerzo y tratar a Luke como si fuera su hermano. Lo conocía desde pequeña y ahora ya no era una adolescente; era perfectamente capaz de controlar la atracción que sentía por él. Tampoco había para tanto, seguro que durante aquellos meses conocería a alguien y ella y Luke sólo serían amigos.

Luke se vistió, ¿estaba hablando sola? Sonrió. Según Ashton, ______ solía hacerlo a menudo. Aún se acordaba de un día de verano en que la oyó sermonearse durante horas por haber comido demasiado helado. Ante el recuerdo, sus labios esbozaron una sonrisa, y se dirigió hacia la cocina. Buscó la tetera, dos tazas y preparó unas tostadas; debería tener naranjas, pero estaba convencido de que en algún lugar había zumo, así que empezó a abrir los armarios de la cocina. Como era sábado y no tenían que trabajar, Luke pensó que podrían aprovechar el día para que ______ conociera un poco la zona o, si ella lo prefería, podían ir a Bath, a visitar a su abuela, y quedarse allí hasta el domingo. Sí, ése era un buen plan, llamaría a Nana en seguida. Se dio la vuelta tan rápido que chocó de frente con su invitada.

—Lo siento, no te había visto.

—No pasa nada. —Aún un poco nerviosa, se puso las manos en los bolsillos—. ¿Has preparado el desayuno?

Ahora que se había vestido, ya se veía capacitada para hablar con él. Se había duchado en un tiempo récord, y se había puesto sus vaqueros favoritos y un jersey ajustado negro, de lana muy fina. Siempre que llevaba ese jersey se sentía muy atractiva, era ceñido donde tenía que serlo y, citando a Marc, su terrible hermano: «Es una de esas prendas que hacen que un hombre se pregunte qué hay debajo». Se había secado el pelo y pintado un poco; si tenía que ir a la guerra, tenía que equiparse, ¿no? Lo único que desestimó antes de salir de la habitación fueron las botas, no quería parecer demasiado arreglada, así que optó por dejarse puestas las zapatillas.

—Luke, ¿quieres que te ayude? —Vio que él se movía por la cocina como si buscara algo.

—Lo siento, estoy buscando mi teléfono móvil, ¿dónde lo habré dejado? —contestó él levantando los cojines del sofá, desplazando así la búsqueda hacia la sala de estar.

—Está aquí, junto a la tostadora. —______ lo cogió y se lo entregó ante el asombro de su dueño.

—Gracias, he debido de dejarlo ahí cuando preparaba el desayuno. —Luke no estaba acostumbrado a olvidar dónde dejaba las cosas, siempre sabía dónde estaba todo y nunca era desordenado.

Pero esa mañana no era él mismo; no había logrado recuperarse de la visita de ______ al cuarto de baño. No sabía si ella se había dado cuenta, pero ver cómo sus ojos le recorrían la espalda le había provocado una reacción más que evidente y, al contar sólo con la protección de una toalla, había decidido salir de allí corriendo.

______ tenía los ojos negros. Luke no conocía a nadie más con ese color de ojos. Eran impresionantes, y cada vez que él se topaba con esa mirada, su infrautilizado corazón daba un vuelco; tenía la sensación de que ella podía ver todos sus secretos. Pero si el único problema fueran sus ojos, quizá podría evitar reaccionar ante su presencia. Por desgracia, esa sonrisa tan pícara y esa melena rebelde que se empeñaba en taparle la cara, también le resultaban muy difíciles de resistir. ______ no se parecía en nada a las mujeres que a él solían gustarle. Más bien era todo lo contrario; no muy alta, delgada y con las piernas más increíbles que había visto jamás. Llevaba el pelo a la altura de los hombros y su color, un castaño cobrizo, distaba mucho del de las rubias con las que él acostumbraba a salir. Luke no lograba identificar qué era lo que tanto lo atraía de ella, pero sabía que no iba a hacer nada al respecto. Llamaría a Michael, saldrían y así ______ podría conocer a más gente y ya no dependería tanto de él. Con lo simpática que era, seguro que pronto tendría muchos más amigos que él.

—¿Has dormido bien? —le preguntó Luke en un intento de recuperar cierta normalidad—. Eres la primera persona que duerme en esa cama —añadió, antes de dar un mordisco a su tostada.

—Bien, muy bien, la verdad es que estaba muy cansada. Gracias. ¿Y tú?

—Muy bien, gracias. —Bebió un poco de té—. ¿Qué te apetece hacer hoy? —Al ver que ella levantaba las cejas le planteó las dos posibilidades—. ¿Prefieres quedarte aquí o te apetece ir a Bath a conocer a Nana?

______ se limpió los labios con la servilleta y contestó:

—Me gustaría conocer a Nana, pero si tú ya tienes planes...

—No digas tonterías —la interrumpió Luke—. La verdad es que había pensado que podríamos ir a Bath y pasar allí el fin de semana. Al fin y al cabo, en los próximos seis meses tienes tiempo de sobra para conocer todos los rincones de la ciudad... y a mí me apetece visitar a mi abuela. Así pues, ¿qué te parece?

—Me parece una gran idea, pero ¿seguro que a tu abuela no le molestará?

—Seguro. Cuando conozcas a Nana te darás cuenta de que le encanta tener gente en su casa. Coge el pijama y el cepillo de dientes mientras yo la llamo para avisarla. —Dicho esto, se levantó y cogió el teléfono.

______ se fue a la habitación a preparar una pequeña bolsa para el fin de semana. Por suerte, había traído una mochila. Una vez la hubo localizado la abrió y guardó en su interior un pijama, un neceser con las cosas básicas, una muda para el domingo y una camisa más atrevida por si esa noche iban a cenar a algún sitio. Cuando salió, Luke la estaba esperando sentado en el sofá.

—He hablado con Nana y está impaciente por conocerte. ¿Estás lista? —preguntó, señalando la mochila.

—Sí. ¿Tú no coges nada?

—No hace falta. Nana aún conserva mi habitación y yo siempre tengo allí unas cuantas cosas. Me gusta quedarme a dormir en su casa y pasar tiempo con ella —añadió, encogiéndose de hombros.

—Claro.

Llevaban ya casi una hora de viaje cuando sonó el teléfono; Luke respondió con el manos libres del coche.

—¿Sí?

Desde los altavoces, se oyó la voz de Ashton.

—¿Luke? Soy Ashton, ¿me oyes?

—Sí, claro que te oigo, estás gritando.

—¡¡Hola, Ash!!

—¿____*? ¿Qué haces en el teléfono de Luke?

—Es un manos libres, Ashton. Tú deberías saberlo —respondió Luke, serio ante el tono amenazante de su «mejor» amigo.

—Claro. ¿Y adonde llevas a mi hermana preferida?

—A conocer a Nana. ¿Te parece bien?

—¡¡Eh!! Pareja de matones, ¿os importaría no hablar de mí como si yo no estuviera presente?

—Lo siento, ____* —respondieron los dos «neandertales» al unísono, y Luke se sonrojó a la vez que Ashton carraspeaba.

—Así que llevas a ______ a Bath. ¿Vais a pasar allí todo el fin de semana? ¿Has vuelto a ver a Monique, eh, campeón?

—Ashton, ¿te recuerdo lo que significa «manos libres»? —Luke empezaba a ponerse nervioso y ______ miraba el paisaje con el ceño fruncido, sin decir ni una palabra—. En respuesta a tus preguntas, «señor cotilla», hace meses que no veo a Monique —añadió, más para que lo oyera su indignada copiloto que Ashton.

Al otro lado de la línea, y del mar, Ash respondió enigmático:

—Me alegro. Bueno, os dejo. Procura que ______ no se meta en líos, ¿de acuerdo?

—De acuerdo

—____*, llámame. Ya sabes que me preocupas.

Entonces ______, con los ojos llenos de lágrimas que no quería derramar, respondió:

—Ya, bueno, no te preocupes. Te llamaré, lo prometo. Y tú cuídate, ¿vale?

—Vale. Adiós. Dale recuerdos a Nana de mi parte.

Entonces colgó, y a ______ empezaron a resbalarle las lágrimas que había contenido. «Con un poco de suerte, Luke no se dará cuenta», pensó, pero todavía no había acabado ese pensamiento cuando notó cómo los dedos de Luke recogían esas lágrimas traidoras.

—No llores.

______ dejó de mirar el paisaje y se volvió. La mano de Luke se deslizó entonces desde su mejilla hasta su cuello, bajó por su brazo, le cogió la mano, se la acercó a los labios y le besó suavemente todos los nudillos. Cuando acabó, devolvió la mano a su estupefacta dueña, y añadió.

—¿Mejor?

______ carraspeó, se volvió otra vez hacia el paisaje y, cuando encontró su voz, respondió:

—Sí. Mejor.

Y se hizo el silencio.

Luke conducía con la mirada fija en la carretera, totalmente concentrado en la conducción, pues eso era lo único que se le ocurría para controlar las ganas de parar el coche y abrazar a ______. No podía ver llorar a nadie, pero si encima era alguien con los ojos y la mirada de un ángel, le resultaba realmente insoportable. Además, si era sincero consigo mismo, abrazarla no era lo único que quería hacer. Tenía que distraerse con lo que fuera, porque conducir empezaba a dejar de tener efecto, así que optó por hablar:

—¿Has estado alguna vez en Bath? —No era una pregunta muy original, pero era la primera que se le había ocurrido

—¿Eh? No, nunca. Cuando estuve en Londres estudiando, quise ir, pero ya sabes, el tiempo pasa tan rápido —respondió ______ sin dejar de mirar el paisaje—. ¿Vas a menudo a ver a tu abuela?

—No, la verdad es que no; intento ir siempre que puedo, pero... supongo que no es muy a menudo. Siempre pienso que tendré tiempo más adelante, y eso, por desgracia, casi nunca es así. —Luke se quedó pensativo, como si tuviera miedo de acabar la frase.

—¿Lo dices por tu padre?Ashton me contó lo de su muerte. Lo siento. —______ volvió la cabeza para intentar ver la reacción de Luke.

—Gracias. Hace ya mucho tiempo, no merece la pena que te preocupes por eso. —Luke soltó el aliento—. No, no lo decía por mi padre o, bueno, quizá sí. —Carraspeó incómodo—. Bien, ya estamos llegando. Si miras a tu izquierda, creo que podrás ver la abadía, al lado están las termas romanas. Si Nana nos deja, tal vez podríamos ir a visitarlas por la tarde.

Con esta información turística dio por concluida la conversación, pero durante un segundo, ______ notó que a Luke le dolía hablar sobre su padre... y también se dio cuenta de que quería consolarlo, abrazarlo, hacerlo sonreír. Pero lo peor de todo fue que sintió que el corazón le daba un vuelco y que los búfalos de su estómago volvían a descontrolarse.

—Vale. Me gustaría ir, si no es problema.

______ decidió que si él estaba más cómodo dando por concluido el tema de su padre, ella no iba a forzarlo. Si algo recordaba del Luke de antes era lo cabezón que podía ser.

—Ningún problema, sólo tenemos que convencer a Nana de que nos deje en libertad. Ya estamos, ésta es su casa.

Luke aparcó, paró el motor y bajó a abrir la puerta de su acompañante.

La casa de Nana era uno de esos cottage de postal, estaba rebosante de flores de temporada, tenía dos pisos y una entrada preciosa, con un pequeño jardín lleno de rosales y de trastos de jardinería, y allí, arrodillada entre las plantas, estaba ella. Nana, Whildemia Hemmings, era una mujer de unos ochenta años, con una cabellera blanca que se le escapaba del pañuelo más excéntrico que ______ había visto jamás. Era delgada y bajita, pequeña, pero la primera imagen que acudió a la mente de ____* fue que le recordaba a un dragón.

—Malditas tijeras, sabía que tenía que comprar otras. Es la última vez que me dejo engañar por el dependiente; será cretino.

Estas palabras y otras peores empezaron a salir de la boca de la menuda anciana y así ______ confirmó su primera impresión; era un dragón.

—¡Nana! Recuerda que me prometiste dejar de decir tacos. —La regañó Luke a la vez que la abrazaba cariñosamente y la levantaba de entre los rosales.

—¡Luke! No seas bruto, devuélveme al suelo. Así, mucho mejor. Ahora dame un beso.

—¿Se puede saber qué hacías ahí arrodillada? ¿No recuerdas lo que te dijo el médico sobre tu artrosis? —Luke intentaba intimidar sin éxito a Nana, que se volvió para recoger sus utensilios de jardinería para cortar una rosa—. Y ahora, ¿qué estas haciendo? —Lukeempezaba a impacientarse.

—Lo que estoy haciendo ahora, señor maleducado, es cortar una rosa para dársela a tu amiga, a quien todavía no has tenido la delicadeza de presentarme.

Al verse introducida en la conversación ______ se ruborizó por completo en un tiempo récord y se presentó a sí misma:

—Lo siento, señora Hemmings, soy ______ Martí. Encantada de conocerla, tiene un jardín precioso. —Alargó la mano para saludarla.

Ante este gesto, Nana sonrió y abrazó sin ningún preámbulo a ______. Cuando la soltó, le dio la rosa y la cogió del brazo, encaminándose con ella hacia la casa.

—No lo sientas, el que debe sentirlo es el bruto de Luke, que no tiene modales —añadió Nana sonriendo.

—Nana, estoy aquí detrás, puedo oír perfectamente lo que dices —dijo Luke mientras cerraba la puerta del jardín y seguía a las dos mujeres.

Nadie como tu. {Luke Hemmings}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora