10

439 37 54
                                    

✾✾✾

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

✾✾✾

—¿Un qué?

—Un Trébolgen... Es un objeto que tiene varias generaciones en la familia —explicaba Alfred aclarándose la garganta con un sorbo de vino—. Fue construido por tu tatarabuelo Daudress Morgan. Mi padre me lo dio en su lecho de muerte. Igual que mi abuelo a mi padre. Nunca supimos en realidad para que sirve. Daudress antes de morir, le dijo a su hijo Fred, que cuando naciera su nieta, ella sabría para que utilizarlo; pero Daudress se equivocó. Los médicos le diagnosticaron demencia, y murió muy joven a los ciento setenta años —miró a Anna y prosiguió—. Fred se sintió endeudado con su padre por no haberle cumplido el deseo de tener una nieta, y así dejarle su recado, por lo tanto, se casó apresurado, pues no sentía gusto por las mujeres. Tuvo, sin embargo, a un niño, al que llamó Ryan; tu abuelo. Tu eres la única mujer en muchas generaciones, por eso te lo...

—¿Acaso te vas a morir? —interrumpió Romy.

—Yo no sé por qué te lo está dando —intervino Anna mirando severamente a Alfred—, si él y yo teníamos un acuerdo —suspiró—. En la parte de abajo hay un grabado que seguro no entenderás.

Romy se inclinó para tomar la cajita, era pequeña, cabía perfectamente en la palma de su mano. Sintió que pesaba más de lo que parecía. La reparó por arriba. Tenía unas líneas en bajo relieve de esquina a esquina que se entrecruzaban en la mitad formando una especie de trébol. Sus esquinas eran redondeadas. Antes de darle la vuelta para leer la inscripción, Romy miró a sus padres, que estaban con los ojos bien abiertos esperando ver que sucedía, ya que la caja nunca había sido abierta.

Cuando Romy le dio la vuelta, unas pequeñas luces de color azul verdoso recorrieron el borde de la caja que empezaba a ponerse algo fría. Anna maravillada con lo que veía, chocó su rodilla con la de Alfred para acompañar su fascinación.
Romy leyó para sí:

Si hoy te pertenezco, es porque me he ido.

Si miras aquí dentro, es porque te he elegido.

Con amor: Daudress Morgan.

Para: mi Nieta.

Romy no entendió absolutamente nada. Quizás todo lo supo muy deprisa: sus anteriores abuelos, eso del Trébolgen, todo eso no lo sabía, y estaba confundida. Nunca se había puesto a buscar sobre su árbol genealógico, porque no le veía sentido. «Si solo podías tener un hijo entonces no podrías tener hermanos, por lo tanto, no tendrías tíos, ni tampoco abuelo-tíos». Aquello le parecía lo más soso del universo, y no le movía interés.

—¿Y vosotros pensáis que la nieta esperada soy yo? Quiso saber Romy con una sonrisa a mitad de labios.

—¿Qué os pasa?

ROMY MORGAN ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora