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UN MOTIVO MAS PARA LUCHAR✾✾✾

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UN MOTIVO MAS PARA LUCHAR
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... Los pilotos de la nave militar divisaron a los armadillos. Alfred se dio cuenta de lo que pretendían hacer, porque un aro de pulso atómico se estaba formando en la nave con dirección a las bestias. Entonces empezó a batir sus brazos en señal de que no emprendieran fuego, ya que Romy estaba peligrosamente cerca de los armadillos.

Alfred les gritaba que no lo hicieran, pero ya era tarde; el piloto ya había presionado el botón. Un círculo electrificado salió desde el morro de la nave impactando a los tres armadillos de manera violenta. Romy dio varias volteretas en la arena después de ser despedida por la onda expansiva que cubrió el lugar de una nube de polvo. Ella se incorporó de inmediato buscando a Miller y a los armadillos. Pudo ver que uno de ellos no alcanzó a meterse en el agujero de donde habían salido. Se dio cuenta que la bestia y el leproso que lo montaba al parecer habían muerto.

Romy no hizo mayor observación y se apresuró para llegar donde estaba su madre que aún seguía inconsciente en una de las cápsulas de seguridad que soportaron el impacto. Quería cubrirla de los armadillos y de Miller por si volvían a emerger de la tierra. Luego llegaron Alfred y Walter llenos de arena.

—¿Estáis bien? ¿De dónde han salido esos monstruos? —inquirió Romy acomodándose una bota.

—¡Romy!, ¿¡Estas bien tú!?  —indagó Alfred mirándola por todos lados.

—Yo creo que aquí los únicos débiles somos nosotros señor —dijo Walter con tono vacilante.

—Tenía que habértelo dicho, Romy —admitió Alfred—. La piel gruesa de los armadillos reforzada naturalmente por fibras Alucristalinas, les permite moverse debajo de la tierra como si de nadar en el agua se tratase. No entiendo cómo pudieron evadir los radares de las naves. También me he dado cuenta de las monturas que utilizan. Al parecer es una nueva tecnología que les permite a los leprosos zambullirse junto con los armadillos; en la guerra del agua nunca vimos algo parecido.

—¡Señor! —terció Walter—. ¿Y si todo lo que sospechábamos de Sidópolis era cierto? —Alfred frunció el ceño y esbozó un ademán de asombro; Walter prosiguió—. Lo siento señor, pero como usted ya sabe, nunca me he fiado de los Sidopolienses desde aquel atentado al presidente. Y menos con el intento de entrada vía terrestre a Canahapolis. Aunque ninguno del concejo lo admita.

—Ellos juraron ante la corte de Pérgamo que todo había sido un error —explicó Alfred con tono admonitorio—. Además, los francos culpables pagaron con la muerte. No creo que sea una alianza, quizás han tomado a Sidópolis por la fuerza. Y te lo vuelvo a decir, Walter. Sin pruebas suficientes, solo podemos hacer conjeturas. De igual forma, por cómo están las cosas, no me extrañaría ver nada que pareciera descabellado. De momento no podemos hacer nada, solo esperar que lleguemos a Canahapolis.

Walter guardó silencio, pero negó con la cabeza mostrando su inconformidad ante lo que había dicho su jefe. Estaba convencido de que Sidópolis hacía intercambios armamentistas con los leprosos. Pero los del concejo, sin embargo, rechazaron esas afirmaciones por faltas de pruebas. Anulando así todas las peticiones de investigación que Alfred y Walter interpusieron.

ROMY MORGAN ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora