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✾✾✾D E S I E R T O    S O L A R I S

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D E S I E R T O S O L A R I S

Anna seguía dándole cuidados a Romy que aún se encontraba muy débil. Tenía las piernas poseídas por un temblor al que no le veían final y que empezaba a subirle por los brazos, impidiendo su movilidad. Alfred había tomado el mando de la nave, pero al ver que Romy no presentaba muestras de recuperación, empezó a preocuparse dejándole el mando a Walter.

—¿Cómo sigues? —quiso saber Alfred apartándole unos cabellos de su cara.

—Papá, yo creo que no voy a poder con el Trébolgen —admitió Romy con gesto mohíno—; es muy fuerte para mí. Quiero tenerlo lejos.

Alfred y Anna concatenaron en sentirse cómplices de aquello. En cierta forma eran culpables de todo lo que le estaba pasando a Romy.

Dos noches atrás Alfred había buscado información de su bisabuelo Daudress, y lo único que encontró fueron unos documentos en los que se certificaba la baja de Daudress del Edificio Mayor a causa de una supuesta demencia y conspiración ante las leyes de Macedópolis. No encontró ninguna información sobre su lugar de sepultura o desintegración, como si hubiera desaparecido del mapa.

Alfred les puso unas máscaras de seguridad que cubrían la boca y parte necesaria de la nariz. Servían para respirar fuera del domo, por si algo inesperado pasaba. Después las dejó a solas para darles intimidad luego de que Anna le dijese que le iba a extraer el Trébolgen que al parecer lo tenía atorado en la entrepierna del pantalón y las manos de Romy no le respondían. Alfred se dirigía a la cabina, pero a mitad de camino se encontró con Walter que iba a ver como seguían las cosas.

—Tranquilo señor —dijo Walter antes de que Alfred preguntara nada—. Lucy está conduciendo, y ya tenemos cobertura desde Canahapolis. Todo se ve despejado allí afuera.

Alfred asintió y lo tomó por el brazo al darse cuenta de que Walter tenía intenciones de ver a Romy

—Las piernas de Romy están casi paralizadas y pegadas —le explicó—. Sabemos que todo es por el Trébolgen y Anna se lo va a quitar de donde lo tiene.

Walter estiró el cuello para cotillear, pero Alfred se interpuso en el medio y le propinó un golpe en el pecho para que retrocediera impidiendo que Walter viese algo indebido.

¿¡Pero qué haces!? —espetó Alfred.

—Lo siento señor —se disculpó Walter bajando el rostro—. No quería entrometerme, pero la preocupación me ha podido.

Alfred lo miró con enfado y se lo llevó a la cabina donde estuvieron un buen rato sin decir nada... Hasta que Alfred rompió el silencio:  

—¿Viste lo que hizo Romy en la estación? —le preguntó—. Todas las personas cayeron, fue algo increíble.

—¿¡Romy!? —soltó Walter asombrado—. Señor yo habría jurado que todo sucedió por otra cosa. Yo pude verlo todo desde afuera pensé que vosotros...

ROMY MORGAN ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora