☆14☆

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— Ey, lanzala por aquí ¡alto!

—¡corre, corre!

El ruido de personas trotando por la pista y las voces de los chicos gritando en el entrenamiento, se coló en los oidos de Ryeowook mientras  permanecía en la banca aún con el uniforme puesto totalmente sudoroso; se quitó el casco dejandolo caer al suelo, luego el protector y con los pulmones saturados trató de respirar por pocos, pues sentía que se asfixiaba a ratos. Con las piernas totalmente abiertas, apoyó los codos en cada una y se tomó la cabeza sintiendo como su cabello emparamado se escurria por sus dedos temblorosos, y enseguida cerró los ojos ante el hecho de que estaba más que desesperado y que se encontraba siendo impotente e indefenso ante algo que jamás había esperado vivir.

quiso hacer algo al respecto —como correr a sus pies y agachcar la cabeza ante él como si fuese un perro fiel que había huido por haber sido terriblemente herido — luego se arrepintió por que no era su estilo y menos lo debido; enseguida tuvo valor debido a que había recordado lo mucho que lo calentaban ese par de piernas y ese culo que no tenía más dueño sino él, pero como el rayo le llegó la cobardía y la rabia, pues darse cuenta que lo que decían los demás no era más que la vil verdad, le había dolido muchísimo con demasiado en el alma; por allá en el fondo donde jamás pensó que algo ni alguien podría dañar ni tocar.

Al pensar en él un nudo se formo en su garganta, hizo el intento de pasar saliva para hacer que esa incomoda sensación se fuera lejos, pero cada vez estaba más cercano a romperse. Por la rabia se apretó el cabello con la intención de que el dolor lo despertara de ese estado tan deplorable y se dedicó unas simples palabras.

—vamos, Ryeowook. Los chicos no lloran.

Ofendido soltó el aire de un tiro, abrió los ojos, parpadeó varias veces para que lo humedo de los mismos se esfumara e intentó frotarlos, pero eso solo lo hacía sentir más débil de lo que había sido en muchísimos años; ni siquiera había esperado volver a sumergirse en un estado tal.

y su máximo error era que no podía odiarlo...

no podía culparlo tampoco y menos decirle lo idiota que era al dejarlo de lado; sólo podía maldecir, maldecir, golpear cosas y maldecir en tanto él estaba fuera divirtiéndose con cualquiera; era un pededor que había estado burlandose todo el tiempo, además de jugar con su orgullo,  lo sabía perfectamente, pero

¿en serio cómo podría odiarlo si era lo más divino que había visto en toda su vida? Es que ni sufriendo de amnestesia* podría borrar de su mente esa sonrisa. Ya no podía.

Eunhyuk, quien jugaba a pasar el balón, miró a su amigo desde la cancha con un toque de preocupación genuino, devolvió el ovoide y le indicó a su compañero que lo esperara un momento. Creyó que su desaire sería momentaneo, algo pasajero que da luego de una resaca y ya, pero al verlo tan sumergido en la miseria supo que era mucho más que eso

¿quizás se habría metido en problemas?

No lo creía, al menos no podía imaginarlo aunque tuviese mucho para crear posibilidades firmes, por lo que pensó en que la total perdida de sentidos y desorientación se debía a algo más que una simple metida de patas; aquello tenía nombre y apellido, de eso estaba seguro. Comprensivo llegó a la zona de la bancas donde se encontraba el pelinegro, tenía el cabello humedo, el sudor se le escurria por la sien y  algunos mechones le cubrían el rostro.

— Ey, Wook ¿estás bien?

Preguntó muy curioso y mostrando lo verdaderamente preocupado que lo ponía el verlo así

— no, no lo estoy — respondió sombrío y seco, y pudo haberlo dejado solo como parecía que quería, más sin embargo lo conocía muy bien ya que habían sido amigos desde muy pequeños. Ryeowook mantuvo la vista en el suelo limitandose a sólo decir esas muy directas palabras—como si no fuera ya evidente —por lo que no escatimó en nada y se dedicó a llevarlo de nuevo a la cancha.

Boys Don't Cry [RyeoHyun]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora