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La habitación de Ryeowook era...

¿Cómo decirlo?

aunque quisiera no podía describirla sin que sonara demasiado exagerado para el resto del mundo. Primero que todo, era justo que le llamara casa ya que no bastaba con que fuera un lugar gigantesco en el último piso del edificio más caro de la ciudad, sino que también contaba con televisión, estéreo, ventanales que daban a un panorama increíblemente extenso, un bar con una nevera — la cual, por cierto, sólo estaba llena de soda y un montón de cerveza — el mismo piso tenía dos habitaciones, una bajo llave y otra en la que dormía Ryeowook; gozaba de una  sala bastante espaciosa, el baño guardaba en un su interior una bañera tipo jacuzzi y ni se diga de la ducha, estaba todo muy bien enchapado y Lucía bastante moderno.

El hotel del padre de Ryeowook no era nada más ni nada menos que el hotel más caro de la cuidad y se sintió intimidado con el sólo hecho de imaginar lo ricachón que podia llegar a ser su receptor. Entendió también el por qué Ryeowook gastaba dinero sin pensar mucho en el mismo o cómo era que solía ir y venir en la escuela sin preocuparse demasiado por lo que sucedería con su futuro si llegaba a reprobar en serio; claro, cómo se preocupaba si en realidad ya tenía todo más que resuelto con semejante herencia.

Una vez llegaron dejaron todo en la sala y aunque Ryeowook había insistido en que no lo hiciera, Kyuhyun se había dedicado fielmente a organizar lo que compraron,  entre eso, buscar un lugar en dónde guardar la dona gigante inflable que habían sabido llevar.

— Wook, en tu habitación no cabe un desorden más, tienes todos los uniformes del equipo regados por todas partes. — se quejó el más alto saliendo de la habitación del mayor, caminó a través de la sala con la dona a cuesta y llegó con un par de zancadas más a la siguiente habitación —creo que estará mejor si guardo esto aquí.

— te arrepentirás si haces eso. — Le respondió el receptor mientras veía la puerta de la nevera con total dedicación; subió y bajó por una hilera de tarjetas de restaurantes y luego lo miró — no puedes entrar ahí.— negó con la cabeza y se cruzó de brazos — sólo deja la dona donde sea que no estorbe, al menos por las horas que nos faltan por salir, cariño.

Kyuhyun se desinfló ante su respuesta, caminó hasta llegar al sillón y se tiró en el quejándose mientras dejaba el flotador gigante a un lado

— dime, no guardarás tú a un muerto ahí dentro ¿cierto? — se asombró de la nada y llevó su mano a la boca cubriéndose — ¡Santos cielos, he oído que los hoteles son los que suelen estar siempre embrujados!

Ryeowook rió por el comentario de su chico

— no hay nada como eso, por favor. Aunque pensándolo bien, quizá tengas razón; aquí el embrujado soy yo, porque  nene, estás riquísimo.

Una ola de calor lo agolpó, aclaró la garganta y se ventiló un poco con sus manos

— no seas idiota... — dijo con nerviosismo y ocultado la sonrisa que amenazaba con escaparse le en cualquier momento. Miró las cosas en la mesa para así ya no prestarle más atención a Ryeowook y notó que aún quedaba mucho por hacer;  en bolsas aún sin destapar habían visores para debajo del agua y ropa de verano. La idea de asaltar las piscinas durante la noche era totalmente estupida, pero había terminado hasta por escoger el color de los visores.

¡ya se estaba volviendo loco tambien!

—nene, ¿quieres algo en especial? Comida china, mexicana, indú, ¿hamburguesa tal vez?

El castaño dejo de organizar todo en un solo sitio y miró hacia Ryeowook, puso la camiseta que tenía en sus manos sobre su regazo y pensó en sí eso era lo debido; miró a la puerta de la nevera y notó que había un montón de tarjetas de restaurantes de todo tipo, frunció el ceño inquieto y lo volvió a ver.

Boys Don't Cry [RyeoHyun]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora