CAPÍTULO TRES: Espionaje y reflexión

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CAPÍTULO TRES:

Había sido una de las visitas más extrañas y placenteras que había recibido en su modesto despacho, y eso era decir mucho, ya que por él habían desfilado muchos magos y no a todos se los podían denominar normales. Intentaba pensar cómo habían hecho para viajar, esa magia que emplearon debía ser antiquísima porque él no la conocía. Sin dudas les preguntaría cómo habían hecho para conseguir ese hechizo y donde podría encontrarlo. Pero no era tiempo de pensar en eso, si no de actuar, por lo que agarró una tetera a la que encantó y luego de unos segundos, desapareció en una luz brillante, dejando solo la pobre porcelana hecha añicos, en un callejón oscuro en las afueras de Madrid.
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Albus, Alice, Rose y Scorpius se dirigieron al séptimo piso bajo sus respectivas capas, en total silencio. Al llegar se sorprendieron de ver un salón enorme, como el de la madriguera, en donde varios chicos de todas las edades hablaban de cosas sin importancias, o peleaban, como era el caso de un peli/negro y una chica colorada.

-¡... ya te he dicho que no, déjate de molestar!- gritaba la chicas de ojos verdes.

-Pero, peli-peli, solo te pido una oportunidad, ya veras que te va a gustar, acepta por favor- le rogaba el chico de ojos color chocolate, de rodillas, con las manos junta y con un puchero, que habría enternecido a cualquiera menos a esa chica.

-Ya James, deja a Lizzie tranquila- lo retó Rose ni bien entró en el salón.

Todos se quedaron callados al percatarse de que los responsables de todo eso, habían llegado al lugar. Bombardearon a preguntas a los muchachos y una vez que terminaron, volvieron a salir, con la escusa de buscar comida, lo que no era del todo mentira, pero su principal razón para salir fue para tomar algo de aire. Se pusieron las capas y se escabulleron hacia las cocinas del castillo. Bajaron las escaleras sin encontrarse con ningún profesor o estudiantes, sin embargo, en uno de los pasillos de tercer piso, se encontraron con una gata flacucha y de grandes ojos rojos que parecía que podía ver através de sus capas, ya que no les quitaba la vista de encima. Scor quiso patearla pero Rose no lo dejó, ya que seguramente iría a buscar a su amo y tendrían algunos problemas para mantenerse en secreto. Siguieron descendiendo hasta llegar al rellano de la entrada, en donde se escuchaban las voces provenientes del Gran Comedor, ya que era la hora de la cena y casi todos los estudiantes y profesores se encontraban allí. Pasaron con sigilo, aunque no les hacía falta, con las capas no los podían ver y con todo el bullicio que llegaba del comedor era imposible que alguien los escuchara.

Al llegar al retrato de las frutas Albus se adelantó, como el buen líder que era, y le hizo cosquillas a la pera, dejando paso así a una gran cocina en donde pequeñas criaturas de grandes ojos y orejas puntiagudas, iban de un lado a otro con fuentes repletas de comida muy ajetreados, por lo que no se dieron cuenta de sus visitas, hasta que Rose carraspeó.

-Señorita, ¿pero qué hacen aquí?- preguntó uno de los elfos que más cerca se encontraba.

-Disculpe la interrupción, pero es que necesitamos comida para mis amigos y para mi, y queríamos saber si ustedes nos la podían dar- respondió Rose con un tono muy persuasivo y con una gran sonrisa, que hizo que el elfo se pusiera todo colorado, que Scor la mirara embobado y que Alice y Albus se sorprendieran del poder de convencimiento que tenía su amiga.

-Claro que sí señorita- contestó el elfo.

-Por favor, dime Rose- pidió ella, nunca le había gustado que los elfos la llamaran así.

-esta bien se... digo Rose- se corrigió rápidamente el elfo- Dex le llevará todo lo que necesite, Dex podría preguntar, ¿Cuántos son los amigos de la señorita Rose?

 -Somos más de 35, sé que es mucho pero no tenemos en donde buscar comida y todos están muy hambrientos- se escuso Rosie con cara de ángel, engañando nuevamente al pobre de Dex.

Un Viaje InesperadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora