Día veintiuno: Una larga noche

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−Teniendo en cuenta que se trata de un sueño personal, claramente una de las posibilidades es que deje todo para cumplirlo –Eugenia habla fuerte desde la cocina del departamento de Rocío mientras corta quesito en cubos.

−Pero se trata del amor del tu vida –Rocío también levanta la voz para que la escuche porque está sentada en su sillón con las piernas estiradas sobre la mesa ratona y comiendo maní de un tarro. Lali está a su lado de piernas cruzadas, abrazada a un almohadón y con un chupetín en la boca– ¿En serio lo dejarías?

−Sos la hippie del grupo –la acusa cuando regresa y apoya el platito con queso en cubos en la mesita– militas la libertad. ¿Qué te venís a hacer ahora la predicadora de amor? Eso dejalo para nosotras.

−Solo digo que a veces el discurso de "si amás, dejalo ir" no es tan real.

−¿Y si el otro no te quiere? –pregunta Lali.

−Eso es diferente. Pero acá los dos se quieren... entonces quizás solo se trata de hacer un esfuerzo –dice y Lali no sabe si está hablando de ella o de los protagonistas de la película que acaban de ver.

−El sueño de ella estaba en París y el de él en su ciudad –Eugenia se sienta en un banquito de madera forrado con tela de flores coloridas– era lógico que no iban a poder estar juntos.

−Pero, por ejemplo, cuando Lali y Peter empezaron a salir, ella estuvo en España durante cinco meses y él acá.

−Pero después volví, Ro.

−¿Y cómo estábamos tan seguras que Emma Stone no iba a volver? –pregunta. Sí, están hablando de La la land.

−Porque soy Emma Stone. Mira si voy a volver a mi vida fracasada cuando estoy triunfando en París –sentencia Eugenia y las dos ríen.

−¿A qué hora viene Candela? –pregunta Lali al chequear el reloj de pared.

−Me dijo cuando termine en el laburo. Espero que sea para antes de las once porque mi hija me está cagando a trompadas porque hace una hora no come.

−¿Lo hacemos rápido ahora, Ro? –le pregunta enigmáticamente después de un rato de silencio. Rocío asiente y tiene que cambiar el canal de televisión a uno musical antes de levantarse e ir hasta su biblioteca.

−¿Qué cosa tienen que hacer rápido?

−Me pidió un favor –y sobre las piernas de Lali deja caer un pilón de legajos.

−Son todos los empleados de la Editorial –le cuenta ella.

−No, no, no –y Eugenia se arrepiente de haberle contando que la mujer con que encontró a Peter en el yate era alguien del trabajo– no seas kamikaze.

−Solo quiero saber quién es –sentencia y empieza a buscar– tengo el número de celular porque Rocío lo copió de la bandeja de contactos de él.

−Y como soy su secretaria y tengo todos los legajos de todos los empleados de las diferentes plantas, solo hay que relacionar los números para conseguir su ficha –y Rocío empieza a buscar.

−Tiembla el Agente 86 –dice, y Lali esboza una risa.

−Y teniendo en cuenta que son muchos, estaría buenísimo que colabores –y le apoya sobre las piernas un pilón de folios. Eugenia revolea los ojos y se une al clan espía.

−¿Vos también hablaste con Pitt? –le pregunta Rocío a Eugenia. Lali las observa de reojo.

−Sí. Ayer volví a cenar en la casa, también fueron Candela y Victorio. Me reí mucho cuando él abrió la puerta y ella le dio una cachetada. Ay, ¿quién es éste? –arruga la nariz y les muestra una ficha con la foto de un trabajador.

TREINTA DÍAS - 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora