Día trece: Esas bocas

4.5K 203 97
                                    

−¿Pero entonces no va a llevar su apellido? –pregunta Peter mientras rompe huevos contra el borde de la mesada y los tira en la sartén que está en la hornalla encendida.

−No, va a ser simplemente Suárez –Lali pasa por detrás de él y se pone en puntas de pie para llegar a la alacena y sacar dos vasos.

−¿Y eso supuestamente está bien? Porque Nicolás es el padre.

−No, no lo va a ser.

−Biológicamente, sí –y ella lo mira. Hete aquí una nueva discusión en puerta.

−Si querés hablar de biología hablemos de células, protones y partes del cerebro humano. Acá estamos hablando de una vinculación que Nicolás no va a tener porque Eugenia no quiere estar con él.

−Pero que no quiera estar con él no significa que no sea el padre –y ella chasquea la lengua.

−Cuándo una mujer soltera decide inseminarse entonces su padre ¿qué es? ¿Un tubo de ensayo? –pero él se ríe porque sabe que ya la corrió de sus casillas y va a discutirle todo– capaz es un poco fuerte lo que voy a decir pero si querés hablar de biología, entonces hablemos. El hombre es un esperma –extiende un dedo de la mano derecha– y la mujer un óvulo –y cierra el puño de la mano izquierda– de la unión de éstos dos componentes se forma un embrión que posteriormente se transforma en un feto –Peter deja de revolver los huevos porque su ilustración es mucho más divertida que cualquier documental sobre la fecundación– ese feto pasa a ser un bebé del cual la mujer al empezar a tener un vínculo, la convierte en madre. Si el hombre decide quedarse o hacerse cargo y también genera un vínculo con el bebé, se convierte en padre. Si esto último no sucede o no se lo deja suceder, entonces no hay padre, solo un hombre y su esperma. ¿Entendiste, más o menos, o te hago un dibujito?

−Creo que fuiste mucho más clara que el National Geographic –pero ella le mantiene su mirada seria de pocas amistades– solo opino que Nicolás, al estar cerca, tiene la oportunidad de vincularse con su hija.

−Hablamos de vinculación con el sentimiento que significa conectarse a un hijo, no el de conectarse a una planta o a un aire acondicionado en verano –Lali mete medio cuerpo en la heladera y saca dos pomelos– aparte si no se quiso vincular hasta ahora, ¿por qué lo va a querer hacer más adelante? ¿Y también por qué lo va a querer hacer si ella no quiere?

−¿Vos tomarías una decisión así? –le pregunta muy concentrado en su desayuno inglés y olvidándose de que la respuesta ya la conoce.

−Ya tomé una decisión en su momento –dice y empieza a exprimir el pomelo. Peter la mira y una culpa enorme le acarrea toda la espina dorsal– no soy madre, nunca lo fui. Pero supongo que si Eugenia quiere decidir ser madre soltera, hay que respetarla y no esperar a que un hombre la complete en su rol materno porque... en algunos casos ustedes no completan, solo acompañan. Y te puedo asegurar que no es lo mismo.

−Perdoname –le dice después de un ratito. Ella lo mira, le sonríe bastante y niega con la cabeza porque no tiene nada que perdonar– ¿Está bien discutir sobre éstas cosas?

−Obvio que está bien. A mí me gusta discutirlo porque después no quiero que te lleves ninguna sorpresa... aunque supongo que a ésta altura ya no te sorprenderá nada de lo que salga de mi boca –él niega dándole la razón y ella esboza una risa.

−En realidad lo que más me gusta es tu boca así que podes seguir sorprendiéndome –usa todo el doble sentido posible y Lali lo capta al instante, por eso chasquea la lengua.

−Deja de hacerte el vivo y seguí rompiendo los huevos que parece que sos especialista –pero antes de que ella vaya hasta el tacho a tirar los pomelos ya exprimidos, él la tironea de un brazo para hacerla caer sobre su cuerpo y poder besarla– no sientas culpa... −le susurra al separarse y mirarlo un rato a los ojos– porque para mí no es una carga ni un problema.

TREINTA DÍAS - 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora