Bonus track III

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Bruna, con diez meses en su haber, la piel rosada y suave, los ojos claros que a veces no pueden diferenciarse entre el verde oliva o el gris y su pelo castaño y finito que le cubre toda la cabeza aunque algunos mechones se le peguen en la frente, está sentada sobre el pecho de Peter que se mantiene acostado panza arriba sobre el sillón más grande del living. Sus piernas con rollitos forman un círculo y él la sostiene con una mano mientras que con la otra juega a presionarle los cachetes. Entonces ella ríe y se le achinan los ojos. Abre un poco la boca y espera ansiosa a que él vuelva a jugarle, entonces Peter simula que su mano es la boca de un pato. Hace ruido con la garganta a medida que abre y cierra la mano acercándose a la meta que son sus cachetes. Bruna mira todo el recorrido de la mano en el aire y cuando vuelve a presionárselos, vuelve a reír.

−Es que yo entiendo tu planteo pero a mí no me parece correcto, disculpame que te lo diga –Lali baja las escaleras sosteniendo el celular entre el hombro y la oreja mientras dobla un saquito de lana color azul– pero ya lo habíamos acordado y no pod-Perdón, ¿qué? –entonces se detiene en seco y entrecierra un poco los ojos. Peter levanta un poco la cabeza para poder mirarla y reconocer todo lo desencajada que está– ah, o sea que ahora me vas a anular la ceremonia. Ah, mira vos, qué bonito, qué bien, ¿y me vas a explicar el por qué? –espera la respuesta y sube mucho las cejas al escuchar la voz del otro lado del teléfono– ¿Por qué dijiste? No escuché bien –la está tomando para la chacota– porque estás ocupada. Ocupada... ¡Ocupados están mis ovarios! –grita, se le va toda la calma al carajo y revolea el saquito que cae en la cabeza de Peter– yo sé por lo que es, yo ya entendí perfectamente el por qué no querés hacerlo. Ahora, yo te voy a hacer una pregunta que me la vas a tener que responder desde la ética, no desde tu creencia personal: ¿te parece bien suspender un evento a menos de seis horas de que se realice? –y espera el remate que es bastante titubeado– bueno, corazón, si nunca lo quisiste hacer lo hubieras dicho desde el primer día –y hace una pausa porque la está escuchando, pero cuando arruga el entrecejo es porque lo que está oyendo le está quemando las neuronas– ¡Y a mí qué culo me importa lo que opine la biblia! Sos organizadora de eventos, tenés que colgar tres globos, bajar dos cortinas y acomodar diez mesas. Ni a la jueza de paz tuve que darle tantas explicaciones porque además de todo lo homofóbica que sos también sos machista. ¡Sí, lo sos! –le grita porque aparentemente le dijo que no– ¿Sabes por qué lo sos? Porque además de no soportar ver a dos mujeres juntas, no soportas que una mujer no sea la costilla del hombre como dice tu biblia. Y no me vengas con peros porque sabes que tengo razón en todo así que ahora vas a ir al salón y lo vas a terminar de preparar porque hay una unión que desea ser celebrada aunque a tu culo no le guste ¿por qué sabes qué, mi amor? Nadie tiene que pedirle permiso a nadie para elegir a quién amar, y menos pedirte permiso a vos que ya te estás recibiendo de Hitl-me cortó –dice y se aparta el celular de la oreja– encima me corta, ¡me corta! Mira, no te llamo porque no quiero malgastar el crédito –y le habla al móvil como si la wedding planner estuviera en la pantalla.

−¿Renunció la organizadora? –pregunta él respetando su posición mientras Bruna se divierte arrugándole la remera.

−¿Sabes lo que me dijo? Que su Dios no le permite ser testigo de una celebración que atenta contra la sociedad –y él esboza una risa de las irónicas y repugnantes– ¡Ella atenta contra la sociedad y también contra mis neuronas! –grita porque está enojada y porque... bueno, es Lali, ya ni siquiera tendría que estar aclarándolo porque la conocemos– a veces no sé si estoy en el siglo veintiuno o en el Medioevo...

−¿Qué vas a hacer? –le pregunta cuando la ve mover los dedos en la pantalla del celular.

−Por suerte siempre tengo un as bajo la manga –y al mismo tiempo que escribe, desvía un poco la vista hacia Bruna que inclina todo su cuerpo hacia adelante hasta caer sobre la cara de él que la ataja antes de que se choquen los mentones. Cuando Peter le besa la nariz y después el cuello ocasionándole cosquillas, Bruna carcajea y Lali sonríe– me da tanta bronca, Pitt... −dice después de un suspiro y se sienta en el borde del sillón, en el lugar que le deja.

TREINTA DÍAS - 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora