Introducción: Parte 1

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Todos han escuchado el refrán que la Luna es la amante del Sol, es conocimiento común donde quiera que lo mires, donde quiera que estés; aunque nadie le interese saber de donde vino. Pero hay algo que nadie supo. Nadie nunca supo del fruto de ese amor.

Un niño maldito le decían, los que sabían la verdad.

Un niño inocente al principio. Como todos alguna vez.

Hace miles de años, en un vasto pueblo en los rincones del mundo, llego en un hermoso día soleado un caballero de rubios cabellos como el trigo y ojos verdes como el pasto recién cortado, alto y musculoso, de rostro amable e increíblemente guapo (no digo esto para causar celos, lo digo porque es un hecho); donde sea que fuese el hombre causaba que todos voltearan el rostro para mirarlo y que las mujeres (y algunos hombres) le declararan su amor eterno con solo mirarlo.

Esa misma noche, exactamente doce horas después, cuando la luna estaba en su máximo deslumbrar, llego una señorita al mismo pueblo, pero esta vez no había nadie que se volteara a mirarla. Una pena realmente, ya que esta mujer era de belleza extraordinaria y su andar parecía poesía, tenía el cabello oscuro como el ébano y los ojos de un chocolate que te causaban hambre, era de estatura promedio y de rostro misterioso, pero amable.

¡Con tal hermosura (que igual nadie vio porque estaban durmiendo) quien iba a fijarse de su sombra! -hablando también para el hombre, pero no se puede decir nada aún.

La bella dama se refugió en la única hostería abierta que vio, algo sencillo pero que le ofrecía un techo para dormir. El dueño deslumbrado ante su visita, no dudo en ofrecerle la segunda mejor habitación que tenía a un módico precio para no espantar a su huésped. Ella aceptó feliz la propuesta, ya exhausta y deseosa por irse a dormir; subió su poco equipaje hasta su dormitorio y se fue al dormir tranquilamente en la segunda mejor habitación, al frente de la primera mejor ocupada por un caballero que llego 12 horas antes.

A la mañana siguiente, el caballero se despertó 15 minutos antes y por ende salió antes a tomar su desayuno en el comedor de la posada, y la señorita llego 15 minutos mas tarde y no lo alcanzo a ver. Ellos siempre tuvieron 15 minutos de diferencia.

Después del desayuno, el fue a pasear por el pueblo para conocer los lugares históricos, ella fue a la feria para comprar recuerdos y joyas bonitas, y después se fueron a donde el otro estuvo antes; siempre tan cerca, pero nunca lo suficiente. Cada uno fue escuchando del otro extranjero misterioso, extraordinariamente guapo y deslumbrante, tan hermosa como enigmática; sin poder conocerlo porque el tiempo no estaba a su favor.

Eso, hasta que a las 12 del día, cuando el sol estaba en su punto máximo, ocurrió algo que nadie se percato porque estaban demasiado distraídos u ocupados con el trabajo; la luna tapó al sol en un eclipse total. En ese momento, en ese preciso instante de locura por el espectáculo que nadie se imagino y que todos estaban intentando resguardarse para no dañarse la vista, los dos desconocidos chocaron entre si.

Y el resto... bueno, ustedes ya se lo deben imaginar. Entre medio del ajetreo, sus miradas se encontraron, anulándose entre sí, perdiéndose en cada una. Parecían una estrella solitaria entre medio de constelaciones.

El MestizoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora