A la hora del almuerzo, el joven llegó al bar El perro para encontrarse con Mayla, la misteriosa cazadora con el extraño deseo de vencer a todo aquel que se atreva a luchar contra ella.
Adentro, el local estaba mejor iluminado que el día anterior. Las ventanas estaban abiertas, permitiendo la luz solar entrar por los vidrios. Además se veía más limpio, a pesar de aún tener una gran cantidad de borrachos durmiendo en algunas mesas.
Pero con todo eso, parecía estar rebosando más vida.- Esto es extraño...- se dijo Mil al contemplar el escenario- Oye, por qué está todo tan cambiado?
- Ay, eres tú de nuevo!- contestó la mesera totalmente feliz al verlo entrar- Lo que pasa es que llegó el dueño de un viaje de negocios, cuando él llega el bar vuelve a la vida.
- Por qué?- preguntó aún sin entender.
- Porque él es el dueño!- responde ella con naturalidad- Ayer no te dije mi nombre, soy Alina.
- Mil- contesta él, sin entender y medio rendido por su duda.
Se despide de Alina al ver a Mayla en una mesa, ella estaba con un vaso de cerveza en las manos y un plato de comida al frente, pero no tocaba ningún alimento.
- Estás bien?- le preguntó al sentarse en la silla del frente.
- Le entregué el corazón a los familiares- respondió ella aún mirando por la ventana a la calle- Me agradecieron y me ofrecieron pagarme por mi trabajo. No lo pude aceptar, no complete la misión.
- Pero mataste al trol! Él nunca más va a causar dolor a nadie más!
- Pero ellos no van a poder dar un funeral digno a sus familiares!- comentó ella con lágrimas en los ojos- Sus cuerpos siguen pudriéndose en algún lugar del mundo y ellos solo tienen tumbas vacías que visitar.
- No, ahora también tienen paz de que nunca nadie más va a sufrir lo que ellos sufrieron- dijo Mil consolandola- Ahora pueden superar esa tragedia, aunque no hayan podido dar un funeral apropiado, aún tienen los recuerdos de sus amados que los acompañan.
- Hablas de la experiencia?- preguntó Mayla mirando al joven a los ojos. Los ojos de ella aún tenían lágrimas, pero no había derramado ninguna.
- Más o menos- respondió con una sonrisa de nostalgia- Pero me faltaría muchísima cerveza para hablar de ello.
Mayla se ríe y ordenó un par de cervezas para cada uno. Continuaron tomando y hablando de la vida, de manera bastante superficial. Ninguno de los dos se sentía con ánimos de conversar profundamente, aunque la otra persona les infundiera confianza.
- Creo.... creo que estoy llegando a mi límite...- confesó Mil después de la treceava cerveza.
- Débil- murmuró Mayla riéndose en su cara. Ella se había tomado 20 vasos y recién se estaba poniendo risueña.
- Cómo tienes tanta resistencia?- le preguntó el joven asombrado.
- Sólo digamos que vengo de una familia poderosa- responde ella tomando sus brazos para ayudar a pararlo- Vamos párate. Te voy a dejar al hostal, necesito un lugar donde hospedar hoy.
- Ok ok... tu puedes ocupar la cama- le responde el con difucultad- Yo siempre duermo en el piso de todos modos.
- Eres demasiado caballero para tu propio bien- susurra ella mientras lo conduce a la puerta.
El camino al hostal fue lento, torpe y lleno de risas. Mayla no podía mantenerse seria ante el inútil intento de Mil de mantenerse parado o de hablar coherentemente, quien solo lograba decir palabras sueltas sin relación aparente.
Una vez llegados a la habitación, ella se adueñó de la cama y dejó al desmayado joven en el piso cerca del baño, por si necesitaba levantarse a vomitar de un momento a otro.
- Demasiado caballero para su propio bien- volvió a susurrar Mayla antes de dormir.
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El Mestizo
FantasySi nunca te has preguntado de donde viene el dicho "La luna es la amante del sol", no creo que te hayas preguntado que ha sido del fruto de ese amor maldito: un niño inocente entre medio de una guerra ancestral.