Parte 2

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Como pueden imaginar, la relación entre ambos extranjeros avanzo rápidamente. Después de un mes de citas y coqueteo, decidieron unirse en matrimonio en una humilde ceremonia a la cual asistió todo el pueblo. 

Ese día el sol brillaba tranquilamente, con blancas nubes de otoño adornando los cielos. Todos estaban ayudando en alguna tarea, colocar las sillas, adornar los arboles del campo con pequeñas lámparas para que la ceremonia se vea más hermosa aún; los floristas colocaron pétalos de flores por los bordes del pasillo y adornaron la pérgola con distintas flores, para que el atardecer se viera con un arcoiris de flores.
En la plaza del pueblo colocaron las mesas para la cena, todas con la temática de la ceremonia (muchas flores y velas), así también la fuente de agua en el medio. Todo se veía espectacular, digno para la belleza de los novios.

En el hostal estaba preparándose la novia, con la ayuda de algunas amigas que había hecho en su estadía allí. La ayudaron a trenzar su largo cabello en un simple moño adornado con pequeñas trenzas, una tarea un poco difícil, porque ella no estaba acostumbrada a recogerse el pelo.
Su vestido, de un blanco perlado con toques de amarillo en el final de la falda, se ajustaba a su esbelta figura como si fuera algo innato; además de resaltarse en contraste con su morena piel.  

En  cambio, en la casa del carnicero se estaba arreglando el novio, un poco incómodo porque el habría preferido quedarse en un lugar con menos muerte (típico de vegetariano, diría yo). Su traje, absolutamente inmaculado, se veía preparado para una pintura.  

-Espero que le guste como me veo- murmuró en lo bajo, nervioso y sin contener las ganas de ver a su novia, al estirar su camisa una vez más frente al espejo. 

- Me veo divina- dijo ella en cambio, totalmente confiada de su belleza, mientras daba vueltas balanceándose al compás de una canción que tenía pegada en la cabeza. 

Llevaron al novio primero a la ceremonia, con una venda sobre los ojos para que no vea nada hasta el momento en que llegue su amada; fue un viaje un poco tortuoso, estuvo a punto de caerse cientos de veces y empujo sin querer (según el) a sus guías, quiso parar cada 10 pasos porque sentía una piedra en el zapato, o porque quería adivinar como estaba todo arreglado para la cena.

Ya bajo la pérgola, por mucho que pasaran 5 segundos, para el pasaban 10 minutos, y solo quería abrir los ojos para poder verlo todo, para poder verla a ella.

La novia fue llevada también con una venda sobre los ojos (muy cuidadosamente colocada para que no arruinada su peinado), el paseo fue mucho más rápido que con el novio, ella estaba segura de que la sorpresa iba a ser hermosa, confianba en la habilidad de sus amigos.

Una vez llegados al comienzo del pasillo, desataron las vendas de ambos, permitiendo que se mirarán por primera vez en sus atuendos. Uno pudo admirar como sus caras se iluminaban al verse, sus ojos brillaron y una sonrisa de amor y felicidad cruzó por su rostro, mientras sus rostros se sonrojoban, y el novio con lágrimas en los ojos de la alegría.
Casi se podía palpar el amor de ellos, era un momento mágico de amor verdadero.



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