Parte 5

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Nunca se quedaron mucho tiempo en un solo lugar, tenían refugios en múltiples localidades, suficientes para pasar desapercibidos.

Cada vez les costaba más caminar, faltaba menos para que naciera y solo podían agradecer que aún no los encontrarán.

Una noche de cálida primavera, mientras miraban los árboles susurrar al viento, la dama sintió la primera contracción.

- Queda menos- dijo, sintiendo las puntadas- deberíamos pensar en un nombre.

- Estás segura que va a ser un niño?

- Totalmente- afirmó con una sonrisa, a pesar de las circunstancias ella estaba feliz- quiero que se llame como tú hermano.

- Por qué quieres darle al niño un nombre tan feo?- le respondió su esposo riendo.

Ella se rió ante su pregunta, realmente el nombre no era muy lindo, pero significaba mucho para ellos.

- Él nos ayudó cuando nadie más pudo.

- Está bien...- cedió el caballero después de pensarlo- pero no me des la culpa cuando nuestro hijo se pregunte porqué decidimos ese nombre.

Durmieron a saltos, siempre alerta a cualquier ruido o sensación.
La dama de aguantaba los dolores, sin quejarse. Hacer un ruido podría significar que los encontrarán.

Pasaron dos semanas y las contracciones eran cada vez más seguidas y dolorosas. El bebé iba a nacer en cualquier momento.

- Debemos quedarnos en este refugio.- decidió el marido- en tu estado no vamos a llegar al siguiente. Vamos a tener el bebé acá.

Su refugio era una cueva bajo tierra, como una madriguera de conejo para humanos. Se escondieron en lo profundo, donde ni siquiera la luz del atardecer se podía ver.
Prendieron una pequeña fogata, lo suficientemente grande para ver, pero no tan grande para que otros la puedan ver desde el exterior.

- Necesitan ayuda?

Un pequeño eco resonó en la cueva, asustando a la pareja, pensando que su peor miedo, que los descubrieran, había finalmente ocurrido.

- Por favor, no nos maten- imploró el hombre, con un temblor en la voz y los ojos llorosos- déjanos tener a nuestro hijo, solo pido eso.

- Quién dijo algo de matar?!- respondió el eco, ahora más cerca.

La mujer tomo un pedazo de madera con fuego y lo apuntó a la salida. Se veía una gran sombra, pero con el cuerpo de un niño.

- Mi nombre es Emilio, tengo 7 años y yo no quiero matar a nadie! -un pequeño niño apareció al frente de ellos, era pecoso y de pelo ondulado salvaje.

- Cómo nos encontraste?- preguntó la dama.

- El agua me lo dijo! - respondió con una sonrisa- puedo manipular el agua y hablar con ella.

- Mi esposa, Yamir, va a tener un bebé ahora, pero nadie puede saber de esto- le dijo el caballero al niño- por favor, ayúdanos a salvar a nuestro hijo.

- Mi mamá es partera, vivimos en una cabaña al otro lado del lago- respondió Emilio- los puedo llevar allá sin que nadie lo note.

El caballero tomó a su esposa en brazos y la llevó hasta la salida, donde había una pequeña playa con un lago. Se subieron a una pequeña balsa que había escondido el niño y partieron al otro lado del lago, sin ser vistos, tal como había prometido.

La madre de Emilio los recibió con los brazos abiertos, ella también sabía que ellos estaban escondidos, la tierra se lo había dicho.

- Mi niña, por favor acuéstate en la cama- le ordenó amablemente la madre- te voy a revisar para ver que todo esté bien.

Tras revisar rápidamente, llegó el momento del parto.

Y nació un saludable bebé, un niño como había predicho la dama, y lo nombraron en honor al querido hermano del padre. 

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