Era pleno invierno, la nieva cubría en una gruesa capa el pasto y el cielo estaba gris, amenazando en cualquier momento volver a nevar.
Era un día perfecto para estar acostado en la cama con una bebida caliente y un buen libro.- Y ahora.... Fuego! - gritó Nili entusiasmada a sus amigos. Mayla se envolvió en fuego y corrió para atacar a Mil, él esquivó el golpe con una pared de tierra y se elevó en los aires. Antes de volver a caer conjuró en sus manos pequeñas bolas de fuego y las lanzó hacia la joven.
- Gracias por la comida!- comentó Mayla después de tragar algunas de las bolas de fuego- Olvide comentarte, soy inmune al fuego por dentro y por fuera.
- Ya me di cuenta, gracias por el aviso- respondió Mil con sarcasmo. Su amiga estaba llena de sorpresas, nunca lo dejaba de sorprender; ella era un libro escrito en un lenguaje que el no podía esperar por descifrar.
El joven volvió a atacar, esta vez fusionando el agua de la nieve con una ráfaga de aire y lanzándola hacia Mayla. Ella contraatacó con un puño de fuego en la misma dirección, evaporando el agua por completo.
- Pasaron los 15 minutos!- gritó Rebecca a los luchadores- Mil estás oficialmente graduado de la academia de tortura de Mayla! Lograste sobrevivir los 10 minutos y ganaste la apuesta de los 15!
Los chicos corrieron hacia Mil y lo tumbaron en un abrazo grupal, celebrando el logro de su amigo. Todos se habían encariñado mucho con él, ya no se imaginaban la vida sin su amigo. Especialmente Mayla.
- Ok, a celebrar se ha dicho!- dictó Miguel una vez que se separaron.
Miguel se fue tomado de la mano con Nili, a quien ya le había admitido sus sentimientos hacia tres meses y ahora eran una pareja oficial. En cambio, Rebecca había rechazado a Luke puesto que solo lo veía como un amigo; después de eso, las cosas se habían tornado un poco incómodas para ellos, pero seguían intentando ser amigos.
- Cuánto tiempo pasará antes que Luke vuelva a mirar a Rebecca a los ojos?- le preguntó Mil a Mayla en un susurro. Ambos estaban al final del grupo, para poder hablar tranquilamente lejos de la pareja en luna de miel y de la incomodidad de los otros dos.
- No sé... nunca pensé que Luke le confesaría a Rebecca. Ni siquiera sabía que le gustaba! - contestó Mayla también murmurando. Ese día estuvo consolando a Rebecca toda una noche, jamás la había visto tan triste, ella sentía que iba a perder a su mejor amigo.
Ambos se quedaron el silencio, el frío del ambiente causaba que su respiración se viera blanca con cada exhalación. Estaban nerviosos, pero ninguno quería admitirlo. Mayla tiritaba, pero no sentía frío, ella nunca tenía frío, el calor de su cuerpo la protegía del invierno; ella estaba vestida de acuerdo a la época, sin embargo, si fuese por ella misma, estaría en pantalones cortos y una camisa suelta. Mil instintivamente colocó su chaqueta sobre ella, él sabía que Mayla no tenía frío, pero también sabía que no quería arriesgarse.
Hacía dos semanas, Mayla se había caído en cuenta que se estaba enamorando de Mil. Ese día estaba despejado, aún no había nevado, pero las bajas temperaturas ya se sentían. Ella había ido a entrenar desde la medianoche; no podía dormir, las pesadillas la consumían y tenía que despejarse, por lo que agarró sus cosas y se fue al claro. Entrenó varias horas, pero aun no sentía sueño, por lo que cuando ya podía sentir que el sol iba a salir para anunciar un nuevo día, decidió meditar, para sentir como el calor de los rayos del sol la vitalizaban nuevamente.
- Endereza tu espalda y relaja los hombros, como estás sentada ahora nunca te vas a relajar- le dijo Mil, quien la había ido a buscar hacia una hora cuando se percató que no estaba en la casa. Él estaba apoyado de un árbol, luchando un poco por mantenerse despierto.
- Solo te haré caso porque eres el rey de la meditación- le contestó Mayla irritada; Mil siempre la corregía cuando veía la oportunidad.
- Por qué estás acá desde tan temprano?
- No podía dormir... pesadillas- le dice Mayla media avergonzada.
- Quieres hablar de ello?- le pregunta Mil sentándose a su lado. A diferencia de ella, que nunca tenía frío, el joven estaba abrigado con tres chalecos, una chaqueta, una bufanda y un gorro.
Mayla toma un gran respiro y suspira lentamente, abandona su posición de meditación y extiende sus piernas por el pasto. Después mira a Mil nuevamente y vuelve a suspirar.
- Mi hermano se sacrificó para salvarme cuando era pequeña- comenzó a relatar la joven mirando a la montaña por donde salían los primeros rayos de sol- El no sobrevivió esa noche... al menos, no por completo...
- Cómo? Está en un coma o algo?
- En un algo...- le responde ella algo indecisa. Vuelve a mirarlo y Mil se asusta por la cara de pena y preocupación con la que ella lo enfrentaba, el solo quería abrazarla, pero no sabía como podría reaccionar- Mil te voy a contar que no le he contado a ninguna persona aparte de Rebecca. Puedo confiar en ti?
- Siempre.
- Soy un dragón.
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El Mestizo
FantasySi nunca te has preguntado de donde viene el dicho "La luna es la amante del sol", no creo que te hayas preguntado que ha sido del fruto de ese amor maldito: un niño inocente entre medio de una guerra ancestral.